El presidente de honor del grupo ourensano de automoción valora el capital humano
29 dic 2019 . Actualizado a las 20:50 h.«En 1964 éramos 18 trabajadores y este año vamos a cerrar con una plantilla de 1.300»
«El cuerpo pensante y el cuartel general del grupo va a seguir en Ourense»
Hay empresas que hacen más fuerte un territorio y Pérez Rumbao es, sin duda, una de ellas. A punto de cumplir los cien años el pequeño negocio que nació allá por los años veinte del siglo pasado se ha convertido en un potente grupo con una veintena de empresas y 1.300 trabajadores. Y con la particularidad de que un siglo después las decisiones importantes se siguen tomando en familia. De hecho, la cuarta generación ya se ha hecho cargo del timón, constatándose así otro relevo ejemplar, y poco frecuente, entre las compañías gallegas. «El programa de empresas excelentes de la CEO ha erigido al grupo Pérez Rumbao como ejemplo de la sucesión generacional», recogía una noticia publicada el 19 de noviembre del 2003 en La Voz de Ourense.
Y es que en ese crecimiento exponencial del grupo ha tenido seguramente mucho que ver la implicación familiar que comenzó a forjarse con José Ramón Pérez Cid en 1921, con la venta de coches, camiones y maquinaria agrícola en Ourense. Cinco años después se unió a él su hijo, Ramón Pérez Rumbao, que en 1942, con una coyuntura histórica complicada, refundó el negocio y le puso su nombre. «En 1952 mi padre empezó siendo el primer concesionario de Seat, hoy somos de los más antiguos del historial de la automoción española, y alrededor del año 55 empezamos a vender camiones Pegaso», recuerda Emilio Pérez Nieto, hijo de Ramón y hoy presidente de honor del grupo. El veterano empresario hace un repaso por algunos de los hitos principales del grupo fundado por su abuelo, al que él se incorporó en 1964. «Formalmente nos convertimos en Pérez Rumbao SA en el año 1973. Ese fue uno de los principales hitos histórico de conversión y transformación social», recuerda.
La enfermedad de su padre, que sobrevino cuando aún estaba haciendo la carrera, motivó la prematura llegada al negocio de Emilio, al que en los años posteriores se unió su hermano Ramón. Siempre la familia. «A lo largo de todos esos años sufrimos momentos de penuria y de crisis porque la economía del país registró diferentes transformaciones y eso nos llevó a que hubiera momentos que parecían el fin del mundo, si bien luego hubo momentos de gran alegría y éxito, tanto empresarial como familiar», cuenta. En las décadas de los 70-80 empezó la expansión de la compañía. «Hicimos nuestra primera aventura americana y comenzamos a afrontar inversiones fuera del sector del automóvil, en las carrocerías y el agua mineral», rememora. Iniciados los 80 el grupo dio el salto a la provincia de Pontevedra, un primer paso hacia una expansión por todo el territorio gallego que se materializó con el nuevo siglo. «En 1964 éramos 18 trabajadores y este año lo cerramos, ya incorporados hijos y sobrinos, con 1.300 personas. Es un crecimiento que se ha ido logrando en la medida de las posibilidades, cuidando mucho siempre el recurso humano, que es el más importante», asegura.
Y aunque reconoce Pérez Nieto que «nuestro grupo es un collar de perlas en las que algunas son más grandes que otras, pero todas están bien engarzadas y lucen por si mismas», la incursión en el negocio carrocero fue especialmente emocionante. Corría el año 1993 y Unicar, un referente en el sector, entró en crisis en una coyuntura económica nacional de enorme contracción. «Para salvar una parte de su actividad y recoger nosotros ese conocimiento y experiencia, decidimos hacer una apuesta, apoyados por la Xunta, y nos metimos a hacer carrocerías, un negocio del que sabíamos poco, pero para el que contábamos con la ayuda de los trabajadores que vinieron de Unicar y continuaron con nosotros», recuerda Emilio.
Y así nació Unvi, como «una idea que apoyamos para poder salvar el empleo que entonces se necesitaba». Hoy aquellos primeros trabajadores ya están jubilados y la compañía lleva en sus modernos autobuses el nombre de Ourense por países de todo el mundo.
Y es que a pesar de la expansión, el alma de Pérez Rumbao se mantiene anclada a la provincia que la vio nacer. «El cuerpo pensante y el cuartel general seguirá estando en Ourense. Queremos seguir siendo ourensanos, lo que no evita que lo seamos en la diáspora cuando es necesario. En las ocasiones en las que estamos fuera hacemos referencia a nuestros orígenes sin complejos», reconoce el presidente de honor de un grupo que no renuncia tampoco a ser «gallego, español y europeo» y que mira al futuro con ilusión. «En cinco años habrá transformaciones en todos los sectores y nosotros queremos afrontarlos de la forma más vanguardista», adelanta.
Mirando al futuro
Estar a punto de cumplir cien años es importante, pero más aún lo es poder garantizar -de la mano de esa brillante cuarta generación que según Emilio se ha formado en la sensatez, la responsabilidad, la ilusión y el sentido común- el futuro. «Trataremos de cumplir los cien años y de seguir adelante muchos más», promete, dejando claro que «queremos ser una empresa con historia, pero también con futuro, y por eso nos levantamos cada día mirando por el retrovisor, pero también por el parabrisas. No nos podemos ensimismar».