Medio millar de familias pasaron por la oficina del retornado desde el 2020

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

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Reunión organizada por la Asociación de Jóvenes Retornados en Ourense con algunos de los beneficiarios de las becas a la excelencia académica que vienen a hacer un máster al campus de Ourense
Reunión organizada por la Asociación de Jóvenes Retornados en Ourense con algunos de los beneficiarios de las becas a la excelencia académica que vienen a hacer un máster al campus de Ourense cedida

La mayoría de quienes regresan a Galicia desde la emigración llegan desde Venezuela, Cuba, México y Argentina

07 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A finales de febrero del 2020 comenzaron a funcionar de forma efectiva las oficinas integrales de asesoramiento y seguimento al retorno, un servicio creado por la Secretaría Xeral de Emigración de la Xunta para ofrecer apoyo tanto a los emigrantes que deciden regresar como a sus descendientes nacidos fuera del territorio gallego. Desde entonces, y a pesar de la pandemia, en la oficina ourensana se han abierto 531 expedientes que corresponden a otras tantas familias retornadas. El servicio, atendido por dos técnicas expertas en el campo jurídico y social, ha recibido sobre todo a personas llegadas desde Venezuela. Este país caribeño es el aparece con más frecuencia en esos expedientes, seguido de Cuba, México y Argentina. Pero el retorno no es exclusivamente americano. También los hay que llegan desde Europa y, entre ellos, los que retornan de Francia y Reino Unido son los que más frecuentemente usan este servicio.

«O que queríamos ó crear as oficinas era ter unha unidade que lle dera soporte a todas as medidas que a Xunta pon en marcha dende diferentes departamentos; que a persoa que chega tivera un único lugar de referencia; unha ventaniña única. E se ben non todo se pode solucionar directamente, porque como Xunta non temos competencia para todo, si podemos orientar sobre calquera aspecto que podan necesitar aínda que sexa un trámite que teñan que facer en entidades dependentes do Estado ou do Concello», explica el secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda.

Itinerario personalizado

De media, cada uno de esos grupos familiares realizó entre cinco y diez consultas a este servicio, que recibe financiación europea y que tiene entre sus obligaciones realizar un seguimiento a través de un itinerario personalizado hasta que se confirma que se han cubierto correctamente todos los pasos y trámites necesarios para lograr su integración.

Hacer un DNI, una tarjeta sanitaria y empadronarse son tres trámites básicos.

Una de las primeras consultas tienen que ver con el tipo de ayudas a las que pueden acceder, tanto económicas como sociales. Las gestiones para recibir la atención en el sistema sanitario y la autorización de residencia son otras dos de las más frecuentes. Cabe recordar que las familias que regresan del exterior pueden estar compuestas por miembros que no tienen la nacionalidad española, un derecho que adquieren los descendientes de la persona que emigra pero no su cónyuge, por ejemplo. «O cálculo que temos é que o 25 % das persoas que veñen nese grupo que retorna non teñen a nacionalidade; non son retornados no sentido xurídico, se non inmigrantes, pero en realidade son parte da mesma familia», explica Rodríguez Miranda. Agilizar la tramitación de ese permiso suele ser una de las preocupaciones más acuciantes dado que sin él se complica el acceso al mercado laboral de forma regulada.

Conducir y homologar estudios

Pero hay cientos de cuestiones más que afectan al día a día y que para un retornado supone la necesidad de realizar gestiones o adaptarse a sistemas a los que no está habituado. Son recurrentes, por ejemplo, las relacionadas con los permisos de conducir, el cobro de las pensiones, la vivienda, la escolarización de menores y la aclaración de dudas sobre la propia estructura del sistema educativo español —que puede diferir de forma importante del modelo que tenían el país desde el que vuelven—, la formación ocupacional o sobre homologación de títulos.

La mayoría de los que pasan por la oficina llegan con estudios superiores. Hasta secundaria, bachillerato o FP es la comunidad autónoma la que tramita esa convalidación. El secretario xeral asegura que el trámite se resuelve en «dous ou tres meses». Sin embargo, no ocurre lo mismo con los universitarios: «Aí falamos de procesos que superan incluso os dous anos; algo que levamos reclamado ao ministerio, que é a quen corresponde, que se ten que axilizar porque a esta xente estámoslle impedindo encontrar traballo no seu e á sociedade que se aproveite de todo o caudal de coñecemento que teñen por formación e por experiencia, porque moitos traen unha traxectoria laboral importante».

El 85 % está en edad productiva y muchos optan por el autoempleo

La idea de que la mayoría de los retornados son personas que deciden regresar una vez que finaliza su vida activa para disfrutar aquí de su jubilación no se ajusta a la actual realidad del colectivo. Según los datos que maneja la Secretaría Xeral da Emigración sobre este servicio a retornados, del total de personas que llegan en estos grupos familiares, el 85 % tiene menos de 65 años y más de la mitad no han cumplido siquiera los 45. Están, por tanto, en edad productiva y ello implica que la orientación laboral es otra de las necesidades y preocupaciones del colectivo que, con bastante frecuencia, se inclina hacia el autoempleo.

«Moitísimas destas persoas teñen unha gran iniciativa emprendedora, especialmente os máis novos e tanto os que volven dende un país americano como de Europa», señala Rodríguez Miranda. De hecho, entre este año y el pasado, y a pesar de la pandemia, se han batido récords de ayudas al retorno emprendedor. La edad media de quienes eligen el camino de crear su propio negocio es de 41 años. Solo en lo que va de este año se han presentado 71 solicitudes de retornados a la provincia de Ourense para optar a alguna de las ayudas para autónomos.

José Antonio Martínez volvió de Venezuela: «Lo más duro es que vuelves y esperas un reencuentro que no existe: ya no conoces a nadie»

José Antonio Martínez tenía 18 años cuando hizo la maleta para marchar a Venezuela. No iba solo. Lo acompañaba su hermano. Ambos viajaban para reunirse allí con sus padres, emigrados cuatro años antes. Para él, con una edad complicada en la que ya existen vínculos sociales importantes, fue un momento trascendental. Corría 1982 y nunca imaginó que tardaría casi cuatro décadas en regresar.

Ese viaje de vuelta lo hizo en el 2019 y tampoco estaba solo. «Hice mi familia; mis hijos son ya veinteañeros. Se criaron allí pero gracias a Dios pude convencerles de que aquí tendrían un mejor futuro», narra este vecino de Cualedro que recuerda que desde que comenzó a rumiar el retorno aún tardó tiempo en decidirse.

«Sabía que no iba a ser fácil empezar otra vez de cero, y menos a mi edad; pero aquello estaba ya destrozado y a mí nunca me asustó el trabajo. Es lo que he hecho toda mi vida», argumenta este ourensano de 57 años.

La mayor parte de su trayectoria laboral la pasó en una fábrica de muebles, pero esa no es su única experiencia. Su currículo es variado e incluso hizo sus incursiones en el mundo emprendedor formando parte de una sociedad que se dedicaba a montar instalaciones para eventos.

Tras el regreso, José Antonio no tardó en darse cuenta de que no abundaban las ofertas de trabajo para su rango de edad y que el autoempleo era el camino que le quedaba. Varias visitas a la oficina del retornado ubicada en la delegación de la Xunta en la capital ourensana acabaron de decidirlo a establecerse como autónomo. Compró una furgoneta con la que se mueve por la provincia para atender las ofertas que se le presentan. «Hago principalmente trabajos de carpintería y albañilería para otros contratistas», explica.

Aunque el capítulo laboral es, obviamente, algo esencial, José Antonio no piensa en esa faceta cuando se le pregunta por lo que le resultó más duro en ese proceso de retorno a la tierra que le vio nacer. «Lo más duro es que vuelves y esperas un reencuentro que no existe. No conoces a nadie. Te falta tener con quién compartir. Quienes eran adultos cuando marchamos ahora son muy mayores o ya no están, y ni siquiera reconocía a los que fueron mis compañeros, los de mi edad. Hasta el frío lo llevo bien, pero esa sensación... Es difícil de explicar», concluye.

Antía se marchó a Argentina y regresó en el 2020
Antía se marchó a Argentina y regresó en el 2020

Antía Torrada, de la Asociación de Jóvenes Retornados: «Lo sufrí cuando estuve fuera; sé lo que se agradece el apoyo»

Antía Torrada es la portavoz de la Asociación de Jóvenes Retornados en Ourense, un colectivo que nació en el 2016 por el impulso de dos jóvenes argentinas que llegaron con las becas a la excelencia académica que facilita la Xunta para que jóvenes con expedientes brillantes puedan realizar un máster que les lleve a quedarse e invertir aquí su talento. Antía es pontevedresa de nacimiento, aunque desde los tres años vive en Ourense. Se marchó a Alemania con el programa Erasmus y luego a Argentina para continuar sus estudios. En el 2020 decidió regresare aprovechando esas becas.

—¿Por qué decidió colaborar?

—Para ayudar, porque yo viví ese desconcierto, esa necesidad de información y de saber cómo hacer las cosas. Los primeros meses lo llevé muy mal. El funcionamiento de los sistemas y las administraciones es muy distinto. Tuve un duelo migratorio inicial horrible. Yo lo sufrí y sé lo que se agradece el apoyo y tener quien te oriente. Empecé a colaborar ya desde Argentina, cuando estaba gestionando mis trámites para retornar y creamos un grupo de Facebook y luego de Wats App. Empecé asesorando a personas que tienen papeles españoles pero que nunca habían estado en España ni en Galicia.

—¿Cuál es el objetivo?

—Nuestra finalidad es crear una red de apoyo mutuo, además de la orientación para que sepan dónde dirigirse para determinadas cuestiones, intentamos ser una respuesta complementaria al servicio que dan las oficinas de retorno. Nuestra visión está muy pegada a la realidad que vamos teniendo gracias a la experiencia de los propios jóvenes que van pasando por aquí.

—¿Cómo se organizan?

—Funcionamos como un programa de apadrinamiento. Antes de iniciar el curso a los voluntarios se les asigna una cantidad de becarios según sus afinidades. Por ejemplo, si va a venir alguien de Brasil se intenta que el padrino sea brasileño por un tema de idioma. Les ayudamos a buscar piso, les explicamos como funciona si va a alquilar, hacemos reuniones y compartimos información que pueda ser útil. Por ejemplo, si vas por la calle y ves un cartel con una oferta laboral, le haces una foto y la envías al grupo. Poco a poco se va formando un vínculo que es muy importante cuando emigras porque, sobre todo los primeros meses, te sientes perdido, muy solo y tienes altibajos emocionales.

—¿Tanto pesa la diferencia cultural en un mundo globalizado?

—Pues sí. Son pequeñas cosas, que te pueden parecer absurdas, pero realmente hacen mella. Un ejemplo: un estudiante argentino, después de sus ocho horas de clase, sale y se va con sus compañeros a tomar mate a un parque, a compartir y charlar. Están habituados a un ocio que se disfruta más al aire libre y en cualquier momento del día. Aquí salen de la universidad y cada uno se va a su casa. Por eso es importante que tengan esa red que les puede servir en lo anímico porque muchos vienen solos. Cuando estás fuera esa persona que tienes de referente pasa a ser tu amiga, tu madre, tu hermana...

—¿El vínculo suele perdurar?

—Algunos sí deciden mantenerse y apadrinar a otros becarios para poder hacer como esa devolución de lo que ellos agradecieron recibir en su momento.