Voluntario de Cruz Roja: «Celia es como la abuela que no tuve y sus hijas como mi segunda familia»

Cándida Andaluz Corujo
Cándida Andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Cruz Roja atiende a 80 familias en el programa de cuidadores de Ourense

05 dic 2021 . Actualizado a las 21:29 h.

Celia Paz tiene 104 años y la hija con la que vive, Carmen, 74. Hace tres años se pusieron en contacto con Cruz Roja. Carmen necesitaba un descanso y le hablaron del programa de apoyo a los cuidadores. Así aparecieron en su vida José Manuel y Pili, un matrimonio jubilado que tuvo la necesidad de hacer algo por los demás. Tres años después —en este tiempo falleció Pilar— el vínculo entre Celia, Carmen y José Manuel es difícil de explicar.

 «Mi mujer y yo teníamos muchas horas libres y ella fue a la Cruz Roja para saber qué podíamos hacer. Entre todas las cosas que nos propusieron, consideramos que el acompañamiento en casa era lo que mejor nos venía. Al principio tienes algo de miedo, porque entras en la casa y la vida de personas que no conoces, es una responsabilidad. Pero ha sido todo un descubrimiento. Celia es para mí la abuela que no tuve y sus hijas son como mi segunda familia», explica muy emocionado José Manuel.

Y esa relación es vital para que Carmen deje a su madre al cuidado de alguien que hace tres años era un desconocido. Hoy, sin embargo, no querría a otra persona: «A veces mi madre se levanta pachucha y cuando le digo que viene José Manuel, revive», afirma la hija.

Hubo conexión desde el primer día, desde que José Manuel y su mujer Pilar entraron en casa de Celia. En medio de esta relación llegó la pandemia y se pararon las visitas al domicilio. Sin embargo, el covid no frenó la amistad. «Nos estuvimos llamando por teléfono e incluso nos hacíamos videollamadas para vernos», explica Carmen. Y ya, con la tercera vacuna puesta, José Manuel ha podido regresar al domicilio a coger de la mano de Celia. «Cuando nos dijeron que ya se podía recuperar el programa me alegré muchísimo. Tenía un poco de miedo, porque habían pasado dos años desde la última vez que la que vi en persona. No sabía cómo iba a estar. Mi sorpresa fue verla tan bien. Nos saludamos como si hiciera una semana que no nos veíamos», relata José Manuel.

«A veces mi madre se levanta pachucha y cuando le digo que viene José Manuel, revive», afirma la hija.

Ahora no pueden dar los largos paseos —más por el frío que por la pandemia— en los que Celia le iba hablando a José Manuel sobre los rótulos de las tiendas que había por el camino o los novios que tuvo siendo jovencita. Se quedan en casa, charlan e incluso, como José Manuel es peluquero, aprovecha para pintarle las uñas o peinarla. Mientras, Carmen descansa. Se queda en casa haciendo sus tareas o sale a hacer recados. «Para nosotras ha sido muy importante encontrar a José Manuel. No es fácil dejar a tu madre con una persona desconocida. No solo eso, puede que sea muy válida pero que no congenie. Este caso ha sido fantástico. José Manuel es ahora uno más de la familia. A veces le llamo a él cuando tengo alguna duda o problema antes que a un familiar», dice Carmen.

Celia se refiere a José Manuel como «el cura», ya que el primer día que entró en casa pensó que era el párroco de su iglesia. Y así le quedó. Por eso él se dirige a ella, a veces, como «feligresa». «No disfruté de mis abuelos por ninguna de las dos partes y la veo como la abuela que nunca tuve», repite. Por eso conoce todos sus secretos. O por lo menos los de su vitalidad. «Le encanta beber vino con azúcar y, de vez en cuando, un chupito de Sansón», ríe José Manuel.

El caso de Celia, Carmen y José Manuel refleja el espíritu del programa de Cruz Roja Ourense. Cuidar a los cuidadores es hacerlo también a las personas dependientes y a los voluntarios. En este caso, los tres parecían predestinados.

 Programa de cuidadores de Cruz Roja Ourense

Cruz Roja Ourense puso en marcha hace diez años un programa específico dirigido a los cuidadores. A aquellas personas, no profesionales, que viven con dependientes y que se enfrentan día a día al abandono de su propia vida, a la sobrecarga de tareas, a la ausencia de apoyos o, simplemente, a la falta de formación. Este plan está integrado en el programa dirigido a personas mayores e incluye desde cursos a actividades de ocio. Los cuidadores son, en su mayoría, mujeres mayores de 74 años que necesitan un respiro para cuidarse. Uno de los servicios más demandados, que se ha ido recuperando lentamente tras la pandemia, es el de los voluntarios que una vez a la semana visitan al cuidador en su casa para servirle de apoyo y liberarle. Salen a pasear con la persona dependiente o se quedan en la vivienda mientras la cuidadora hace recados, realiza otras actividades o, simplemente, descansa en su propia casa.

Marisa González Nieto es la responsable de este servicio de Cruz Roja Ourense, que atiende a una media de 80 familias en la provincia. «Os voluntarios son persoas que queren colaborar de forma gratuíta e desinteresada coa única recompensa de sentirse ben. Teñen unha formación e ábreselles o abano para que poidan elixir ás persoas coas que queren traballar. É importante que decidan que é o mellor que poden facer. Logo hai que entrevistalos, para dirixilos, xa que así coñeces á persoa e podes ofrecerlle o que pensas que é mellor para ela e para os que reciben o servizo», explica.

Muchas veces, la mayoría, las mujeres llegan a este servicio después de años de trabajo sin descanso. No solo necesitan tiempo libre, sino recuperar su autoestima y engancharse a la vida. «Temos todo tipo de talleres relacionados con apoio emocional. Aos coidadores ofertámoslles actividades, agora estamos cun obradoiro de novas tecnoloxías. Temos apoio a través de voluntarios que son psicólogos. E tamén, dentro do programa, prestamos produtos como cadeiras de rodas, grúas, camas, andadores...». La pandemia ha trastocado parte de este programa, pero el teléfono y las redes sociales han ayudado a no descuidarlo. «Esas persoas esperan e agradecen as chamadas, inda que non é o mesmo», subraya Marisa González.