Andrés Rodríguez Gómez, presidente de Viña Costeira: «En O Ribeiro somos jardineros de las viñas»

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa OURENSE

OURENSE

Andrés Rodríguez es el presidente de Viña Costeira
Andrés Rodríguez es el presidente de Viña Costeira Santi M. Amil

Dirige una cooperativa que vende cada año cuatro millones de botellas. «Es un gran titular decir que se apoya al rural, pero la única forma de hacerlo es que pueda haber una actividad económica rentable», lamenta

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En Andrés Rodríguez Gómez (Ourense, 1981) confluyen dos Galicias: la marinera, la de su padre, que es de Cedeira, y la de la viña, la de su madre, que es de Ribadavia. Preside y dirige Viña Costeira, la cooperativa nacida en 1968 de la que ya fue socio su abuelo y que genera el 40 % de la producción de la denominación de origen Ribeiro. Venden cuatro millones de botellas cada año.

—¿Qué recuerda de él?

—Mi abuelo fue lo que llamaban corredor de vinos: hacía vino en casa y compraba y vendía por todos lados. Y tenía viñedo propio. Recuerdo una finca, que en realidad no está tan lejos de Viña Costeira, aunque a mí de niño me lo parecía. En la vendimia iba desde allí hasta la bodega en tractor, a dos por hora... Echabas el día y esperabas colas, que eran kilométricas, para dejar las uvas.

—¿Qué es la viña para alguien de O Ribeiro?

—En O Ribeiro hay cariño y cercanía, pero también respeto. El patriarca o la matriarca que cultivó la viña por primera vez hoy tiene ochenta o noventa años. Pues sus hijos, con otros trabajos, la mantendrán al menos mientras esa persona viva porque consideran que sería un crimen no hacerlo. Si traes a O Ribeiro a alguien de Ribera del Duero, por ejemplo, se sorprende al ver las parcelas de quinientos o mil metros cuadrados. Y al ver cómo se cultiva: realmente somos jardineros de la viña. Esto, en zonas donde se usan tractores de trescientos caballos, no pasa. Es algo que en tiempos fue muy positivo. Y lo sigue siendo, pero es también una losa a la hora de mecanizar y, en consecuencia, rentabilizar el campo, que es lo que nos queda por delante. El mayor know-how en el mundo de la viña en Galicia está en O Ribeiro. Los niños, con 14 años, saben podar. Pero no te gusta podar para estar perdiendo dinero. Necesitas tener explotaciones eficientes.

—¿Está preocupado por el futuro?

—A finales de los noventa O Ribeiro producía 24 o 25 millones de kilos de uva y ahora estamos escasamente en los 10. Las hectáreas que se pierden son las mejores. Casi, por cada hectárea que se pierde, habría que replantar dos para producir la misma cantidad de kilos de uva. La preocupación es mucha porque la situación es límite. Estamos llegando a un punto de no retorno. Incluso haciendo un gran esfuerzo por parte de todos, solo reponer lo que se va perdiendo —ya no hablo de crecer, que parece que es lo que el mercado nos demanda— va a ser muy difícil.

—¿Hay remedio?

—Esperamos como agua de mayo lo que ocurra con la Lei de Recuperación de Terra Agraria, a ver cómo se articula definitivamente. Tenemos que ser capaces de recuperar buenas tierras de cultivo y tener fincas de tamaño eficiente. Cuando nació, Viña Costeira tenía 1.500 socios. Ahora somos 450. Sé que dentro de veinte años no volveremos a ser otra vez 1.500, porque es ley de vida, pero que al menos haya 200 y que se puedan dedicar a esto.

—Pero esto depende de mucha gente, de muchos factores...

—Necesitamos de Santiago, de la Diputación, de los concellos que forman parte de la Denominación de Origen... de todo el mundo, para que cada uno desde su campo de actuación reme en el mismo sentido.

PILAR CANICOBA

—Cuando escucha mensajes políticos sobre favorecer el retorno al campo, ¿qué piensa?

—Es un gran titular decir que se apoya al medio rural, pero la única forma de hacerlo es que pueda haber una actividad económica rentable. No se puede seguir trabajando como hace setenta años porque entonces nadie va a dedicarse a esto. Tenemos una oportunidad histórica mezclando la ley, los fondos Next Generation... En el interior de Galicia o hacemos algo muy potente o esto se nos va: quedarán las dos grandes ciudades y la costa. De lo poco que podemos hacer para mantener viva una zona como O Ribeiro pasa por la viña. De esto se da cuenta todo el mundo. El problema es que desde que tú tomas la decisión de plantar hasta que obtienes el primer kilo de uva pasan cinco años. Así que vamos tarde.

—Me decía que su padre es de costa y su madre de interior. Con conocimiento de causa ¿qué diferencias ve?

—La gente de costa, por lo general, tiene la mente más abierta. Quizás por el mar, por recibir más visitantes, por viajar más... y creo que tienen más clara la orientación al mercado. Tú tendrás que cambiar una y mil veces a lo largo de tu vida si quieres que te vaya bien.

—No ha sido un año para brindar, precisamente.

—Fue un año dificilísimo, trabajando más que nunca para hacer menos que nunca. Gestiones anteriores para abrir mercados fuera de Galicia y fuera de España cristalizaron en este tiempo y eso nos ayudó a paliar el golpe. Estamos saliendo bastante bien. Pero, fundamentalmente, nuestros vinos se consumen en hostelería. El vino es un producto de celebración. Cada vez que la hostelería cierra nosotros lo pasamos muy mal. A futuro, mi única preocupación es tener uva suficiente, así que soy bastante optimista.

—En muchos bares es casi un latiguillo: ponme un Costeira.

—Nuestra marca es lo que es gracias a los bares. El porcentaje mayoritario de nuestras ventas está ahí. Por eso creamos la campaña Amor de bares: fue una forma de acompañarlos cuando lo estaban pasando tan mal y darles las gracias por todo lo que nos han dado.

—Hablando de celebrar. ¿Con quién le gustaría brindar?

—Echo de menos estar la pandilla de amigos de toda la vida, que somos quince o dieciséis. Nos hemos visto a cuentagotas, de tres en tres... mataría por una comida con todos.

—Y si no fuera con un ribeiro... ¿qué elegiría?

—Lo tengo fácil porque Viña Costeira también tiene viñedos en Valdeorras: elegiría un godello.

—Tienen una promoción en la que, con el vino, el cliente se lleva su canción favorita impresa en una lámina. ¿Cuál sería la suya?

Comfortably Numb, de Pink Floyd.

—Con el estado de alarma recién levantado, ¿algún plan prioritario?

—¡Ver a mi hermana, que vive en Andalucía!

—¿Cómo pasa el tiempo libre, si lo tiene?

—Ahora mismo muy poco. Además de estar con la familia y los amigos, en cuanto puedo voy a Cedeira a pescar con mi padre. Y también me gusta hacer deporte.

—¿Fútbol o baloncesto?

—¡Baloncesto!

—¿Algún ídolo?

—Toni Kukoc. Sé que ahora suena muy viejuno, pero fue mi ídolo de niño y mi jugador favorito toda la vida.