Roberto Verino: «La ilusión de seguir vistiendo a mujeres libres está intacta»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Santi M. Amil

El ourensano celebra los cuarenta años de su firma con una nueva colección

05 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado cuarenta años desde que el diseñador ourensano Roberto Verino (Verín, 1945) puso en marcha la firma textil a la que dio su nombre. Era 1982 cuando el modisto terminó sus estudios de Bellas Artes en París y decidió establecer su pequeño negocio en casa y cerca de los suyos. Ahora se cumplen cuatro décadas de aquel momento y Verino lo celebra con una colección, la de primavera-verano, que rinde homenaje a las mujeres que han sido emblema de la firma. «Belleza serena» está compuesta por prendas cuyos diseños tienen su origen en el encanto de las cosas más sencillas. Verá la luz este lunes en una cita muy especial, versátil y orgánica, en los jardines del Hotel Rosewood Villa Magna de Madrid. Verino homenajea a la mujer, libre de pensamiento y de emoción, que ha sido su inspiración durante las últimas cuatro décadas.

—¿Qué balance hace de estos cuarenta años?

—El balance es buenísimo. Mi profesión no solo me realiza completamente, sino que también me permite vivir de ella. Me considero un auténtico afortunado por haber sido capaz de conseguir cuarenta años de marca y también porque el deseo de continuar generando otros cuarenta más está ahí. La ilusión y las ganas de seguir vistiendo a mujeres libres están intactas. Si miro para atrás recuerdo perfectamente a ese joven lleno de energía, de entusiasmo y de ganas de hacer cosas, que puso todo por encima de lo que podría haber sido la decisión más inteligente. Hay que tener en cuenta que yo aposté por abrir una empresa de moda en Verín, sin tradición textil o empresarial ni en mi familia ni en el municipio. Ahora evidencio que no fueron las medidas más convenientes para hacer que el desarrollo fuera fácil pero hice lo que yo quería, y eso era intentar generar trabajo para las mujeres del rural. Lo que fue un esfuerzo muy grande al inicio, se convirtió en un enorme apoyo después, porque todas esas personas siguen conmigo, ayudándome y animándome; muchas trabajando en la casa con el mismo entusiasmo que pongo yo. Ellas me hacen entender que lo que más importa en la vida es conseguir dejar una huella sana y próspera en los que nos rodean.

—¿Cómo ha sido el relevo familiar a su hija Cristina?

—Cristina lleva muchos años formándose con nosotros, desde que terminó sus estudios, de hecho. Este cambio era natural y estaba orquestado. El hecho de contar con su ayuda y con la de Dora Casal, directora ejecutiva de la marca, es una suerte enorme porque me libera de trabajos que me resultan arduos y me dejan la única responsabilidad de lo que tiene que ver con el diseño y con la imagen, que es lo que más me gusta. Ojalá que todos los cambios en la vida sean evoluciones y no revoluciones, pero bueno, esto no es propiamente un relevo porque yo sigo aquí. Y mi intención es continuar hasta que, como se suele decir, salga con los pies por delante.

—Tal y como decía, usted apostó por hacer moda en Ourense. ¿Este ha sido un peaje muy caro?

—Pues la verdad es que no me acuerdo de lo malo, solo me quedo con lo bueno que es el haber tenido la posibilidad de disfrutar al más alto nivel de mis padres y de mis hermanos, personas que contribuyeron a hacer posible lo que hoy es nuestra realidad. Creo que eso tiene mucho más valor que cualquier otra propuesta, que en su día por supuesto las tuve. Me vine de París a Verín porque siempre le he dado muchísima más importancia a las relaciones humanas que al planteamiento económico. Lo que hice, lo volvería a hacer.

—¿Ha tenido muchas ofertas para llevarse la producción fuera de Galicia?

—La verdad es que nunca he hecho oídos a eso porque nunca he tenido la intención de moverla.

—De hecho no solo ha apostado por abrir negocio en la moda, también en el sector vitivinícola con la creación de Bodegas Gargalo...

—Sí, montamos esa actividad cuando la Denominación de Origen Monterrei todavía no era nada. Lo que intentábamos era arraigar la capacidad de hacer cosas importantes e interesantes por el valle y creo que este es también un objetivo logrado. Cuando la montamos, en 1994, Gargalo era la cuarta bodega que había en esta zona y ahora ya hay 28. Lo importante no es ser más grandes, sino ser mejores. Y la evolución de la comarca es buenísima.

—La inestabilidad internacional con la guerra de Ucrania es un nuevo golpe también para el textil, ¿cómo lo están afrontando en sus tiendas fuera de España?

—Si nos parecía poco lo de la pandemia, ahora nos llega esto. La verdad es que para nosotros en ningún caso, allá donde fuimos, las cosas se nos pusieron sencillas. Ya cuando quisimos exportar la marca a México nos encontramos con todas las trabas de su Gobierno. En Europa especialmente trabajamos la venta online y, por supuesto, lo que está ocurriendo supone un gran frenazo.

—¿Es difícil hacer alta costura y cuadrar la cuenta de resultados?

—Eso es lo más difícil. Pero bueno, ahí estamos, creo que hemos sido capaces de mantener un planteamiento estratégico vencedor, que es diseñar, producir y vender por nuestros propios medios, lo que hace que no dependamos de otros. Y, sobre todo, hemos logrado tener siempre presente la idea de que el consumidor es nuestro dios y epicentro. Creo que ahí está la clave, que hace que en los momentos más difíciles nuestros clientes sigan estando con nosotros. No somos una empresa que pueda alardear de grandes éxitos económicos, pero hemos tenido muy buen crecimiento exponencial y somos un negocio completamente saneado.

—Este lunes verá la luz «Belleza Serena», una colección con la que celebra los cuarenta años de la firma. Para ello, ha seleccionado a cuarenta mujeres que representan Roberto Verino y que no conoceremos hasta el día de la presentación...

—Son mujeres que forman parte de nuestro círculo como consumidoras, colaboradoras y también como amigas. Ellas representan nuestros cuarenta años de vida, que vamos a celebrar de una forma sencilla y no en un desfile al uso, sino en una presentación de distintos «looks» que se disfrutarán en un espacio mágico y privilegiado como son los jardines del Hotel Rosewood Villa Magna de Madrid.

—¿Existe una mujer Roberto Verino? ¿Cómo la definiría?

—Sí, claro que existe, y además de una forma superimportante. Cuando nace la marca, a principios de los ochenta, acababa de darse un cambio político muy relevante y las mujeres comenzaban una evolución hacia ser ellas mismas. Querían demostrar que eran libres, y no solo de pensamiento, también de forma económica. Nosotros diseñamos para ellas, para las mujeres libres y jóvenes. Yo identifico la juventud no por la edad, sino por la ilusión por hacer cosas y por cumplir sueños.

—«Belleza Serena» es una colección inspirada en el encanto de las cosas sencillas. ¿Cómo ha sido ese proceso creativo?

—Siempre he querido hacer prendas para que las personas se sientan guapas, para que se puedan vestir de una manera que no las haga sentir disfrazados, sino ellas mismas. Intento proponer piezas que se conviertan en atemporales porque buscan poner en valor la personalidad de quien las usan. Nos tenemos que conocer, que cuidar y que querer a nosotros mismos. Y esa observación es lo que he primado en esta colección. Me he fijado en cada mínimo detalle para que las prendas acompañen la belleza de cada persona que las vista. Por supuesto, mantengo el concepto del armario emocional que hace que la ropa tenga muchísimo más valor por lo que nos hace sentir y dure para toda la vida, lo que también aporta sostenibilidad.

—¿Qué podría adelantarnos de esta colección?

—Lo que puedo adelantar es que voy a proponer piezas que aseguran el sentirse perfecta en cada compromiso cotidiano. La vida de cada día está muy bien resuelta con trajes de chaqueta y pantalón, también hay un concepto más relajado pensado para el fin de semana y otras prendas diseñadas para los momentos más especiales, más arregladas y elegantes, aunque sin perder la versatilidad.