Electrografías del haz de His

TAREIXA TABOADA OURENSE

OURENSE

Agostiño Iglesias

Jorge Julve plantea la autonomía de la pintura en Marisa Marimón

16 nov 2020 . Actualizado a las 16:30 h.

«Incomodar es un peaje de la libertad de pensamiento». Remedios Zafra. La galería de arte Marisa Marimón, marca de prestigio internacional por su compromiso con el arte contemporáneo y su reputada profesionalidad presenta la exposición del artista Jorge Julve, Soy un móvil, muestra que hace referencia al nuevo contexto que estamos aprendiendo a afrontar, condicionados por la nueva realidad que derivó del estado de alarma y del confinamiento y que precipitó otra forma de relacionarnos a través de una comunicación fundamentalmente virtual. La consagrada galerista, impulsó el proyecto propuesto como un análisis pictórico de las indefiniciones, inseguridades e inestabilidades de este histórico momento y una reflexión sobre el proceso y transformación de la idea en resultado plástico y la autonomía de la pintura con independencia de su argumento. Habitar un espacio inhumano, vacío y tan frío como extenso, globalizador como Internet, ávida sobrecarga de información que responde a la necesidad de establecer un diálogo entre la imagen virtual y la cotidiana realidad de un aislamiento no elegido.

Las imágenes y las formas son descontextualizadas, vaciadas de contenido, deformadas y de ellas surgen nuevas iconografías incompletas, discontinuas como desconexiones, interrupciones y pausas a través de franjas que dividen la superficie plástica en bandas horizontales como multitud de pantallas que envían un código inmediato y fragmentado, múltiple de una escenografía doméstica y vacía en un espacio sin pretextos narrativos.

Julve procede a la deconstrucción de la figura humana omitiendo rasgos distintivos, democratizando la esencia desde el anónimo colectivo, limitando la humanidad de lo humano a presencia, permanencia , volumen y estructura, opacidad y transparencia, figuración, (des)figuración y abstracción en las frecuencias que limitan formas segregadas en prismas acristalados o ventanas que cercenan anatomías, borrando como la memoria zonas que sitúan al espectador en el interior de la obra que tensa con el suspense de la inercia en la necesidad de un argumento que justificar.

Fotogramas desprendidos, portales que son una colmena de imágenes como las devueltas por las cámaras de seguridad en un inexplicable friso, análisis de lo cotidiano en la rutina de lo habitual y la reserva de lo íntimo en la clandestina y palpitante perversión solitaria del voyeur. Diálogo congelado en pause como parpadeante eslabón descontextualizado, vacío y aislado del discurso.

El accidente plástico se convierte en análisis del proceso creativo. Gesto e intencionalidad dominan el programa iconográfico. El virus de la pintura infecta la visibilidad de la escena desde un plano intelectual y afectivo de manchas abstractas que ocultan tramos espaciales, interferencias y ruido que diseccionan las formas. Arrastra la pasta pictórica con la brocha en elaboradas texturas mixtas y acotados resplandores de óleo que conceptualiza reflexionando sobre la pintura como proceso autónomo, llevando la figuración al campo de la abstracción que integra entre calidades cromáticas austeras y expresivas.

Una pintura simplificada con inquietud experimental en los espacios mentales, figuras y reservas, aproximándose estéticamente a los postulados del grupo francés Suport-surface, Neo-abstracción con grafismo informalista y profundas escurriduras. La pintura de Julve experimental y reflexiva, aporta valores emocionales e intelectuales que remiten en la aristada geometría de sus secuencias a una ligera reminiscencia del cubismo, un diálogo entre lo figurativo, descentrado e hipertrofiado de las series en papel de acuarelas, donde la mancha teñida en ocres, rosados y azules con un fondo dominante y unificador en la escala de grises reverberantes y segmentados por el nervioso trazo de la línea de contorno tendente al garabatismo, enreda más que define el dibujo impreciso, gestual y cristalizado y las anatomías borradas.

Texturas que extreman luces, reservas y opacidades, aplicando el color en zonas cortas, barreras perimetrales o amplias ondas perpendiculares que biselan, acotan y enturbian la imagen, creando una atmósfera abigarrada, confusa y nebulosa como las de Turner, chorreos traslúcidos en los grises que neutralizan y manchan el blanco en un esquema geométrico como una abertura de luz tibia en la trepidación transparente de las formas fugitivas en tránsito y del flujo emocional que transforma la realidad en imágenes incompletas de cuyo magma emergen formas ilegibles y ectoplasmas..