Volvió a rodar el esférico en varios campos ourensanos y pudimos comprobar que la era pospandémica no será más sencilla que la prolongada durante varios meses, la que le dio la vuelta como un calcetín a nuestras vidas.
El balompié provincial tiene su techo en la Segunda RFEF, durante este ejercicio 21/22. Se lo ganó el Arenteiro con el prestigioso título de campeón del grupo gallego de Tercera División. Los carballiñeses, otra vez bajo la batuta del joven Fran Justo, siguen siendo un bloque competitivo y con mimbres de calidad y/o solvencia en sus filas. Aún así, ¿alguien pensó que sería fácil navegar en una categoría que reúne a gallegos, asturianos, castellanos y madrileños? La verdad, no lo parece. Eso sí, me sabe a poquísimo el punto que sumó la escuadra verde en dos partidos en los que nunca perdió la cara.
También es novedosa la Tercera RFEF. Con apellido, pero el mismo torneo igualado y competido de principio a fin. Quizás ya no hay favoritos claros, pero es que ni los de abajo parecen vender barata su piel. ¿De verdad, puede alguno decir que será un año fácil? El Barco sumó nuestra única victoria de la sesión inaugural y, aunque golpeó primero y pronto, le tocó sufrir para tumbar al siempre correoso Silva. Al Ourense CF también lo vemos con gasolina para pelear con los mejores, pero el recién ascendido Noia le puso la primera zancadilla en O Couto. Y algo parecido pudo hacer el Atlético Arnoia con el Alondras, aunque el oficio de los de Cangas le dio una lección de vida a los pimentoneros. No, en verdad, no será nada fácil.