Los hosteleros que se decidieron a abrir llenaron sus terrazas en Ourense

La Voz OURENSE

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Solo cuatro negocios pidieron formalmente ampliar el espacio acostumbrado

12 may 2020 . Actualizado a las 18:09 h.

Este lunes era el primer día en que Ourense pasaba a la fase 1 de la desescalada y una de las novedades más esperadas era la reapertura de las terrazas. «Xa tiñamos mono. En casa non se socializa», contaba a mediodía Eladio Rodríguez mientras se tomaba una caña junto a José Benito García en el Barallete. Será la primera de muchas. «Non perderemos as boas costumes», prometen.

Pese a las ganas que muchos clientes tenían por volver, gran parte de los hosteleros ourensanos decidieron seguir cerrados este lunes. Además de la incertidumbre en relación a la resolución de los ERTE, creen que no les compensa debido a las condiciones establecidas para las terrazas: un 50 % del aforo máximo y una separación de al menos dos metros entre las mesas. Quizás por ello, el gobierno municipal del Concello de Ourense informaba este lunes que tan solo cuatro negocios habían solicitado formalmente ampliar el espacio que normalmente ocupan con sus mesas. Ninguno, por otra parte, se ha interesado por la posibilidad de utilizar para ello plazas de aparcamiento de la zona ORA, una idea que lanzó la semana pasada el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome

Así las cosas, las pocas terrazas que abrieron -más por la tarde que por la mañana- se llenaron de clientes. Espacios como la Praza Maior recuperaron por momentos imágenes que parecían previas al coronavirus. Las mesas estaban, en su mayor parte, aparentemente bien separadas, aunque también se vieron algunos casos en lo que la distancia social recomendada podría estar en cuestión. Por otra parte, casi todos los camareros iban equipados con mascarillas, guantes e incluso máscaras protectoras y se les veía trabajando en la desinfección constante del mobiliario.

Este panorama, con pocas terrazas abiertas, pero llenas, se repitió en barrios como As Lagoas o A Ponte y en buena parte de la provincia. En la cafetería Hawai de O Carballiño, la primera jornada de reapertura se vivió de forma animada: «Se ve que la gente tenía ganas de salir a tomar algo y todo el mundo está sensibilizado en el cumplimiento de las medidas que están en vigor», apunta Carlos Domínguez, que vincula el funcionamiento de su negocio a la climatología. Además, las medidas de seguridad le han hecho perder la mitad de la terraza. Reconoce que en su apertura influye no tener empleados: «Al estar solo te compensa retomar la actividad, al menos teóricamente, porque siempre son unos ingresos que te ayudan a afrontar los gastos».

Miguel Rejo, Bar Miguel
Miguel Rejo, Bar Miguel Santi M. Amil

«Hasta que no me permitan usar el aforo también de dentro, no me compensa»

El Bar Miguel, en la Praza de San Martiño, estaba cerrado este lunes. Miguel Rejo explica que decidió no abrir y que no lo hará hasta el 25 de junio como mínimo. «Hasta que me permitan usar el aforo también de dentro no me compensa», explica el hostelero, que ha apostado por aprovechar este período para hacer obras en el local y prepararlo para el escenario que se le presenta al sector tras esta crisis sanitaria. Pintará, adaptará el mobiliario, colocará dispensadores de gel, preparará nuevas cartas...

Rejo tomó esta decisión debido a las características de su negocio, que tiene a gran parte de su clientela entre los funcionarios de las oficinas municipales. Ellos y los ciudadanos que pasan por el bar cuando van a hacer un trámite piden un café o un pincho rápido en el interior. Fuera solo tiene cuatro mesas. «Y así no me compensa», dice el hostelero, que cuenta que él es afortunado porque tiene el local en propiedad. «Si tuviera que pagar el alquiler, abriría seguro, pero tengo la suerte de no tener ese gasto y poder esperar», resume el hombre, que destaca la «vidilla» que empezó a verse este lunes en el casco viejo.

Abel Fraga y amigos, en la Praza Maior
Abel Fraga y amigos, en la Praza Maior Santi M. Amil

«Había muchas ganas de tertulia»

Abel Fraga ocupaba, a media mañana del lunes, una mesa con otros dos compañeros de tertulia, José Luis y Antonio. «Había muchas ganas de tertulia, es una alegría después de dos meses poder juntarte con gente con la que quedabas todos los días y hace ya más de dos meses que no veías», explica. Quedaban para tomar café todos los días a las once de la mañana. El local en el que lo hacían no abrió por el momento, por lo que se trasladaron a la Praza Maior. «Vienes con respeto, pero hay que adaptarse a la situación. De todas maneras, de los doce que somos en la peña hoy solo estamos tres», señala. Confía en que la cifra aumente en los próximos días.

Mariano González y Nacho Rodríguez, Trampitán
Mariano González y Nacho Rodríguez, Trampitán Santi M. Amil

«Las diez mesas las tenemos llenas»

Mariano González y Nacho Rodríguez se pusieron este lunes al tajo en la terraza del café Trampitán, en la Praza Maior de Ourense. «Desde que abrimos a primera hora de la mañana, tuvimos las diez mesas de la terraza llenas. Había muchas ganas de terraza». De momento, solo se han incorporado ellos dos al trabajo, como autónomos, y mantienen a los cuatro empleados en el ERTE. «Si nos dan posibilidad de abrir más mesas y la gente sigue respondiendo, recuperaremos pronto la normalidad», señala. Mientras tanto, mantienen la disciplina con los clientes, a los que tan solo dejan entrar al interior del local para ir al baño. «La gente es responsable», señala.

Miguel Cordeiro, Xuntanza (Verín)
Miguel Cordeiro, Xuntanza (Verín) C.A.

«Vamos tranquilos y despacito»

Miguel Cordeiro abrió a primera hora de la mañana Xuntanza, el bar con el que cuenta en Verín. Lo hizo para dar servicio en principio a un par de mesas en la terraza, aunque tiene espacio suficiente para ampliar. «Vamos tranquilitos y despacito», dice. Con una mascarilla, una pantalla y guantes, y con algo de dificultad, sirve a los primeros clientes. «Nos hemos adaptado como hemos podido y ahora a ver qué pasa», dice. En una de las mesas hay dos mujeres: «Ya teníamos ganas de poder conversar tranquilamente en una terraza. Pero siempre con cuidado que esto ha sido muy duro y se puede repetir», dice una de ellas. Cordeiro es optimista respecto al futuro.

Carlos Castiñeiras
Carlos Castiñeiras Santi M. Amil

«Si no abres vas directo a la ruina»

Carlos Castiñeiras, de La huella del gato, es el único bar de la plaza Maior de Ribadavia que ha reabierto. La razón es obvia según él: «Al no tener empleados es más fácil. El resto de los negocios de la plaza esperarán al día 25 porque ahora no se pueden permitir rescatar a la gente de los ERTE». El contar con espacio libre le beneficia, ya que así puede mantener todas las mesas de la terraza. Sobre la reapertura lo tiene claro: «Si no abres vas directo a la ruina. Económicamente no compensa, pero es una ayuda para afrontar los gastos del día a día. De no abrir obviamente no tendría dichos ingresos». De durar dos meses más el cierre no podría seguir, afirma.

Mario Rodriguez, Barallete
Mario Rodriguez, Barallete MIGUEL VILLAR

«Abrí por probar y para ir empezando»

Hace unos días Mario Rodríguez, responsable del Barallete, en el casco viejo ourensano, no tenía si abrir o no. Al final se decidió, pero fue uno de los pocos que abrió por la mañana. De hecho, el suyo era el único establecimiento abierto este lunes cerca del mediodía en la Praza do Ferro. Colocó algunas mesas más de las acostumbradas tras recibir un permiso especial del Concello, que se ha mostrado abierto a facilitar las cosas al sector mientras duren las restricciones del estado de alarma. «Nos dijeron que mientras tengan la separación adecuada, que nos lo permitirían». Rodríguez está contento. «Abrí por probar y para ir empezando pero hay bastante gente».