El teléfono público de Merí ya no tiene quien le llame

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La cabina de Telefónica fue instalada hace más de cuarenta años en una casa particular y sigue activa desde entonces

31 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El teléfono público del pueblo está metido en su casa. La cabina de Telefónica, de medio cuerpo, forma parte del día a día de Odilo Iglesias y de su familia, desde hace más de cuatro décadas. Y no es que en Merí, una aldea del concello de Xunqueira de Ambía, no haya buena cobertura móvil, o que sus vecinos se nieguen a apostar por las tecnologías, sino que el teléfono forma parte ya de la historia de mediados y finales del siglo XX en la localidad y todavía está muy presente. Funciona.

La cabina sigue en uso, en el patio de la casa, aunque ya casi nadie llama. Y el antiguo teléfono horizontal, de teclas metálicas y cuadradas, fue dando paso a un terminal de mesa. De los de casa de toda la vida. «Agora case non chama ninguén, aínda que de vez en cando soa e collemos, xa que o temos conectado co da casa», explica Odilo. Y es que, según aclara una vecina del pueblo: «Hai veces que estás fóra e non recordas o números do telefono móbil da parella ou de alguén da familia. Sen embargo, este o coñecemos todos no pobo de memoria. Chamas e, se collen, avísano e solucionas».

Odilo Iglesias recuerda que hace más de cuarenta años hubo una asamblea vecinal para encontrar y decidir cuál sería el lugar idóneo en el que colocar el único teléfono del pueblo, que también daría servicio a la aldea de al lado: San Andrés. Ninguna de las dos localidades tenía entonces -ni ahora- un bar o una tienda donde Telefónica pudiera instalarlo, como sucedió en la mayoría de los pueblos pequeños cuando llegó la línea a Ourense.

«Os veciños reuníronse e decidiron que a casa da miña familia era a mellor, a mais céntrica. Recordo que pareceunos ben, porque os meus pais pensaron que así xa teriamos o primeiro teléfono do pobo», explica Odilo. Así, hubo que instalar un contador, para poder calcular el cobro a los vecinos. «Se non fose así, sería unha ruína. Había que coller o teléfono, avisar, esperar a nova chamada, contar os pasos e cobrar», añade.

Recuerda, con nostalgia, los años en los que recibía llamadas a diario. «Daquela, moitos dos veciños de aquí estaban na emigración en Suíza. Entón, a certas horas, chamaban dende alí e dicíanme ‘Avisa a miña familia que en media hora volvo a chamar’. Eu collía a bicicleta se tiña que ir a San Andrés para ir a dar o recado. En pouco tempo xa estaban aquí para falar cos seus familiares», relata. Con el tiempo, la familia de Odilo instaló un teléfono en su casa conectado al de la cabina, para no tener que salir al patio cada vez que hubiera una llamada. Pero estas fueron a menos llegando a anularse el contador de pasos. Sin embargo, la cabina sigue casi intacta, en el patio de la casa y con el número activo. Muchos de los que emigraron han regresado al pueblo y recuerdan cuando ese era el contacto más directo con sus familias.