«É un lugar seguro para os nenos»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE

En Ribadavia el servicio de Familias Madrugadoras funciona en el colegio
En Ribadavia el servicio de Familias Madrugadoras funciona en el colegio Agostiño Iglesias

Los servicios de conciliación tienen sus propios protocolos anti-covid

02 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El horario escolar no siempre es el mismo que el que tienen los padres de los alumnos en sus trabajos. Eso hace que cada vez sean más necesarios servicios de conciliación en los que dejar a los niños antes de que comiencen las clases, o incluso una vez acabadas estas. Hay servicios de carácter privado y también público, que en todos los casos han tenido que adaptarse a la nueva realidad marcada por el coronavirus y poner en marcha sus propios protocolos para evitar contagios. Hay menos niños este curso, pero sigue siendo un recurso utilizado por muchas familias.

En Maceda llevan años ofreciendo el programa Acollida, que permite a los padres que trabajan dejar a sus hijos antes de la entrada al colegio y recogerlos mucho después. De hecho, el servicio está en marcha desde las 7.30 de la mañana hasta las 18.30 -excepto el tramo entre las 9.30 y las 15.30 horas, que los alumnos de primaria van al centro-. Y el coronavirus no ha conseguido pararlo. Todo lo contrario, explica la edila de Servizos Sociais, Ana María Rodríguez Blanco. En el gobierno local tuvieron siempre claro que si los menos volvían a clase, también recuperarían el servicio. «O que buscamos é facilitar dunha maneira a conciliación, porque facelo tamén recae na igualdade», destaca Rodríguez Blanco.

Poner en marcha el servicio no fue tarea sencilla. Hubo que elaborar un protocolo para tratar de evitar contagios entre los niños (unos 20), en el que tienen gran importancia las labores de desinfección, pero también la ampliación de los espacios destinado a los usuarios, así como su ventilación. De hecho, el edificio multiusos ha perdido esa función, ya que únicamente se dedica ahora al programa de Acollida. Todo ha cambiado ya desde la entrada. A la puerta del centro se ha habilitado una carpa en la que los padres dejan a los niños. Una vez dentro del multiusos, hay diferentes zonas. Tienen una televisión para poder ver vídeos, hay dos encerados recuperados del instituto en los que pueden pintar, zonas marcadas en el suelo para que cada niño tenga su espacio para jugar... Los juguetes son de uso individual. Después de varios días con los mismos, las monitoras los desinfectan para poder cambiarlos «e que os máis pequenos non se aburran», señala Rodríguez Blanco.

Cuando toca ir al cole (y de nuevo a la salida), las monitoras acompañan a los niños, que van cogidos a una cuerda. Y también ese momento tiene protocolo covid. La cuerda es lo suficientemente larga como para que los menores guarden la distancia de seguridad, y cada uno tiene su propio nudo al que ir agarrado (y siempre, de nuevo, tiene que ser el mismo). Además, su llegada está coordinada con la del transporte escolar y la de los niños que van directamente desde casa para evitar que se junten.

En el multiusos de Maceda hay también una zona con mesas y sillas, en la que cada usuario tiene la suya asignada. Atrás queda lo de sentarse cada día en un sitio distinto. Allí pueden pintar, leer o hacer las tareas en el caso de los más mayores. «Acollida non é unha continuación das clases, pero tamén poden facer os deberes», explica la concejala. Y merendar. Llegado el momento del bocata, se acabó lo de compartir. Va en contra de los valores que tradicionalmente se inculcaban a los más pequeños de la casa, pero ahora no toca. «Non é como antes que se podía compartir, agora con iso somos moi estritos», relata la edila. Y si los niños van al baño, las nuevas normas dicen que tienen que tirar de la cadena antes y después de usarlo. Además, las monitoras se encargan de desinfectarlo después de que salga el menor.

«É un sitio seguro, aínda que ao 100 % non se pode asegurar nada», reconoce la concejala de Servizos Sociais. Y cree que esa idea de seguridad la tienen también los padres. No han notado mucho descenso de usuarios respecto al año pasado. Los que hubo, en su mayoría, se deben a que ahora los requisitos para poder acceder al programa son más restrictivos. «É un servizo para familias nas que traballen os dous, ou o proxenitor no caso das monoparentais», señala Rodríguez. Eso sí, reconoce que son flexibles a los cambios. Las educadoras social y familiar del Concello son las que se encargan de analizar las solicitudes y coordinar el programa. «Se cambia a situación de alguén e precisa conciliación, pode entrar», dice. «Se alguén ten que facer un curso e precisa conciliación, adaptámonos, como xa se nos dou. Tamén podería ser por enfermidade ou coidado de dependentes, que tamén recollemos esa posibilidade, pero aínda non se nos dou de momento», relata Rodríguez.

«Os pais teñen medo»

En Ribadavia este es el segundo curso que tienen en marcha el programa de Familias Madrugadoras, que permite dejar a los niños en el colegio a las 7.30 horas. Usan para este servicio el comedor escolar. «Está funcionando bastante ben. Temos menos nenos que o ano pasado, pero en cambio veñen máis pequenos. Entendemos que os máis grandes quedan na casa», relata Clara Loeda, la edila de Política Social. Hay dos cuidadoras que se encargan de atender a los diez usuarios; y también de que se aplique el protocolo para evitar contagios.

«Como é un ano complicado, dámonos por satisfeitos cos dez; porque aínda que tomamos todas as medidas, os pais son reticentes», reconoce Loeda. Lo que tienen claro en Ribadavia es que se trata de un servicio de conciliación real. Y lo explica: «Hai pais que traballan por quendas e agora xa só traen aos rapaces por quincenas, cando traballan pola mañá», relata Loeda. Dice que el curso pasado no tenían esa opción, pero que este año lo han instaurado porque así lo pidieron las familias. La mayoría de los usuarios son alumnos del colegio, por lo que no hay traslados entre el servicio y las aulas. Sí pasa con los alumnos del CRA, pero son pocos casos. «Nos pobos aínda tiran moito dos avós para a conciliación, aínda que este ano debería ser ao revés», argumenta Loeda.