Días de Arsenio

Pablo Varela Varela
Pablo Varela EL APAGÓN

OURENSE

11 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se acerca la Navidad y muchos ven en ella el alivio a un año raro. Quizá sean las luces, algo de colorido para momentos sombríos. Y como en casi todas las cenas, siempre puede haber un invitado con el que no se cuenta. Por hacer un paralelismo, al Dépor que perdió la Liga en el año 1994 se le suele recordar que todo murió en un penalti, pero con el paso de los años uno tiende a convencerse de que el disparo al pie ya nos lo habíamos dado antes, por ver la victoria antes de tiempo.

Ilusionarse es humano, tanto como lo es perder, así que no hay nada de malo en ello. Y antes de tropezar ante el Valencia, quedó para la posteridad un mensaje de Arsenio pidiendo pausa y cabeza que es aplicable a casi todos los momentos de euforia en la vida. Para quienes crecimos viendo cómo se le blanqueaba el pelo en el banquillo, él fue lo más parecido a un abuelo popular. Un consejero involuntario que eludía siempre el protagonismo pero, sin darse cuenta, daba dos o tres lecciones a quien se cruzaba por el camino.

La cautela futbolística fue una de ellas, aunque su planteamiento, en realidad, era algo que iba más allá del campo. No dejo de acordarme de ello a las puertas de la Navidad, con todos haciendo cálculos de sillas y convivientes, de si la vacuna llega en febrero o lo hará antes. Eso está por ver, pero en el trayecto ya hay quien se hizo de oro en la bolsa a costa de anunciar supuestos. Ya lo decía la Steve Miller Band en su Take the money and run, aunque supongo que esa es una historia que merece capítulo aparte. Al final, todo se reduce a cábalas, mientras hay una realidad que sigue ahí: el coronavirus, por ahora, no se ha ido. Y de lo poco que ya se conoce sobre él, sí se sabe que no es de los que concede treguas.