Un trabajo esencial, un año de lucha contra el covid

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Después de 365 días en primera línea junto a los sanitarios, profesionales de sectores imprescindibles en la pandemia repasan lo vivido desde el estado de alarma

14 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Son muchos los profesionales que se han colocado en primera línea del campo de batalla contra el covid-19. Empezando por los sanitarios, el trabajo de numerosos profesionales ha hecho posible el camino hasta aquí, un año después del inicio de la pandemia. Repasamos estos meses junto a farmacéuticos, policías, personal de supermercados y repartidores.

SECTOR FARMACÉUTICO

LABOR INDISPENSABLE A LO LARGO DE LA PANDEMIA

Los farmacéuticos son personal sanitario y además, tal y como recalcó la pandemia, su labor es imprescindible y esencial para la población. «Ha sido un año de trabajo duro y de mucho compromiso tanto con las autoridades sanitarias como con la ciudadanía», afirma Santiago Leyes, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Ourense. Él explica cómo el 13 de marzo del 2020, cuando se anunció el estado de alarma, lo prioritario para ellos era implantar medidas de seguridad: «Llevábamos ya una semana organizando la manera de conseguir el mayor número posible de metacrilatos para que los colegiados pudiesen solicitarlos con urgencia y recibirlos». «Nuestra prioridad era satisfacer las necesidades de los vecinos, les llevábamos a casa los medicamentos y también en muchos casos intentamos consolarles y animarles», explica Francisco José Fernández, que regenta una farmacia en el rural, concretamente en el municipio ourensano de Leiro, donde también es el alcalde. Ambos admiten que hubo miedo y mucha ansiedad. «En nuestro caso lo primero fue hacer acopio de elaboración de antisépticos y desinfectantes, entre otras cosas», afirma Martín Blanco, del servicio farmacéutico del CHUO. Lo más vendido en estos doce meses ha sido el paracetamol, pero también los antidepresivos, símbolo inequívoco del efecto de la pandemia en las personas. También los multivitamínicos y las cremas para la piel, para curar los estragos de los encierros en casa y del uso diario de mascarillas. «Se incrementó mucho el asesoramiento, los clientes nos preguntan mucho más y eso forma parte de nuestro trabajo, estamos encantados de poder ayudarles», dice Leyes. «Los farmacéuticos ofrecimos a la sociedad todo nuestro conocimiento y capacidad», continúa. Ejemplo de ello fue la campaña de test de covid que realizaron en las farmacias de Ourense. «Fue un trabajo pionero y muy importante, del que nos sentimos muy satisfechos y que volveríamos a repetir», termina el presidente de los colegiados ourensanos.

MIEMBROS DE SEGURIDAD

AL FRENTE DE LA PROTECCIÓN Y EL ORDEN

Dice Baldo Rubio que su trabajo como policía local siempre fue el de colaborar con la población, no el de censurarla, como muchos piensan. «Nosotros no buscamos castigar o sancionar, buscamos ayudar y garantizar la seguridad», apunta. Tuvo que llegar una pandemia para que gran parte de la sociedad lo viese de esta manera. «Profesionalmente, y hablo en nombre de todos mis compañeros de Ourense, nunca nos había pasado el sentirnos reconocidos, queridos y apoyados de manera tan unánime por la población», dice. Y es que el confinamiento sirvió además para demostrar el lado más humano de estos profesionales que, por su trabajo, muestran siempre su versión más seria y estricta. Entre los recuerdos de todos quedarán esas felicitaciones con el coche patrulla a los más pequeños o esos mensajes de ánimo a través de la megafonía en las rondas nocturnas. «Es que al fin y al cabo somos personas. Sabíamos que esta situación estaba afectando psicológicamente a muchos vecinos y que la tristeza se estaba generalizando. Esa fue nuestra forma de intentar aportar algo de alegría», cuenta el policía ourensano.

Durante los primeros días del estado de alarma el teléfono de la comisaría no paraba de sonar. «Echaba humo. Había mucha incertidumbre y la gente quería claridad así que llamaban todo el rato para hacernos consultas», recuerda Rubio. Las preguntas más repetidas eran acerca de la movilidad y también sobre qué empleos eran considerados esenciales. Luego las llamadas pasaron a ser de personas que querían avisar de que alguien se saltaba las restricciones. «Aunque tenemos que admitir que la reacción ciudadana ha sido extremadamente positiva en todo momento y es que, de no haber sido así, habríamos vivido una situación incontrolable. Por eso agradecemos la concienciación, la sensibilidad y el saber estar de los vecinos», añade.

SECTOR LOGÍSTICA

LLEVARON A LOS HOGARES TODO 

Las compras online fueron el recurso más empleado para sobrevivir al cierre de tiendas y establecimientos de todo tipo. Los repartidores hicieron posible con sus entregas a domicilio el cubrir todas esas necesidades que fueron surgiendo durante el estado de alarma. «Fuimos un vínculo directo entre la gente y la realidad del mundo vacío que estaba fuera de la puerta de sus casas», dice César Manuel Lindo, encargado de la sede ourensana de Citylogin, una empresa de distribución y reparto. Su trabajo se incrementó en más de un 30 %, tanto que el número de empleados pasó de 13 a 40 en los momentos más críticos de la pandemia. «Llevamos pedidos de todo tipo y a todos los rincones, a las aldeas más remotas de la provincia e incluso a lugares en los que nos avisaban de que había varios contagiados», recuerda. Todo su equipo se salvó del covid. «Es un orgullo y una tremenda satisfacción. Al principio lo vivimos con miedo, pero poco a poco nos fuimos adaptando y lo que más nos movía era saber que éramos necesarios para la sociedad en ese momento», continúa César, que lleva 25 años en el sector de la logística. Lo mismo piensa su compañero Lucas Sousa: «A mí lo que más me impactó, y creo que es un recuerdo que no se borrará, era ver las calles de la ciudad vacías a una hora punta, parecía que estábamos en una película apocalíptica». No se olvidan tampoco de la emoción generada por los clientes. «A algunos les llevábamos bienes básicos y al vernos llegar a su casa, en un rinconcito en medio del rural ourensano, nos lo agradecían con lágrimas en los ojos», dice César. «Y nos hacían emocionarnos a nosotros también, claro», admite Lucas. Destacó el reparto de equipamiento deportivo, de manualidades infantiles y de succionadores.

SECTOR ALIMENTACIÓN

SU TRABAJO HA SIDO IMPRESCINDIBLE

La comida es un bien imprescindible y las personas que hay al pie del cañón en el sector de la alimentación también. Clara Torres es la encargada de un supermercado Gadis en el centro de Ourense y lleva 20 años trabajando en la empresa. Recuerda perfectamente cómo el estado de alarma les pilló por sorpresa: «Nadie se esperaba que llegásemos a ese punto y nadie tampoco había pasado por una situación igual, así que el nerviosismo fue el gran protagonista, especialmente entre los clientes». Esa casi histeria generalizada provocó las compras masivas y el tan sonado agotamiento de papel higiénico. «Y eso que, tal y como dijimos desde el principio, nunca llegó a faltar nada. Reponíamos hasta 4 o 5 veces al día, pero había momentos concretos en los que claro, no dábamos abasto, y por eso no se veían determinados productos, porque no teníamos tiempo a sacarlos del almacén. Fue una locura», admite. Doblaban horas, salían más tarde para dejar todas las estanterías llenas y colocadas y hasta se tuvieron que enfrentar a clientes que, en pleno confinamiento, salían varias veces al día a comprar y a otros que lo hacían sin mascarilla. «Había días que era increíble la verdad y actitudes que nos disgustaban y enfadaban mucho, pero nosotras nos quedamos con lo bueno. Nuestra filosofía como equipo siempre ha sido la de disfrutar trabajando y cuando llegó la pandemia intentamos sacar lo mejor de nosotros mismos», afirma Sonia Sánchez, que lleva 17 años en Gadis. «Fue muy duro pero generó muchas cosas bonitas, nunca olvidaremos los termos de café y los bizcochos recién hechos que nos bajaban los vecinos, ni las decenas de cartas de agradecimiento que recibió la empresa por nuestro trabajo», continúa entre lágrimas. «Y a las ocho en punto salían a aplaudir y gritaban nuestros nombres. Era una recarga de energía y creo que esos vínculos que se formaron ya no se romperán», añade Clara.

Durante el confinamiento, Magda, Chus, Lucía o Mari no solo eran las profesionales del supermercado, también las personas con las que intercambiar unas cuantas palabras de ánimo. Cuando el coronavirus paralizó al mundo entero, ir al súper se convirtió en uno de los pocos anclajes con la vida normal, se transformó en la rutina más esperada de la semana. «La gente tenía miedo y mucha incertidumbre. Todos los días intentábamos tranquilizarles, incluso por teléfono, recordarles que seguiríamos estando aquí y que había comida para todos», explica Nazaret Doval, encargada de un Aquié, del ourensano Grupo Cuevas. De hecho en este supermercado implementaron los pedidos vía telefónica, por correo o incluso por WhatsApp. «Improvisamos todas las opciones posibles para que nuestros clientes pudiesen hacer la compra y tener abastecimiento sin necesidad de salir de sus casas», recuerda. Luego el equipo de reparto se lo entregaba en casa. El incremento significativo de este servicio lo notaron también en los centros Eroski. «Aquí aumentó casi un 80 %», explica Yolanda Fernández, encargada del situado en la carretera de Seixalbo, en el que tuvieron que formar a personal específicamente para este servicio. Su compañera Marta Tabarés llevaba en la sección de pedidos web unas semanas cuando comenzó la pandemia. «Fue una situación desbordante porque llegamos a despachar hasta 40 pedidos al día —lo normal está en la mitad— y todos eran de compras muy muy grandes», explica. Entre los productos más vendidos estaban las bebidas alcohólicas: «Era alucinante, igual que las chucherías o los típicos picoteos de antojo. Se ve que la gente, dentro de la situación, necesitaba desahogarse de alguna manera». Marta dice que le sirvió de máster acelerado en este servicio online y que, sobre todo, entre tanto nerviosismo se queda con todos los momentos buenos vividos junto a sus compañeros. «Somos una tienda muy unida y eso nos ayudó muchísimo a llevar la situación con optimismo y sentido del humor», dice Yolanda. En este Eroski incluso llegaron a grabar un vídeo para animar a todos los vecinos. Ella admite que el primer fin de semana del estado de alarma también se aprovisionó de comida: «Aunque sobre todo mantuve la calma y pensaba todo el rato que para adelante, que íbamos a salir de esta».

Y es que de los peores momentos se puede extraer una parte buena. Todos coinciden, la unión y apoyo entre compañeros y el ahínco de los clientes se convirtió en fuerza y valentía para los profesionales de los supermercados. «La mayor motivación fue sentir que nuestro trabajo era imprescindible», afirma Nazaret. «Si hecho la vista atrás, a día de hoy el sentimiento que prevalece es la confianza y el cariño de la gente. Creo que nos volvimos más humanos los unos con los otros y eso es con lo que me quedo», termina.

Lorena Gómez es policía local en Ourense
Lorena Gómez es policía local en Ourense Santi M. Amil

«Me quedo con el cariño de los clientes y con que toda la gente que quiero está bien»

Entre los cientos de personas que vivieron la lucha contra el covid desde la primera línea de batalla está Lorena Gómez. Ella entró en la Policía Local en la última promoción antes del covid-19 y de hecho, tras aprobar los exámenes y pasar por la academia, comenzó a ejercer tan solo un par de meses antes de que se decretase el estado de alarma. «Llevaba 10 años trabajando como auxiliar de policía y llegar aquí era mi sueño», admite. Y casi al mismo tiempo se gestó la pandemia. Dice que no pasó miedo: «Creo que estamos preparados para enfocar estas situaciones, pero sí que surgieron momentos de mucho respeto. La pandemia aumentó nuestra exposición, claro, pero con vocación y tomando las medidas oportunas todo fue bien». Cuenta Lorena que ella no dejó de disfrutar su trabajo aún con las circunstancias que la rodeaban: «La situación reforzó mi convicción de que esto es lo que sé hacer. Al principio vivimos momentos complicados porque tuvimos que explicarle a la sociedad la importancia de protegerse y alguna gente no quería entender, pero hoy ya hay muchísima concienciación».

Nieves López es farmacéutica
Nieves López es farmacéutica MIGUEL VILLAR

En primera línea estuvo también la farmacéutica Nieves López, que lleva 30 años ejerciendo. En su profesión el caos de la pandemia estuvo más presente. «Había mucha incertidumbre. Recuerdo que no teníamos mascarillas y fueron unos clientes los que nos las trajeron. Haciendo limpieza en casa se las habían encontrado y nos las bajaron a la farmacia para protegernos. Fue uno de los gestos que más me emocionó», cuenta, tanto a ella como a su marido, el también farmacéutico José Puga, con quien trabaja. Ahora las mascarillas son uno de los productos que vende a diario sin excepción. Nieves admite que a ella el trabajo la ayudó a sobrellevar la situación: «Quería estar ocupada y no pensar. Trabajaba en la farmacia y al llegar a casa me ponía a limpiar y a ordenar, y a mí me funcionó. Aunque es cierto que nunca pensé que llegaríamos a cumplir un año con esta situación». Pero así es y ella se queda con lo bueno: «El cariño de los clientes y que toda la gente que quiero esté bien».

John Fredy García es repartidor en Eroski
John Fredy García es repartidor en Eroski Santi M. Amil

John Fredy García encontró trabajo en enero como repartidor de Eroski. Dos meses más tarde se convirtió en personal esencial. «Fue increíble. De repente pasamos a trabajar hasta la medianoche y aún así no dar abasto porque nuestro súper está en una zona en la que viven muchas personas mayores y teníamos que llevarles sus pedidos. Ellos eran nuestra prioridad», cuenta. Aún así Fredy dice que no sintió miedo: «Yo soy de Colombia. Allí vivimos en un conflicto armado todo el tiempo, la violencia y la inseguridad forman parte de nuestro día a día. Y aunque parezca que una pandemia no tiene nada que ver, de alguna manera siento que la vida en nuestro país nos hace difíciles de asustar y más bien tratamos de tirar siempre para adelante». Y eso que él tuvo covid,. Se lo pasó su madre, que cuida de un señor mayor que se contagió. «Por suerte apenas tuve síntomas, fue como una gripe común, y lo superé del todo», termina y amplía que todo es cuestión de ponerle ánimo.