Empieza agosto y uno casi por rutina ya empieza a pensar en la ruta interminable de las fiestas gastronómicas, históricas y populares. Apenas quedan migajas en pie de todo lo que la provincia puede ofrecer al visitante y a sus vecinos en ese habitual carrusel interminable de celebraciones. Es una consecuencia más de esa pandemia que desde marzo nos tiene a todos con el corazón en un puño. Estamos, claro está, lejos de doblegar al maldito virus. Los brotes de julio se están encargando de recordarnos que relajarse en las medidas no es una opción y que nadie está libre de que el covid-19 entre por sus puertas, por mucho que viva en una aldea rural. En este escenario, tenemos por delante un agosto para redescubrir nuestra riqueza histórica y patrimonial. Ourense debe ser un destino seguro para los que vengan a visitarnos, pero también para nosotros. Aprovechen para conocer nuestros tesoros, que son muchos. Y no olviden que estamos en emergencia sanitaria.