Absueltos los integrantes de una banda de Madrid del asalto a un almacén de joyería de Ourense

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

M. FERNÁNDEZ

La jueza duda de las pruebas contra los cuatro acusados de un intento de robo ocurrido hace ya ocho años en la capital

04 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocho años después de que se produjera el incidente, el intento de asalto a un almacén de joyería de la capital ourensana queda sin aclarar. La magistrada encargada de ver el caso no ha encontrado pruebas suficientes para condenar a los cuatro sospechosos que, según la Policía y la Fiscalía provincial, forzaron en la noche del 23 de octubre del 2013 la entrada del establecimiento y desactivaron los sistemas de alarma, huyendo antes de que llegara el propietario y sin llegar a obtener botín alguno.

Salvo recurso ante la Audiencia, se cierra así un complejo caso que ha estado plagado de retrasos y que tenía su punto fuerte en las huellas dactilares encontradas en un envoltorio de plástico localizado en la inspección ocular. Aquel pequeño hallazgo supuso un gran paso para seguir la pista a unos ladrones que habían sido bastante cuidadosos, ya que resultó ser de Antonio L. G., un viejo conocido de los agentes del Grupo 21 de la brigada de policía judicial de Madrid. Estos investigadores, que comparecieron en el juicio celebrado en la ciudad de As Burgas el pasado mes de abril, confirmaron que el sospechoso formaba parte de una banda criminal dedicada a los robos. «Eran sobradamente conocidos», explicó el agente, que aseguró que ante la presión policial que se ejercía sobre ellos en Madrid, estos delincuentes habían empezado en aquellas fechas a cometer asaltos en otras provincias.

Compañeros de esa misma unidad identificaron a los otros tres acusados en este caso, a los que dijeron conocer también «por su actividad profesional». Y es que aunque los delincuentes habían neutralizado el sistema de seguridad del almacén y anulado las cámaras de grabación, el local disponía de un dispositivo anti sabotaje que alertó al dueño de que algo estaba pasando y que, además, permitió que los ladrones fueran captados cuando salían.

Pero las imágenes no tenían suficiente calidad y resolución como para ser prueba de cargo. Así lo advierte la magistrada Blanca Díez, que apela a la «deficiente calidad» de esa prueba. «No consta que esas personas que resultan identificadas tengan algún rasgo que permita reconocerlas», asegura la titular del Juzgado de lo Penal 1 de Ourense, que también tiene objeciones en relación a las huellas dactilares. En el juicio, el hombre al que correspondían esos vestigios negó tajantemente haber participado en el asalto y las atribuyó a que podía haber vendido unas herramientas por Internet. La magistrada no se fija en esto, pero el hecho de que no se pudiera acreditar cuánto tiempo podía llevar en el lugar de los hechos aquel envoltorio de plástico, inclina la balanza hacia la absolución.