Nieves, del voluntariado oncológico: «Con nós, o coidador dun paciente de cancro pode falar, chorar, derrubarse»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Belén Pérez, en el centro, junto a varias voluntarias de la AECC en el CHUO
Belén Pérez, en el centro, junto a varias voluntarias de la AECC en el CHUO MIGUEL VILLAR

El perfil del voluntariado de la AECC es una mujer de más de 50 años

03 oct 2021 . Actualizado a las 18:43 h.

La hija de Nieves Fernández tenía apenas tres años cuando le diagnosticaron cáncer. Fue un proceso duro que las llevó a un hospital de Barcelona. Allí estuvieron una larga temporada. Pero nunca se sintieron solas. Eran frecuentes las visitas de los voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que pasaban a jugar un rato con los niños y también a acompañar a los padres. Ya de vuelta en Ourense, en cuanto su hijo pequeño empezó el colegio -lo que le dejaba tiempo libre-, Fernández quiso involucrarse en el voluntariado oncológico que tanto bien le había hecho a su familia.

Veinte años después, Nieves no falla en su compromiso con la AECC. Colabora en cualquier actividad que le propongan, desde campañas informativas a cuestaciones, aunque reconoce que su prioridad es el voluntariado de hospital en el CHUO. «Gústame, porque falar vaime ben. Aínda que aquí o importante é escoitar», explica. Sabe de lo que habla. Cuenta que en un primer momento muchos son reacios a su presencia, que casi nadie confiesa que precisa un respiro, sobre todo en el caso de los cuidadores. «O paciente é polo que se mira e o acompañante é o ombreiro que soporta un gran peso e non ten a liberdade de queixarse, ten que facerse o forte; pero con nós pode chorar, falar, derrubarse...», relata Nieves. No es algo premeditado. De hecho, si por algo funciona el voluntariado oncológico es por la improvisación. Las batas de la AECC llegan con el carriño Don Amable (aunque desde la irrupción del covid hubo que aparcarlo) a las salas de espera o de quimioterapia, o a los diferentes servicios, y ofrecen algo para beber, unos caramelos, revistas o un poco de charla. Y suele comenzar entonces una conversación muchas veces trivial que después se va transformando en un ratito de desahogo. «Os enfermos e os acompañantes están pasando por unha situación extrema, non sempre clinicamente, pero si psicoloxicamente. Necesitan expresarse, e cousas que non lle din á familia, a nós dínnolas libremente e failles moito ben», razona la voluntaria.

La AECC tiene un servicio de psicología para aquellos casos que precisen un profesional, pero ya son citas pautadas y tiene que haber un acuerdo entre las partes. En el caso de los voluntarios (que son previamente formados) es más espontáneo y muchas veces el «no necesito nada, estoy bien» inicial se convierte en una sesión de desahogo al calor de una café recién servido. Y la charla con los voluntarios nada tiene que ver con una consulta con un especialista. Ellos cuentan con las claves para derivar los casos que deberían ser vistos por un profesional (a través de la coordinadora, Belén Pérez), o simplemente para dar a conocer los servicios que ofrece la asociación.

Cambios por la pandemia

Nieves tiene 59 años. Entra en lo que es el perfil habitual de los voluntarios de la AECC: mujeres que han cumplido los 50, explica Belén Pérez. Ella es la encargada de organizar el trabajo de los 24 voluntarios que tiene actualmente en la provincia. La mayoría están en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense aunque también llegan a los hospitales comarcales de Verín y Valdeorras. Las mujeres de 50 son mayoría pero también es habitual la presencia de universitarios, aunque en estos casos sus colaboraciones suelen ser más cortas de duración (habitualmente un curso académico); y hay también jubilados y gente trabajadora que quiere colaborar en su tiempo libre. Lo más habitual es que ellos mismos o alguien de su entorno, cuenta Pérez, hayan pasado un cáncer «e saben da axuda que se pode precisar».

Ahora la situación ha cambiado debido a la pandemia del covid-19, y los voluntarios únicamente van bajo demanda. «Facemos acompañamentos máis puntuais: ir á zona de quimioterapia, de radioterapia ou a probas», explica Pérez. Además, para sustituir las charlas con café en persona, ahora hay un servicio de acompañamiento telefónico, aunque tiene poca demanda, reconoce Nieves. «É menos próximo e chegas a menos xente», asegura la voluntaria. Es por eso que están deseando poder retomar la actividad lo más presencial posible. «E algo que queren tamén os pacientes, a familias e os sanitarios», remarca Belén. Siguen las directrices del área sanitaria para poder ir dando pasos en la vuelta a la normalidad.

Los requisitos para ser colaborador: tener tiempo libre y no estar en proceso de duelo

El acompañamiento hospitalario funciona de lunes a viernes, en horario de mañana. Belén Pérez se encarga de coordinar a los voluntarios, que van un día a la semana y siempre en pareja. Cuando un nuevo colaborador llega a la AECC se hace un programa de acogida para ver el perfil, las actitudes y la motivación, explica Pérez. A los seleccionados se les da formación y después ya pueden iniciar la actividad. Porque no todo el mundo es acogido como voluntario. «Non pode ser xente que estea pasando a enfermidade, aínda que nun futuro si; nin tampouco que estean pasando un proceso de dó, aínda que sexa por outra enfermidade», explica Pérez. Es fundamental que el voluntario esté psicológicamente bien. Y si solo «trabajan» un día a la semana es para evitar implicarse emocionalmente con los pacientes y sus familias. «Cando quitas a bata da asociación tes que poder desconectar», remarca Nieves Fernández.

Los nuevos siempre van acompañados de un veterano por las unidades de oncología para que vean la forma de trabajar sobre el terreno y, además, tengan a quien recurrir en caso de duda. Cada mes o cada dos Belén Pérez hace reuniones presenciales con los colaboradores para hablar de posibles dificultades y problemas que se van encontrando.

Los que quieran aportar su tiempo a la AECC en la provincia pueden informarse llamando al número de teléfono 988 219 300. Nieves Fernández lo hizo hace ya veinte años, y todavía no tiene fecha de fin. «Son conscientes de que chegará un día no que non poida axudar á xente, pero mentres vou seguir activa», asegura. Le gusta lo que hace y, además, nota el cariño de quien recibe la atención. «Creo que hoxe en día os enfermos e os coidadores, e tamén os sanitarios, están desexando que volvamos», remata.