El ourensano Mon Devane presenta la exposición «Las estrellas del camino»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

XOAN A. SOLER

Se trata de una galería al aire libre compuesta por siete murales en los que se retrata a siete personas relacionadas con el rural gallego

03 may 2023 . Actualizado a las 18:31 h.

Siete murales enormes y en cada uno de ellos, retratado, el rostro y el oficio de siete personas relacionadas con la tierra a la que representan. Las estrellas del camino es un proyecto artístico puesto en marcha por Estrella Galicia, que homenajea al Camino de Santiago en el año Xacobeo, concretamente el tramo gallego del itinerario francés. Se trata de siete obras realizadas por el artista Mon Devane (Ourense, 1985). «Este trabajo es el culmen de mi carrera hasta el momento. Ha sido una experiencia increíble especialmente por la confianza y por la libertad que me han dado para llevarla a cabo», explica Mon. El resultado es una enorme galería de arte urbano al aire libre, considerada una de las más extensas del mundo, ya que las obras que la conforman están salpicadas a lo largo de 140 kilómetros de recorrido.

El camino de esta exposición permanente y encuadrada en lugares situados en el rural gallego comenzó en diciembre del 2019. Durante el proceso creativo y de producción, no solo llegó la pandemia, también el cambio más bestia que ha experimentado la vida del artista ourensano hasta ahora: su hija Leive. «Lo primero lo complicó todo un poco, lo segundo lo llenó de luz. Tuvimos que adaptarnos a las reuniones por videoconferencia y a la toma de decisiones online», admite. Se subió al andamio, o a la grúa, dependiendo de las dimensiones del mural, en noviembre del 2020. Fueron semanas exhaustivas, a más de ocho horas diarias según le alcanzase la luz natural, con varios temporales de por medio que paralizaron su trabajo, hasta conseguir terminar seis de las siete obras -actualmente trabaja en la de Santiago- que ya pueden disfrutarse. «Ese es mi trabajo, la parte que domino. Estar descolgado frente a una pared y darle vida. Ahí es donde estoy acostumbrado a desenvolverme y la verdad es que sigue siendo lo que más disfruto de cualquier proyecto», dice Mon. Asume que hubo mucha ilusión contenida y que no faltaron los nervios: «Siguen sin gustarme nada las alturas, así que imagínate».

Han pasado veinte años desde que cogió un espray por primera vez y Mon todavía sigue manteniendo el discurso por el que peleaba entonces: «Hacer arte con arraigo. Pinto a personas y busco encontrar la conexión entre su historia y el lugar en el que quedarán plasmadas. Siempre relacionándolas con la mía e intentando encontrar vínculos con la cultura gallega». En México retrató a un joven comiéndose un pimiento de padrón: «Pica como los chiles». Su obra, en rigurosos tonos turquesas, brilla en Estados Unidos, en Europa, y en España, claro, pero Mon ha escogido quedarse en Ourense: «Me gusta llevar las miradas de aquí a cualquier parte del mundo».

Los estrellas del camino

En Triacastela Mon Devane inmortaliza a Xermán Arias, un lutier de Vilei que fabrica y arregla instrumentos musicales de cuerda desde su taller en Sarria. En ese municipio termina la siguiente etapa del Camino Francés y en su mural está Mario Mato, al frente de la casa rural de Santa Mariña, en Portomarín. Ahí la obra la protagoniza Xosé Luís Arqueixal. Natural de la aldea lucense de Albá, regenta su propia granja familiar, que lleva por nombre su apellido, Arqueixal. En Melide sale Isidro Pardo, apicultor jubilado de Viñós, promotor del Museo Vivente do Mel. En Arzúa, Mon retrató al coruñés Antón Pombo, investigador y escritor sobre el resurgir jacobeo. Siguiendo las etapas, en O Pino, el artista ourensano capturó la mirada de Maruja da Tahona, una repostera, ya jubilada, del pueblo de Agolada especialista en hacer melindres y dulces típicos de la zona.

La exposición, como el Camino, termina en Santiago. Allí Mon plasmará a Laurie Denet, una escritora canadiense que descubrió Galicia en su primera peregrinación desde Chartres (Francia) a Compostela, que se enamoró de esta tierra hasta el punto de quedarse en O Cebreiro. Lucirá en una lona de más de 30 metros que cubre un lateral del Hotel Oca Puerta del Camino. Una exposición en la que el orgullo galego saca pecho y en la que el arte se convierte en estrella que guía, perfecta para visitar como peregrino o como todo lo demás.