En condiciones normales, el debate en torno a un plan urbanístico municipal debería desarrollarse utilizando argumentos técnicos. Pero hace tiempo que nada en la política de Ourense se acerca siquiera a la normalidad. Y, repito, hace tiempo. No vaya a ser que alguien se haya olvidado del famoso episodio del «cambiazo»...
Pues bien, después de aquel bochorno judicial hubo que elaborar un nuevo PXOM. Pasaron años y años, porque se trata de un proceso complejísimo. Y, en el 2019, el gobierno encabezado por Gonzalo Pérez Jácome tenía todo encarrilado para dar el visto bueno definitivo al documento. Sin embargo, pese a contar con mayoría absoluta, el líder de Democracia Ourensana no logró llegar a un acuerdo con sus socios del PP. Jácome quería eliminar las torres previstas por Copasa en las riberas del Miño y, además, quería planificar un enorme rascacielos en la Finca Mariñamansa. Porque, ¿qué sería de la política ourensana si aquí fuese todo normal?
El caso es que el alcalde, que no fue capaz de aprobar el PXOM teniendo mayoría absoluta, pretende hacerlo ahora que gobierna con el único apoyo de otros dos concejales. Hay que ser muy optimista para pensar que conseguirá su objetivo, a menos que en realidad lo que busque sea retratar al resto de grupos. Con la reunión celebrada este jueves y las que se prevén en el futuro, Jácome podría decir que él lo intentó, pero que fueron otros quienes bloquearon el nuevo plan. O eso, o renuncia a sus líneas rojas para llegar a un acuerdo. Pero, si lo hace, el valor de su palabra quedaría muy en entredicho.