Piden que un condenado por rapto y violación siga en la cárcel

m. v. OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

A Javier Gabarri lo condenado a veinte años de cárcel y las acusaciones quieren que siga recluído a pesar de que la sentencia no es firme

19 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Javier Gabarri, de 40 años, fue condenado hace casi dos meses a veinte años de cárcel por retener contra su voluntad a una joven durante diecinueve días y por agredirla sexualmente de forma repetida durante todo ese tiempo. La sentencia también condenaba a sus padres y hermanos por haber colaborado con él para impedir que la víctima abandonara la infravivienda de la capital ourensana en la que se produjeron los horribles hechos, pero por ahora el único de todos ellos que se encuentra privado de libertad es Javier. El próximo mes de enero se cumplirán dos años desde su ingreso en prisión preventiva y dado que las defensas ya han anunciado su intención de presentar recurso contra la sentencia de la Audiencia ante el Tribunal Supremo, los jueces deben pronunciarse sobre si el condenado debe o no seguir recluido hasta que el fallo tenga firmeza.

Y por ese motivo se celebró este miércoles en la sala de vistas de la Audiencia provincial de Ourense una vista. El acusado no tuvo que estar presente pero su abogado interesó su excarcelación alegando que la sentencia no es firme, aunque encontrándose con la oposición no solo de la Fiscalía de Ourense, sino también de la acusación particular, que ejerce la víctima. Ambas partes pusieron sobre la mesa la gravedad de los hechos por los que fue condenado Gabarri y solicitaron que el condenado continúe en la cárcel hasta que haya una nueva resolución.

La sentencia, que se dictó el pasado 22 de octubre, recogía que el acusado había sometido a la víctima a graves humillaciones, obligándola a ingerir su propio vómito y a tomar drogas. Todo ello además de agredirla sexualmente a diario y propinarle palizas.

Durante el juicio el acusado negó haber cometido esos actos y aseguró que la chica fue a su casa voluntariamente, confirmando el resto de acusados que nunca había estado retenida y que tenía libertad de movimientos. El último día del juicio la defensa mostró incluso unos vídeos en los que a ella se la veía cantando, aparentemente tranquila, pero la víctima aseguró que aquella conducta la había mantenido porque quería salvar su vida. Cuando la entregaron en comisaría, estaba llena de golpes.