Sobrecogedora es la obra de Ruth Lodeiro. Su escultura descarnada enhebrada de vertebras, pasiones, ilusiones, encantos y desencantos. Lección de vida y pasión, conciencia y resistencia. Soberbia expresión de aquello en lo que no caben las palabras.
Monumentales son los retratos de Marita Carmona, la artista desgarra a través de la técnica surrealista rescatada por Paalen del fumage. Una interesante figuración y un código visual con caligrafía propia.
Ana Ferreiro presenta uno de sus enigmáticos retratos femeninos con calibrada composición y depuración técnica.
María Lezón transporta a su universo de sensualidad y temperamento. La hipertrofia figurativa como marca expresiva con un enfoque emocional y visual hipnótico.
Loreto Santaella aporta un caligráfico poema visual fundamentado en una sofisticación de la composición abstracta cuyos flujos direccionales y ritmos móviles equilibran el sesgo de la línea que atraviesa las formas orgánicas.
Las maestras del grabado Lola Catalá, Yolanda Carbajales y Prado de Fata sorprenden con su dominio de la técnica y la capacidad sobrehumana de reinventarse tanto en motivo como por expansión en la disciplina.
La artista cubana Mª Consuelo Mendoza en un espléndido dibujo y Marcela Santorun juega con el valor conceptual de la línea y el valor afectivo del color.
La fotografía está representada con mayúsculas por la artista conceptual de la imagen Ana Gil y la nominada al premio Goya de este año Pily Reñones con dos magnificas obras respectivamente.