El capellán del CHUO estudia Medicina y aspira a ir de misiones a América o África

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

José Manuel Armesto, sobre su papel en el hospital: «Es muy bueno que los pacientes noten nuestra presencia»

21 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si un día tiene 24 horas, José Manuel Armesto parece apañarse para que sean 48. El capellán del CHUO es, a su vez, párroco en 16 iglesias de la provincia, enfermero a tiempo parcial en la residencia del Seminario Mayor y, además, estudiante de Medicina.

«Antes de empezar la carrera eclesiástica siempre quise hacerlo. Me ha gustado de toda la vida y, ahora, desde inicios de curso tengo prácticas de laboratorio», explica. Selecciona unas pocas materias cada año para poder abarcar todos sus frentes abiertos, que no son pocos. Por ejemplo, en el Seminario Mayor es el enfermero encargado de coordinar el punto de vacunación del centro sociosanitario. «Aunque no en el caso del covid-19, porque para ello ya se han asignado a equipos por parejas en el área sanitaria. Son nominativas y hablamos de algo totalmente diferente: necesitan estar a una temperatura de ultracongelación, a casi 80 grados bajo cero. Pero sí me toca estar pendiente en el caso de la gripe, neumonía o tétanos, por ejemplo. No estoy muchas horas a la semana, pero quiero seguir haciéndolo, porque es muy importante no perder la práctica», agrega.

Pero en paralelo, recorre todas las semanas los concellos de Castro Caldelas, San Xoán de Río y Montederramo para atender sus parroquias y también a los feligreses. Lo hace con gusto, y por el mismo motivo que cuando optó por los estudios eclesiásticos en Salamanca cuando su elección siempre habían sido las ciencias: «Te abre la capacidad de pensar. Como pasa a menudo cuando tienes contacto diario con la gente. En mi caso, pasé de estudiar asignaturas de química y biología a la filosofía, el latín o el griego. Y la verdad es que también me gustó», dice Armesto.

En el CHUO trabaja desde el año 2009, y él es testigo directo de cómo la pandemia ha cambiado hasta las despedidas de los seres queridos. Desde que el coronavirus pisó la provincia, una unción de enfermos en la uci implica más cuidado que nunca y también deja al capellán como el puente entre el que se despide y quienes le dicen adiós. «En el hospital suelo estar entre 30 y 40 horas a la semana. Si el paciente está muy grave y la familia así lo pide, en los momentos muy críticos entro a realizar la unción. Toca extremar más que nunca las precauciones, pero la realidad es que en eso siempre se han demandado mis servicios y creo que es bueno que tanto los allegados como los pacientes noten nuestra presencia. Que sepan que en momentos así estamos con ellos», cuenta.

Irse de misiones, un sueño

Armesto explica que aquellos religiosos que se marchan destinados a distintos puntos del mundo suelen ganar enteros para hacerlo si entre su formación hay alguna titulación sanitaria como Enfermería o Medicina. En su caso, la primera la cursó en el campus de Ourense y la segunda tras haberse matriculado en la Universidad de Santiago de Compostela. «Con todo lo que tengo que hacer es difícil llevar cada curso al día, por eso intento ir dosificándome», indica.

El capellán del CHUO señala que le gustaría «si pudiese ser, irme a Latinoamérica o países como Guinea o Mozambique». «África es el continente de la esperanza, y nunca se sabe qué puede pasar en un futuro. Por ahora, la realidad es que tengo trabajo que atender en mi entorno familiar, así que mi misión real está aquí», concluye.