Creo que los pequeños detalles son los más importante, en cualquier sentido y en cualquier momento

María Doallo
Desde el 2019 soy redactora en la sección de Sociedad y Cultura de La Voz de Galicia. Experta en dar noticias buenas (y bonitas). Cuento la historia de personas valientes que hacen cosas

«Ánimo cielo, eres la mejor». Este es uno de los mensajes que más me ha escrito en su vida mi amiga Cris. El siguiente sería «jajajajajajajaja». Mira tú si no es suerte -sigo sin creer en la suerte- tener a mi lado a alguien como ella. Desde agosto vive en Bruselas y por tanto esto del cierre de la ciudad ha truncado también mis planes de ir a visitarla por sorpresa antes de Navidad. Y eso que odio volar sola, aunque paradójicamente parece que el covid me está obligando a acostumbrarme a ello. Te cuento esto porque la última vez que me lo dijo fue esta semana, justo antes de entrevistar a Martiño Rivas. Que me pongo nerviosa con todo lo que para mí tiene importancia no es una novedad. ¿Eres mi diario, no? Deberías ir acostumbrándote a esto. Lo que quizá no te he dicho es que si el algo importante está relacionado con el trabajo, entonces la cosa se desmadra. Que hablase con Martiño -siempre es una buena opción-, se justifica porque visita la ciudad con Jauría. Un obrón impresionante que estará en el Principal el domingo y del que hablaré en profundidad cuando salga del teatro estremecida por tercera vez.

Finalmente la entrevista fue bien, de hecho se puede leer ya en La Voz. Y creo que fue un poquito gracias al mensaje de Cris. Me he dado cuenta de que llenar a la gente que queremos de afecto y confianza, no deja de ser una forma de regar su autoestima y, por tanto, hacer que brote su capacidad para hacerlo bien -y para superar lo malo, también bien-. Ya lo sabía, pero ahora me he dado cuenta de nuevo. Estoy intentando aplicarlo al máximo. Cris es mi mejor amiga así que decirle que es la mejor sería una redundancia gigante. Pero es la mejor. Del mundo. Y punto.

Ayer fui a pintarme las uñas. Una de las tonterías que más me ilusionan. El poder de las pequeñas cosas. Para mí, en este detalle estético mínimo va implícita muchísima información. Son mi carta de presentación, sobre todo laboral -lo más normal es que a los dos minutos de conocerme, tengas frente a la nariz mi mano sujetando la grabadora-. Son una muestra de higiene y hasta un reflejo de nuestra personalidad. Esto lo hablo a menudo con Paula, de Mkup Nails Salon. Allí me las pinto desde hace por lo menos cuatro años -soy muy de crear costumbres- y el caso es que ayer estaba sola. Paula tiene a sus dos empleadas en ERTE. Me dijo que un motón de sus clientas eran de Allariz, de Pereiro de Aguiar o de Ribadavia, y que con el cierre de la ciudad pues claro, no podían bajar. Las de la capital sí seguimos yendo a pintarrajearnos las uñas. Supongo que en un momento oscuro como el actual es bueno mantener las rutinas, e incluso crear unas nuevas, poniendo el foco más que nunca en la importancia de los pequeños detalles. Esta vez me las pinté negras -no están los tiempos para mucho- pero con algunos dibujitos en rosa clarito -siempre hay que intentar sacar lo bueno-. A pesar de todo su optimismo y de sus ganas de luchar hasta que vuelva la «normalidad», a Paula la noté un poco triste. Así que quizá sea un buen momento para aplicar con el ejemplo: ¡Tú puedes Pau, seguro que todo va ir a mejor! Cuidar los detalles es fundamental, siempre.