Empiezan los Juegos Olímpicos. Y esta vez la espera fue de cinco años. Ya saben, una pandemia y tal. Los meticulosos japoneses vienen además de un terremoto y de un tsunami, pero eso no impedirá que cuiden hasta el mínimo detalle. Son así en el imperio del sol naciente. Y nosotros a madrugar. Vale, que nos podían valer los resúmenes o las repeticiones, pero no. Hay que verlo en vivo.
Y más desde un prisma ourensano, en el que ese sueño olímpico se hace en cada edición más real. Vamos llegando. Tamara Echegoyen y sus raíces en nuestra provincia son un referente fiable de años anteriores en vela, pero esta sumamos a una joven como Raquel Carrera, que nos hará levantarnos a ver baloncesto. Con el Valencia -competición europea- y tras ganarse el apelativo de jugadora revelación de la máxima categoría nacional, llamó la atención de Lucas Mondelo -otro con ascendencia ourensana-, que contó con sus servicios en el pasado Europeo. Ayer mismo cumplió un sueño al que pocas deportistas pueden acceder a su corta edad.
Y nos queda nuestra macedana de adopción, Ane Santesteban. Si Pablo Rodríguez volvió a quedarse a las puertas, su pareja lo hace ilusionarse casi al mismo nivel, llegando a Tokio con un caché alto para la prueba de ciclismo en ruta. Por aquello del dichoso covid, no habrá reuniones para su carrera en la matinal del domingo, pero sus vecinos ya pedalean con ella desde aquí.
Además, la fiesta no para, porque el propio Pablo, Paula Ginzo y otros jóvenes deportistas están más cerca cada vez. Y en París 2024 no será necesario madrugar tanto.