Pacientes de Psiquiatría hacen terapia mientras cultivan el huerto del CHUO

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE

El huerto terapéutico está en la cubierta del edificio nuevo de hospitalización del CHUO
El huerto terapéutico está en la cubierta del edificio nuevo de hospitalización del CHUO Santi M. Amil

El hospital de día organiza también caminatas, talleres de música o poesía

16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada mañana, de lunes a viernes, una veintena de pacientes cruzan la puerta del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense en dirección al hospital de día de Psiquiatría. Son enfermos con un trastorno mental grave, como esquizofrenia, o psicóticos y bipolares severos que después de un episodio agudo están estabilizados y comienzan su recuperación. «Isto é como un hangar ao que van os avións avariados. Aquí entran os pacientes danados e intentamos que collan velocidade que os permita voar de novo», explica de forma gráfica el psicólogo clínico Cándido Amorín, que diseña las actividades junto al psiquiatra Alexandre García Caballero. En su puesta en marcha cuentan con el apoyo de enfermeras y auxiliares. Y, por supuesto, con la implicación de sus pacientes.

Que los enfermos participen activamente es el reto. «Facemos laborterapia, onde non é tan importante a actividade en si como facela de maneira grupal», añade Amorín. Aunque también hay sesiones individuales con cada paciente, el grueso del tiempo están todos juntos, ya sea en terapia, al salir a caminar (la mañana empieza siempre con una ruta de unos seis kilómetros), en musicoterapia, en el taller de poesía o en el huerto terapéutico que hay en la cubierta del CHUO. Un espacio que estaba infrautilizado y que comenzaron a usar a diario tras el confinamiento. «En tempo covid veunos moi ben porque nos permitía saír ao exterior», remarca Amorín.

Cándido Amorín es psicólogo clínico
Cándido Amorín es psicólogo clínico Santi M. Amil

El huerto es la actividad preferida de Maite, una ourensana que reconoce que se transforma al cruzar la puerta. «Yo aquí soy otra, soy alegre y divertida, me siento muy bien», relata la mujer, que acabó en Psiquiatría hace un año arrastrada por ideas suicidas. En el huerto es la líder junto con Jorge. A ellos recurren todos para saber cómo plantar determinada hortaliza, o si se debe regar mucho o no. O para preguntar cualquier otra cuestión. «Aquí cambian o papel histórico que teñen moitas veces na casa, de estar excluídos ou non ser escoitados», explica el doctor Caballero. Es lo que le sucede a Maite. «Aquí é unha das capatazas. Ela é quen organiza o día a día, ten un papel que non tiña na súa vida habitual», relata el psiquiatra.

Ahora con el frío la producción del huerto es más reducida así que el trabajo es menor, por lo que solo suben un día a la semana. En primavera y verano lo hacen a diario. «No verán tivemos flores, tomates, leitugas... unha chea de cousas. Agora que o tempo é peor estamos con allos, chícharos e leitugas de inverno», explica Mar, una de las monitoras, que cuenta que hay quien es más participativo y quien prefiere estar «de miranda».

Alexandre García Caballero es el psiquiatra encargado del hospital de día
Alexandre García Caballero es el psiquiatra encargado del hospital de día Santi M. Amil

El tiempo de permanencia en el hospital de día es variable, aunque no suele ser menos de seis meses, explica Caballero. Luego hay quien va una vez a la semana o cada dos, a un taller determinado. O incluso quien no vuelve más (en parte ahora debido al miedo a los contagios de coronavirus) pero que se mantiene en el grupo de wasap, A irmandade dos insomnes, que crearon en el confinamiento para estar en contacto. «Fixémolo daquela e seguímolo tendo, agora con actividade máis limitada, aínda que a diario nos damos as boas noites», explica Caballero. Y también siguen en él algunos pacientes que recibieron el alta: «Xente que non atopa acubillo na sociedade e quere manter o vencello co grupo, porque aquí son parte del», remata el psiquiatra.

Celia Guzmán acude al hospital de día desde mayo
Celia Guzmán acude al hospital de día desde mayo Santi M. Amil

Celia Guzmán, paciente: «Hay mucho estigma con la enfermedad mental; pero somos todos personas con algún tipo de tara»

Celia Guzmán tiene 22 años. Desde mayo acude a diario al hospital de día de Psiquiatría, tras sufrir su tercera crisis debido a su trastorno límite de personalidad. Acabó en Urgencias y la derivaron al servicio, del que cuenta que le aporta tranquilidad. «Es reconfortante participar en una actividad en común y compartir un vínculo con los demás», cuenta. Valora de manera especial tener una rutina, «porque aunque parece una tontería decirle a alguien que quedamos para salir a andar, para nosotros es muy importante».

Reconoce que no fue fácil adaptarse, «porque lo ves como un ambiente hostil», pero vencidas las reticencias iniciales asegura que le gusta la unión que hay. Participa gustosa en el huerto y en el resto de actividades que proponen el psiquiatra y el psicólogo clínico del hospital de día, aunque asegura que sus momentos favoritos son las terapias grupales.

Celia habla sin tapujos de la enfermedad mental. «Hay mucho estigma, pero somos todos personas con algún tipo de tara, y ya está», relata. Por eso incluso acude a las redes sociales para «hacer apología de la salud mental, para hablar de ellas, pero no como un discurso, sino desde la experiencia», señala.

Ahora su vida está en un «stand by para cuidarme; para tener una base sobre la que poder construir» su futuro y volver a estudiar, ya que empezó varias cosas pero las acabó abandonando todas. «El doctor Caballero me dijo que tenía que darle un buen final a esta historia, que me meta en algo relacionado con integración social, porque puedo aportar mucho», explica Celia. Y reconoce que la idea le gusta.

La joven se cuida con el apoyo incondicional de su madre. «Es mi pilar», confiesa. «La implicación familiar es fundamental; pero no siempre es posible, porque no hay, porque está lejos o porque también hay enfermedad mental en ella», intercede Cándido Amorín. En ese sentido, Celia es muy afortunada. «Mi madre es el apoyo fundamental que me sostiene». Intercede de nuevo Amorín: «Porque te caes, pero te levantas. Y te vuelve a caer, y te levantas. Y así todas las veces que sean necesarias».

Un proyecto que despertó gran interés en un reciente congreso europeo

El huerto terapéutico del Complexo Hospitalario de Ourense centró una de las ponencias del congreso de la red de hospitales verdes CleanMed a nivel europeo que se celebró por vía telemática a finales de noviembre. Cristina Enjamio, directora de recursos económicos del CHUO, fue la encargada de presentar la iniciativa dentro del apartado de proyectos de integración de la naturaleza en la gestión sanitaria.

«El principal resultado del huerto terapéutico es la adherencia. Participan el 100 % de los pacientes del hospital de día», cuenta Enjamio. Antes de poder integrarse en la actividad, los pacientes deben estar cualificados como de bajo riesgo de suicidio, porque se hace en una cubierta. «Ellos lo hacen todo: seleccionan semillas, las compran, las plantan, las cuidan y las consumen», explica la directora de recursos económicos del CHUO. La producción es pequeña, por lo que la cosecha se reparte entre los pacientes, lo que también les aporta beneficios por partida doble: llevan una alimentación saludable al tiempo que disfrutan de la satisfacción de comer algo que ellos mismos han cultivado.

El proyecto en la cubierta sigue creciendo y se ha instalado una zona para las terapias de grupo y un parque biosaludable. Enjamio cuenta que muchos hospitales se interesaron por el proyecto. «Esperemos que lo puedan aplicar, porque las cubiertas de hormigón suelen ser sitios desaprovechados», remata.