Tres meses después, podemos decir que los más pequeños nos han dado una lección. Este martes los escolares ourensanos han cerrado su primer trimestre escolar después de haber dado ejemplo del mejor comportamiento ante la compleja situación sanitaria. A pesar de las dudas y temores de muchos padres sobre el riesgo de contagio que supondría llevar a los pequeños a las escuelas, con el paso de los meses hemos descubierto que, al final, el colegio era el lugar más seguro para ellos.
Porque ha habido contagios, claro, pero en la mayor parte de los casos procedentes de fuera de las aulas y sin que se hayan constatado contaminaciones masivas entre compañeros. ¿Por qué? Quizás es cierto que a pesar de lo que se pensaba al principio, los niños no son grandes contagiadores, pero tampoco podemos olvidar su comportamiento. Incluso los menores de seis años han entendido la necesidad de no quitarse nunca la mascarilla en clase y han acatado la obligación de lavarse las manos y evitar en lo posible el contacto con sus compañeros. Ha sido un trimestre con menos abrazos, con recreos limitados, con menos libertad, pero ha merecido la pena.
No se puede decir lo mismo de los adultos. Ha sido volver a abrir las puertas de la ciudad, y de los negocios de hostelería, y repuntar los casos de coronavirus. Llevamos ya varios días al alza en la ciudad y si seguimos así las autoridades sanitarias no tardarán en volver a ponernos restricciones, porque demostrado que es lo único que funciona. ¿Qué lección les damos nosotros a nuestros hijos?