Desde el estado de alarma sin su olfato: «Sigo yendo al otorrino porque aún no lo recuperé»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Manuel Rodríguez, un alumno que estudiaba en Salesianos, pelea contra las secuelas del covid-19

27 jun 2020 . Actualizado a las 21:13 h.

Cuando la población aún miraba hacia Italia sopesando hasta dónde llegarían los tentáculos del coronavirus, Manuel Rodríguez se preguntaba si esa repentina pérdida del gusto se podría deber a un catarro. Pero después vino el olfato. «Y de aquellas aún no se sabía del todo qué síntomas mostraba un afectado por el virus», dice su padre, Luis.

Manuel, alumno del colegio Salesianos, cayó en las redes del covid-19 el día 12 de marzo. «Se sospecha que el primer foco que se detectó en Ourense fue allí, pero es difícil saberlo. Y para nosotros no hay ningún culpable, porque es una situación que de un modo u otro nos ha tocado a todos», añade Luis. El discurso del padre, en cierta forma, insta a no buscar un paciente cero ni tampoco cabezas de turco tras aquella incertidumbre inicial.

En su caso, por precaución y tras saber lo que había pasado en el país transalpino, hablaron con Manuel para que estuviese medio confinado en su habitación, con los deberes, y con un ojo puesto en los acontecimientos que llegasen desde el centro escolar. Así como otros pacientes afectados llegan a perder decenas de kilos, el coronavirus apenas hizo mella en este ourensano que cumplió 18 años el pasado mes de diciembre. «No me impidió hacer nada. Lo que noté desde un inicio, en realidad, es que no podía saborear ni oler las cosas. Eso fue casi coincidiendo con la declaración del estado de alarma. El gusto volví a notarlo a las tres semanas, más o menos. Pero a día de hoy aún sigo acudiendo a consultas con el otorrino porque el olfato aún no lo he recuperado», dice el joven.

Alto número de anticuerpos

Los primeros síntomas detectados por Manuel Rodríguez fueron el 12 de marzo. Tras consultarlo el 20 de abril por vía telefónica con el servicio de Prevención de Sanidade, donde descartaron realizarle una prueba PCR al entender que su sintomatología era leve, su familia acudió a un laboratorio privado una semana después, donde constataron que el joven había padecido el covid-19. Además, lo incluyeron en un estudio de seroprevalencia que determinó que Manuel tiene un elevado número de anticuerpos tras haber dejado atrás la enfermedad.

Sin picos de fiebre y tampoco tos, el desfile del coronavirus por su organismo fue de puntillas. «Solo comentó a los tres días que ya no era capaz de saborear la comida. Ahí fue cuando decidimos que se aislase un poco, sin saber a ciencia cierta que era por esto», dice Luis.

Manuel secunda la opinión de su padre de que no sería justo poner el foco en el encuentro de profesores de colegios salesianos celebrado a finales de febrero desde el que, en teoría, se propagó el virus por el norte del país. «Al fin y al cabo, ellos están normalmente juntos y seguro que ninguno lo sabía», razona. Ahora, para él parece un episodio más de su casi estrenada mayoría de edad. «Quiero hacer un ciclo de Robótica en A Farixa, así que en ello estamos», cuenta.

Un ERTE para el padre

En casa también estuvo Luis, el padre, que regresó a inicios de la semana pasada a su trabajo como vendedor en la ONCE después de que se detuviese la actividad comercial a mediados de marzo y ellos entrasen en un ERTE a inicios de abril. «A las ocho y media del sábado 14 de marzo ya sabíamos que echábamos el freno, porque nos avisaron desde la Xunta», dice.

Hace ya dos lunes, tras regresar a las calles, se topó nuevamente con la gente de siempre, que agradeció su presencia como sinónimo de la vuelta a la normalidad. Unas 200 personas acudieron a su puesto situado entre las calles Progreso y Juan XXIII, un clásico que él también echaba de menos. «Estar en casa te sabe a gloria, pero los primeros 15 días de encierro fueron incómodos, porque tú mismo asumes que es una situación a la que estás obligado. Después, como pasa con casi todo en la vida, te acabas acostumbrando».