El reinado del entroido en Covelo es cosa de Carlos Fidalgo

Pablo Varela Varela
pablo varela COVELO / LA VOZ

OURENSE

Pese al orballo, la pugna por la corona atrajo a vecinos y curiosos en las calles de la localidad

26 feb 2020 . Actualizado a las 11:23 h.

Carlos Fidalgo, el rey del entroido de Covelo, cabalgaba lentamente este martes por la localidad en el día grande de las fiestas. Tras él, iba Ton, un pastor alemán que iba al frente de la comitiva de mayordomos y danzantes que protegían la corona del monarca. Parecía conocerse todos los atajos, pero siempre le tocaba volver hacia atrás. Y es que en Covelo, tras la subida hacia el Coto da Raña, cada casa abre sus puertas al baile y a la cata de vermú, sangría, pan y chorizo.

Al desfile por las calles se fueron sumando vecinos y curiosos en dirección a la iglesia. Rosario Francisco era una de las primeras. «Pero hai cousas que cambiaron en comparación con outros anos. Agora é un descontrol. Antes, cando o rei falaba, a xente tiña que estar en silencio. Senón cabreábase», explicaba. Durante el trayecto de ida, los cuatro soldados se esmeraron en quitar la corona a Fidalgo y lo lograron en un par de ocasiones, «pero aquí sempre gaña o rei, e non queda outra», decía Rosario. La tradición viene de lejos. Tan de lejos que, en realidad, hay quien ni se acuerda de las fechas.

Entre el séquito de asistentes decían, para cerrar el debate, que «vén de antigo». Los abuelos de los abuelos del lugar ya celebraban el festejo del Rei do Entroido, y los más pequeños acompañaban la procesión, más interesados en los triángulos de pan con salchichón que salían de alguna de las casas. Quizá, en otro momento, les llegue a ellos el turno de ser los mayordomos.

En la iglesia, ya al acabar al mediodía y con un fuerte olor a pulpo que llegaba de las carpas del exterior, el rey y los miembros ficticios de la justicia local debatían quiénes serán los del año que viene. Técnicamente, el sistema busca implicar a todos los vecinos en la celebración, pero hay quien repite casi siempre e incluso Germán Lago, el fogueteiro, viene desde A Cañiza desde hace años para lanzar al aire las bombas de palenque. Mientras el rey y sus súbditos pasaban al lado, él hacía un alegato sobre la experiencia: «Aquí trátase de saber desde onde tirar». Su ruido iba acompañado también de una comparsa de Ponte Caldelas, contratada. Antaño, según decían los vecinos, todo se hacía de forma altruista. Pero ahora ese gasto corre a cargo del Concello.

El protector de Abelardo

Por delante de todos iba Abelardo Fernández, un vecino de Covelo que trabajó en fábricas alemanas durante 20 años. No se olvidó de sus orígenes ni tampoco de su cariño a la gran fiesta local. Desde hace tiempo, a él le toca salvaguardar a Fidalgo y a su caballo de las acometidas de los usurpadores de la corona. «En teoría participamos todos, aínda que no meu caso xa o levo facendo uns cuantos anos», decía.

Mientras él acompañaba al corcel y al monarca, a su lado iba un perro. Su perro. «Cando estiven emigrado quedei namorado dos pastores alemáns, que son intelixentísimos», decía Abelardo. Porque si él cuidaba del reinado de Carlos Fidalgo, el que miraba por Abelardo era Ton.