«El suicidio se puede prevenir; la respuesta es pedir ayuda»

OURENSE

Miguel Villar

El Programa de Intervención Intensiva de Ourense es pionero a nivel nacional

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un servicio con el prestigio del Programa de Intervención Intensiva en Conducta Suicida del CHUO fue el protagonista del seminario organizado por el Colegio Médico de Ourense, en el Centro Cultural Marcos Valcárcel y también a través de los medios digitales.

La jornada, englobada en el curso de Controversias, Conocimiento y Transversalidad, del propio órgano colegiado, respondió así al enorme interés que levanta el tema en una época en la que se está dejando ver un incremento en este tipo de casos, pero también la eficacia de un trabajo especializado como el que se está realizando en nuestra provincia.

Bajo la denominación «El suicidio, de una perspectiva global a la práctica asistencial», la convocatoria desarrolló distintas fases del trabajo organizado para combatir estas situaciones, dentro del servicio que comanda el doctor Luis Docasar, en el complejo hospitalario ourensano. Junto al propio galeno, intervinieron sus compañeros en el citado plan de intervención, la psiquiatra Marina González, la psicóloga Teresa Reijas y la enfermera de Salud Mental Amparo González, todos ellos presentados por José Manuel Bendaña, secretario y responsable del Programa Paime, en el Colegio Médico de Ourense.

Docasar Bértolo fue el encargado de abrir la velada con la introducción general de la labor que se estaba realizando para hacer frente al suicidio, pero también apelando a la necesidad de un trabajo en conjunto dentro de la rama asistencial, sin olvidar los pasos avanzados en esa línea en Ourense. Por supuesto, no olvidó mencionar la iniciativa del doctor Ernesto Ferrer, que creó a finales de 2008, el programa de intervención.

«Hasta hace no mucho tiempo, el de Ourense era uno de los pocos dispositivos específicos del país. En Galicia, por suerte, se ha mejorado mucho en ese trabajo, puesto que el plan de la sanidad gallega ha facilitado la apertura de otros en distintos puntos, en los cuales, por cierto, hemos participado en la formación de ese personal con nuestra experiencia», apostilla el jefe de servicio.

Docasar también argumentó que la vertiente asistencial debe ser estructurada y que un área sanitaria debe tener herramientas para «abordar la gestión, complejidad y emergencia de la conducta suicida, así como los puntos contrapuestos del suicidio». Y todo sin olvidar el capítulo preventivo: «Antes incluso de cualquier conducta suicida hay que estar atentos a trastornos que incluyen una posible agresividad del paciente con respecto a su propio cuerpo».

En ese campo se movió también Marina González, desde sus primeras referencias a la campaña que se desarrolló en el 2021: «Crear esperanza a través de la acción». La psiquiatra recordó que el 2020, año del inicio de la pandemia fue preocupante en cuanto a las estadísticas, llegando a registrarse en España hasta 11 suicidios al día, con un incremento en los casos femeninos y también en la población juvenil.

González González enfatizó, de todos modos, en la necesidad de derribar mitos y estudiar casa concreto, puesto que hay «muchos perfiles distintos de pacientes activos y cualquiera de ellos puede terminar por suicidarse». Su mensaje es positivo a la hora de incidir en que «el suicidio se puede prevenir, porque no es la respuesta; la respuesta es pedir ayuda».

El número 911 385 385 es un teléfono gratuito de ayuda en caso de intento de suicido. También se puede llamar al 900 925 555

El 68 % de los usuarios completaron el plan específico del CHUO

La psicóloga Teresa Reijas incidió en su alocución sobre la importancia del entorno del paciente a la hora de trabajar con personas que han manifestado conductas suicidas o están afectadas por un malestar que puede derivar en esa posibilidad. También matizó la importancia de tratar sus casos del modo más adecuado: «Ni son valientes, ni son cobardes, son personas que están sufriendo. Y tienen diferentes formas de gestionar sus emociones, por lo que hay que prestarles la ayuda necesaria».

Explicó, por otro lado, que desencadenantes como una ruptura, una mala situación laboral o problemas de salud pueden ser desencadenantes de lo que denominó «malestar» y que puede derivar a continuación en la conducta suicida, reforzando además la idea de que «lo vital es pedir ayuda».

El lado más analítico del funcionamiento del Programa de Intervención Intensiva lo aportó Amparo González, enfermera de Salud Mental, que cuantificó en 68 % el número de pacientes que completaron el plan mientras que 1,6 % finalmente se suicidaron: «Un porcentaje realmente bajo, teniendo en cuenta los antecedentes». El resto abandonó por distintos motivos, incluidos cambios de residencia. Por último, remarcó además que «es necesario que el paciente sea otro miembro más del equipo».