Hace quince días empecé unas pequeñas vacaciones, si es que a los descansos laborales se les puede llamar así en el contexto esta maldita pandemia, claro. Pues bueno, cuando me despedí de la redacción estaba convencido de que nada sustancial habría cambiado en el Concello de Ourense a mi vuelta. Y no que equivocaba. PSOE y PP siguen sin llegar a un acuerdo para impulsar una moción de censura contra el microgobierno de Gonzalo Pérez Jácome. Socialistas y populares critican sin piedad al alcalde, pero no logran concretar su rechazo mutuo al regidor en una alternativa para la gobernabilidad de la ciudad. Y todo apunta a que así será hasta que lleguen las próximas elecciones, en el año 2023.
Pese a todo, durante el tiempo que estuve «fuera», ambas formaciones sí han logrado llegar a un acuerdo, concretamente para reformar el régimen retributivo de la corporación municipal. Se trata de un asunto que se presta fácilmente a la demagogia. Tras la ruptura de la coalición con Jácome, todos los concejales del PP se quedaron sin sueldo, provocándose de ese modo un desequilibrio con el resto de los grupos de la oposición, que sí tienen ediles liberados.
Esa situación debía ser corregida, pero el acuerdo entre populares y socialistas por ese motivo y no para la moción de censura es una constatación más de que el relevo de Jácome no entra en sus planes. Que los ourensanos se acostumbren, por lo tanto, a tenerlo como alcalde y a escuchar cómo unos y otros se señalan mutuamente como culpables de la situación.