La resistencia degustó castañas asadas

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Únicamente dos grupos de ourensanos celebraron el magosto en Montealegre

11 nov 2020 . Actualizado a las 22:23 h.

En un mes atípico de un año convulso se celebró el San Martiño 2020. El covid-19 sí pudo con la tradición, aunque no con el sentimiento de una ciudad que cuando llega esta fecha se echa a la calle y al monte para compartir comidas largas entre familiares y amigos. Para socializar. Este año, los magostos fueron puntuales, entre convivientes y en privado. Sin embargo, la resistencia se dejó ver -en algunos casos rozando la ilegalidad- y las castañas pudieron salir a la calle y hacerse un hueco entre las mascarillas. Hubo incluso quien celebró en el parque de San Lázaro un encuentro fugaz para no dejar que el covid ensombreciera, también, el día del patrón de Ourense. En un banco, con una botella de vino, unos chorizos asados dentro de un vaso y una bolsa llena de castañas, un grupo de amigas -de toda la vida- celebraron su magosto, ante la mirada incrédula de muchos paseantes: «Nos conocemos desde pequeñas y nos vemos todos los días. Estamos con la mascarilla, separadas y al aire libre», explicaba una para justificar el momento. Mientras en la ciudad, sobre todo por la mañana, se pudo ver algo de ambiente, en Montealegre, zona cero del desmadre de los magostos, el silencio era casi total. Otros años el jolgorio llena este espacio en la versión más tradicional y vistosa de la fiesta. Pero hubo resistencia. Un grupo de ourensanos se plantaron entre el bosque para asar chorizos y castañas. Es difícil pasar desapercibido cuando se sube la monte con un grupo de niños y se planta una hoguera. Al otro lado de la carretera había una pareja. Solo una. Él, José Luis, es habitual de la fiesta. Para ella, Rocío, era la primera vez. «Nosotros somos convivientes, pero vinimos con un poco de temor ya que no sabíamos si se podía. Además, no veíamos a nadie...», relataba José mientras Rocío iniciaba la hoguera. Ella explicaba que es americana pero que sus padres son de Canarias y Castilla y León, por lo que lo de las barbacoas y las castañas no le es ajeno. Sin embargo, José no sabe cómo explicarle que lo que ve no es lo que es.

Otros de los referentes del magos en la ciudad son las asociaciones vecinales que este día celebraban una de las jornadas más importantes de los barrios. Este año no pudo ser, aunque sí hubo una que se resistió a dejar pasar el día. En Seixalbo, San Breixo hizo posible casi un milagro: que todos los vecinos del barrio pudieran comer castañas asadas el propio día de san Martiño en pleno «semiconfinamiento» por coronavirus. En el local social se prepararon y todos los que quisieron pudieron acudir para llevarlas a su casa. No solo eso, también las acercaron a los domicilios de aquellos vecinos que no pudieron desplazarse, por diferentes motivos. No fue lo mismo, pero ya nadie podrá decir que en el 2020 en Seixalbo no hubo magosto.

El Concello de Ourense puso de su parte, aunque quizás alguno esperase más. Cabezudos y grupos de gaitas animaron una mañana que amaneció soleada y se fue enfriando con las horas.