Ha sido un chasco, la retirada de la candidatura de la Ribeira Sacra para su elección como patrimonio de la humanidad este año, pero debe ser tomado como una lección. Objetivamente, los expertos del organismo internacional señalan unos puntos concretos que son claros y razonados en su crítica. No se trata de echar todo abajo, pues la marca Ribeira Sacra ya es conocida y su paisaje e historia siguen siendo admirables, pero los responsables de la Xunta quizás deberán pensar en cambiar no solo formalmente la presentación, sino en ir al fondo de las cuestiones que apuntan los expertos. Habrá cosas que no se puedan retirar, como los aprovechamientos hidráulicos. Los embalses han modificado la Ribeira, pero la acción del hombre -aunque sea para aprisionar un río- también puede tener su explicación dentro del paisaje cultural que se quiere defender. Porque suponemos que esta es la finalidad de la candidatura, no solo ponerle un título a la zona para venderla mejor, sino proteger sus cualidades. La región ya dejó de ser sacra hace tiempo y tampoco se puede pretender volver a la etapa previa a la desamortización, pero habrá que seguir conservando los monasterios, aunque no sean los únicos del mundo en su singularidad, como critica el informe. Y si la huella del pasado está borrada, lo que hay que trabajar es por el presente. Contra ese envejecimiento poblacional y ese abandono del territorio y de los viñedos en socalcos, perceptible sobre todo en el lado ourensano de la Ribeira Sacra. Toca reflexionar y trabajar.