El mercado inmobiliario y la inversión asiática, al acecho de las antiguas salas de cine de Ourense

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Desde el acceso principal del viejo cine Avenida aún se pueden ver los últimos carteles de las películas que estaban en cartelera
Desde el acceso principal del viejo cine Avenida aún se pueden ver los últimos carteles de las películas que estaban en cartelera BRAIS LOUREDA

El Xesteira o el Novocine siguen abandonados, a la espera de una nueva vida

21 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la verja del antiguo cine Avenida resisten al paso del tiempo Dennis Quaid y Meg Ryan, también Forest Whitaker. Los carteles de Muerto al llegar y Bird son el legado del séptimo arte que pervive tras la verja de un local que se inauguró a mediados del siglo pasado. Ahora, está abandonado y, quien más y quien menos, pasa de largo.

No perdonan los años a las viejas salas de proyección en la ciudad de Ourense, sometidas en su mayoría a la dejadez. Algunas, a trancas y barrancas, vislumbran opciones para salir del paso, pero están por concretar. Es el caso del edificio que albergó antaño el cine Xesteira, situado en la planta baja y que cerró sus puertas en el año 2000, pasando después a ser un café-teatro. En el 2011, se reconvirtió a restaurante asiático pero la aventura no duró mucho. Concretamente tres años que, además, terminaron en los juzgados. Después, se abrió una nueva vía, la de vender el inmueble completo —el bajo y las tres plantas superiores—, que ya se exploraba el año pasado y sigue estando ahí. Óscar Colmenero, representante de la propiedad, desgrana la idea: «Los pisos superiores serían para rehabilitar y hacer viviendas de lujo. El bajo, que ya está vendido, estaría orientado para un uso comercial, manteniendo la tipología que tiene ahora». Pero mientras tanto, las puertas de la vieja sala hacen de tablón improvisado para anuncios tan variopintos como uno que oferta pisos de alquiler en A Lanzada.

En la calle Florentino Cuevillas, donde los espectadores hacían cola ante las taquillas del Novocine, un gran cartelón expone la realidad actual de un recinto que dejó la actividad hace más de quince años: sus 850 metros cuadrados se pueden alquilar por unos 8.000 euros al mes, pero aún no hubo nadie que se animase a dar el paso. Sí tanteos, y bastante recientes. Además de dos cadenas de supermercados, también inversores chinos examinaron entre julio y agosto las posibilidades del bajo, cuyo arrendamiento también se oferta bajo otra fórmula: la división en dos áreas de 580 y 270 metros cuadrados. Arturo Alonso, el dueño, afirma que el Concello también está interesado. Eso sí, la pujanza del capital asiático no es nueva. «De inicio, lo ven como un lugar ideal para un establecimiento de variedades», apunta Alonso.

No muy lejos de allí, la resistencia del Dúplex se mantuvo hasta el año 2007. Aún a día de hoy, a ojos del transeúnte hay un día del espectador, los lunes no festivos. Los viernes y sábados, se anuncia todavía la sesión de madrugada. Pero ya no hay espectadores, ni tampoco horas golfas. En una de sus antiguas salas, ahora, hay un quiosco de prensa. El resto sigue tras un portón cubierto con una tela que aún deja entrever las taquillas. La inmobiliaria que gestiona el local apunta a que «hubo alguna visita, pero no llegó a cerrarse ningún trato». Una de ellas, para convertir el viejo cine en una casa del terror. Tampoco fraguó.

El último tanteo para el local del cine Dúplex iba orientado a crear una 'casa del terror'
El último tanteo para el local del cine Dúplex iba orientado a crear una 'casa del terror' BRAIS LOUREDA

«En el Pequeno Cine funcionaría un formato nostalgia»

En la calle Doctor Fleming, la fachada del Novocine-2 aún conserva parte de su pasado. En las taquillas y el suelo hay algún billete azul, descolorido, adquirido para asistir a las últimas sesiones y que allí se quedó, entre el polvo que también cubre la cristalera de la venta de entradas. También vacíos hay cuatro paneles donde se anunciaban la cartelera y sus pases, ahora inexistentes. Son pequeños recuerdos de una sala más íntima que corrió el telón en el año 2001 y sigue ahí, a la espera de una resurrección que no llega o un nuevo rumbo bajo otro formato.

«Su cierre coincidió con la época en la que todos los cines eran grandes. Aquel era como un juguete, otro concepto», razonan desde la inmobiliaria Fincas Maya, que oferta el alquiler del local. Antaño, tenía dos salas de proyección, con un aforo más reducido que el habitual para unos años en los que ganaban peso y afluencia los multicines asentados en centros comerciales. Es decir, de haberse mantenido vivo lo habría hecho a contracorriente, justamente un imposible en los tiempos en los que se pensó en redoblar el impulso de un séptimo cine enfocado a masas.

Si el futuro le brindará una segunda oportunidad es algo que todavía está por ver. El bajo está abandonado y desde la firma gestora estiman que, por sus dimensiones, sería factible darle vida «como un café-teatro o un emplazamiento para los más cinéfilos». «Aquí seguramente funcionaría muy bien un formato nostalgia, que reestrenase grandes películas de la historia como Apocalypse NowLa naranja mecánica o La vida de Brian, por poner tres casos. Son cintas que no pierden su interés aunque pase el tiempo, y para los que las vivieron siendo jóvenes podría ser una oportunidad para ir a verlas de la misma forma que lo hicieron en el pasado», indican. Pero por el momento, que Francis Ford Coppola, Kubrick o los Monty Python vuelvan atrás en el tiempo a Ourense sigue siendo un escenario de ciencia ficción.