Cincuenta años de amor sin discusión

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Cedida

El matrimonio de Punxín, Carmela González y Lino Vázquez, acaban de llegar a las bodas de oro

17 nov 2020 . Actualizado a las 15:35 h.

Dice Bea Vázquez que si hay algo que caracteriza especialmente a la relación que tienen sus padres es que no discuten. «Nunca les hemos escuchado discutir o enfadarse. Se llevan muy bien y tienen mucha complicidad», afirma. No es de extrañar si se tiene en cuenta que Lino Vázquez y Carmela González llevan toda la vida juntos. Se conocieron siendo todavía adolescentes. Ella es del centro de Punxín y él de la aldea de O Viñao. «Se veían y se gustaban y al final dieron el paso y se declararon», cuenta Bea. Así empezó todo. Carmela y Lino tenían 21 y 29 años, respectivamente, cuando se casaron, el 15 de noviembre de 1970. Se acaban de cumplir cincuenta años de ese día y su amor es todavía más grande. «No son nada cariñosos entre sí, pero tienen una relación que todos admiramos», dice la hija menor del matrimonio. Ella y sus dos hermanos mayores, María y Marcos, han dado a la pareja el mayor regalo: cuatro nietos. Carlota, Iago, Yeray y Brais son la debilidad de sus abuelos, tanto que han tenido que separarlos de ellos durante la pandemia. «Cuando están con los niños no son capaces de medir. Se les olvida el coronavirus y necesitan abrazarlos y mimarlos, así que solo les ven de forma virtual hasta que pase todo».

No han tenido celebración con toda su familia, como les hubiera encantado, pero sí recibieron flores, regalos y hasta un arroz con leche casero para poder festejarlo juntos en su casa de Punxín. «Quisimos que se sintiesen arropados en una fecha tan especial», apunta Bea. Los buenos deseos también les llegaron desde la Casa do Maior del municipio en el que viven, a la que Lino acude desde su apertura en el 2018. «É o neno bonito de todos. Sempre disposto a axudar con todo o que haxa que facer e sempre cunha palabra bonita na boca sobre a súa Carmela», dice Melanie Rodríguez, una de las trabajadoras del centro. Y habla en nombre de usuarios y profesionales cuando apunta: «Alegrámonos moito deste precioso aniversario. E o ano que ven non se libran de invitar a unha mariscada». Él, serio y bromista de retranca a partes iguales; ella, generosa y volcada por los suyos hasta la médula; celebran este año sus bodas de oro con la distancia de seguridad, a la espera de poder volver pronto a abrazarse a los que más quieren. ¡Felicidades!