El dilema de los hosteleros ourensanos: ¿abro o no abro?

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE

OURENSE

Manuel Lovelle, Café Latorta
Manuel Lovelle, Café Latorta MIGUEL VILLAR

Las restricciones del estado de alarma dificultan la apertura de los negocios de la hostelería en la ciudad. La Voz habla con dos empresarios del sector

05 may 2020 . Actualizado a las 10:10 h.

Desde este lunes, los hosteleros pueden reabrir sus negocios aunque, por ahora, solo para recibir a clientes que previamente hayan realizado sus pedidos para recoger en el local. Muchos empresarios han decidido esperar a que las condiciones se flexibilicen y otros sufren las dificultades que supone abrir en las circunstancias actuales. La Voz de Galicia ha hablado con los responsables de dos establecimientos de la ciudad.

Manuel Vidal (Mesón O Queixo)
Manuel Vidal (Mesón O Queixo) MIGUEL VILLAR

Manuel Vidal, Mesón O Queixo

«La venta a domicilio para nosotros significaría empezar desde cero»

El Mesón O Queixo, en la plaza Eironciño dos Cabaleiros, es un referente histórico en la hostelería ourensana. Es una taberna al estilo clásico, un lugar de encuentro en el que los clientes charlan mientras disfrutan tomando vinos, queso, jamón, tapas, empanada, raciones... Es, en definitiva, un modelo de negocio que no encaja con el distanciamiento social que impone el contexto actual.

«La venta a domicilio para nosotros significaría empezar de cero», explica Manuel Vidal del Río, que lleva el mesón junto a su hermano y su madre. La decisión de abrir o no fue objeto de debate en la familia y todo son dudas. «Vender a domicilio nos obligaría a trabajar con una plataforma y eso es algo que siempre hemos evitado», explica Manuel Vidal, que también está preocupado por los protocolos de seguridad, el tipo de envases que deben utilizarse, la carta de productos que podría ofrecer, el sistema para recoger los pedidos...

Por ahora, la familia ha planeado limpiar y poner a punto el local este martes. Más que en las comidas a domicilio o para recoger, tienen puestas sus esperanzas en la apertura de las terrazas, que el Gobierno ha programado -con limitaciones- para el próximo día 11 de mayo. «Hay mucha gente preguntándonos y deseando poder venir», explica Manuel Vidal, que cree sin embargo que los ourensanos serán cautos cuando vuelvan a los bares: «La gente igual tomará algo por juntarse, pero con un gasto mínimo por mesa. Dependerá de la situación económica de cada uno. Nosotros estamos jorobados, pero hay mucha gente que también lo está pasando mal».

Manuel Lovelle, Café Latorta
Manuel Lovelle, Café Latorta MIGUEL VILLAR

Manuel Lovelle, Café Latorta

«La gente que pasa, mira para adentro extrañada de que estés abierto»

El Café Latorta, en la calle Samuel Eiján, tiene normalmente tres camareros. Fueron incluidos en un ERTE al declararse el estado de alarma y así seguirán por ahora pese a que el establecimiento reabrió este lunes sus puertas. Manuel Lovelle es el único que está al frente del negocio y, visto lo visto, es más que suficiente. Según cuenta, a mediodía solo había vendido cuatro cafés y una torta. Los clientes llaman por teléfono y recogen sus pedidos en el local, que está delimitado para que solo puedan acceder a una esquina del mostrador.

«Con lo que se saca no de ni para pagar el agua», lamenta Manuel Lovelle, que ve por ahora poco ánimo entre la clientela: «La gente que pasa, mira para adentro extrañada de que estés abierto. Veo mucho miedo y reticencia por parte de la gente», explica el hostelero, que confía en que haya más movimiento comercial y animación en las calles tras el verano. Por ahora, según dice, no hay motivos para la esperanza. Los clientes tienen reparos a pagar en efectivo y Latorta ofrece la posibilidad de hacerlo por transferencia o con tarjeta, incluso un solo café: «Cuesta un poquito en el banco, pero si no se lo pones un poco fácil a la gente vas a la ruina. Y ya no sé si iremos igual».

La situación no es fácil y Manuel Lovelle no sabe cuánto más podrá aguantar. Logró negociar una rebaja del 20 % en el alquiler mensual, «pero hay que pagarlo y con cero ingresos es difícil», explica. El hostelero dice que lo que peor lleva es la incertidumbre sobre las protocolos a poner en marcha. Duda, por ejemplo, si colocar mamparas. Sería un coste más y en este contexto, «¿qué haces?», se pregunta «Ahora no el momento para subir los precios», concluye.