Restaurantes llenos y reservas de cenas rechazadas en locales obligados a cerrar

La Voz OURENSE / LA VOZ

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El contraste entre hosteleros que recogían y los que seguían abiertos fue patente

17 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las últimas decisiones de la Xunta con respecto a las restricciones frente al covid-19 permiten a los restaurantes ampliar su hora de cierre hasta las once de la noche. De esta forma el sector recupera el turno de cenas, pero no de forma generalizada ya que en Ourense un número importante de establecimientos no tienen licencia de restaurante, por lo que no pueden beneficiarse de esta relajación en las medidas.

Una situación que ayer se apreciaba a simple vista en la zona de vinos de la capital ourensana, donde muchos locales que tradicionalmente sirven cenas tenían que recoger sus mesas a las nueve de la noche. Otros que sí son restaurantes, como el Tízar, en la plaza de Santa Eufemia, han optado por no abrir al no ser capaces de hacer frente a todas las especificidades del nuevo anuncio en el DOG. «Nos supone más gastos que ingresos», dice Tino Iglesias, su propietario.

El Tamarindo, en la praza Maior, sí abrió, pero de momento y por precaución solo en el interior del local. «No tenemos claro si la licencia de restaurante nos incluye las mesas en la terraza o si eso es solo gracias a la de cafetería, hasta que no lo consulte y esté seguro, no me voy a arriesgar», afirma Rubén Gil.

Una patrulla de la Policía Local iba recorriendo los locales que estaban abiertos con gente después de las 21.00 horas para comprobar que tenían licencia de restaurante. La mayoría cumplía, confirmaba un agente. En la plaza Eironciño dos Cabaleiros se apreciaba el contraste. Las terrazas de Lar da Sabela o Casa María Andrea estaban con el aforo al completo. Incluso tuvieron que rechazar reservas.

En la misma plaza, el mesón O Queixo tenía que cerrar, después de decir que no a una decena de clientes que querían cenar allí el viernes por la noche. «No se fijan ni en los metros cuadrados, ni si el local es grande o pequeño, y hacemos todo igual: aforo, desinfección. Es absurdo. Da rabia porque viene la gente y ves a los demás llenos, que me alegro, y este cerrado a las 21.00 horas», indicaban en el local de Manuel Vidal, Manoli.

En Casa María Andrea o el restaurante San Miguel estaban al completo. La primera noche de servicio de cenas fue bien y el fin de semana se presenta igual. «La diferenciación entre locales amplios respecto a bares y cafeterías es razonable», opinaba Diego González. Y aunque todavía no es obligatorio hasta dentro de una semana, ya tienen tres medidores de CO2, uno por salón.

Después de preguntar en cinco locales en los que no había sitio, un grupo de familias con niños llegados de Toledo para el campeonato de kárate se resignaba a pedir, como el jueves, comida a domicilio. Con su moto, Francisco Casas, repartidor de Uber Eats, comentaba: «Toda la semana ha ido fatal, pero hoy estamos desbordados».

Las asociaciones de hostelería coinciden al señalar que los frutos de las nuevas medidas tardarán en recogerse. Eran pocos los establecimientos que tenían ya reservas para este viernes, por la confusión de los clientes. Sí recibieron llamadas para hoy.

Lo que más choca es la diferenciación entre restaurantes y bares. «Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que hay establecimientos que además de cenas pueden da un vino con una tapa ¿qué les dices a esos clientes? Que si no van a cenar que no les sirves?», explica el presidente de los hosteleros de Xinzo, Alberto Rúa. Cree que esta medida, la de ampliar el horario, podría haber sido tomada hace tiempo y critica las exigencias impuestas: «Creemos que hay cosas que son inútiles, como la cita previa, el código QR o la máquina de CO2».

De la misma opinión es el representante de los hosteleros de Verín. Francisco Pérez cree que con esta decisión se vuelve a poner el foco de los contagios en la hostelería: «¿Por qué no se toman estas medidas en supermercados o bancos?», se pregunta. Quienes sí pudieron abrir hasta las once se mostraban contentos, aunque expectantes. Es el caso de Alberto Fernández, del restaurante Boigorri de Allariz: «En la anterior ocasión, cuando podíamos abrir hasta las 23.00 horas los clientes respondieron muy bien».

La resignación en O Barco

Por otro lado, los hosteleros de la capital de Valdeorras vivían el primer día de nuevos horarios con la resignación de que solo podrán usar la terraza. Con las nuevas medidas restrictivas, la hostelería no puede usar el interior. Eso hizo que ayer a mediodía se tornase complicado encontrar una mesa libre. El inicio del fin de semana y el buen tiempo animaron a muchos vecinos a salir a comer fuera.