«Seguiré siendo itinerante siempre»

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE

CEDIDA

Con raíces en San Xoán de Río, Juan Carlos Pérez vive en Noruega tras pasar años en Centroamérica

11 nov 2019 . Actualizado a las 17:50 h.

Juan Carlos Pérez Rodríguez es un hijo de la emigración. La suya es una historia de esas que discurre por varios países. Lo de echar raíces no entra en sus planes. No lo ha hecho en sus 48 años de vida (cumplidos ayer mismo) y no lo piensa hacer en el futuro. Se define como un «itinerante» y ese es su plan de vida, a pesar de que ahora lleve seis años ya en Noruega. Es el punto (seguido, nunca final) en el que está ahora, aunque son continuas sus estancias en Madrid para ver a sus dos hijas (con las que, además, comparte su pasión por viajar) y no perdona un verano en San Xoán de Río. Aquí viven sus padres ocho meses al año, y en la provincia están también sus dos abuelas, una a caballo entre O Barco y la aldea de Cambela; y la otra entre Ourense y el pueblo de Castiñeiro. «Esté donde esté del mundo, un verano sin Galicia no es posible. Es un soplo de aire fresco, las aldeas de San Xoán de Río son de cuento, y especialmente lo que inspira Castiñeiro: agua, castañas, y en tres casas que se habitan hay emigrantes de Nueva York, Luxemburgo, Francia, Guinea Ecuatorial, Colombia, Noruega... Es un ejemplo del fenómeno ourensano por el mundo».

De dos aldeas de San Xoán de Río salieron sus padres en los años 60 para buscarse la vida en Suiza. «A mi padre el campo se le hacía cuesta arriba, y tras estar afilando por Castilla, se cogió un bus en dirección a Suiza, sin rumbo fijo y pidiendo trabajo puerta a puerta», rememora el hijo. En el país helvético trabajó en lo que pudo: jardinero, enterrador, técnico en una multinacional... Así durante doce años, tiempo en el que nació Juan Carlos. Pero los problemas de espalda de la madre motivaron que el matrimonio decidiera trasladarse a Barcelona, en busca del clima mediterráneo.

Juan Carlos y sus dos hermanos se criaron en la cuchillería familiar, en la que la madre vendía también regalos mientras el padre se dedicaba a afilar por la calle. «Marcó mi infancia ver que emprender dependía de tus ganas de trabajar», resalta Juan Carlos, que ha puesto en marcha varios negocios en su vida. Aunque no siempre fue emprendedor. Tras estudiar Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Barcelona comenzó de vendedor puerta a puerta en una multinacional alemana de congelados a domicilio que acababa de llegar a España. «Me apasionaba que nadie creyera en ese proyecto», rememora. Llegó a jefe de ventas y se trasladó a Madrid. Tiempo después creó su primera empresa de alimentos frescos ecológicos. Le inspiró, asegura, las lechugas que cada verano cogía en la huerta de sus abuelos en San Xoán de Río. «Fui pionero en este país en llevar directamente la naranja del árbol a la mesa, en los 90, antes de las ventas por Internet», dice.

Llegó la crisis y le surgió la posibilidad de irse a Centroamérica con una empresa de juegos. Visitó todas las salas de Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá... para después reestructurar el área y conseguir beneficios, ya como director de la empresa para la zona. Llevaba cuatro años del otro lado del charco cuando su jefe le llamó para proponerle ir a Noruega. Dijo que no, pero no había opción. «No me quedó más remedio que pasar de palmeras al frío», recuerda. Llegó a Oslo en 2013. Reconoce que los inicios fueron duros por el desconocimiento del idioma y porque la empresa estaba en bancarrota. Reestructurada la empresa, su jefe le pidió regresar a España. Es entonces cuando Pérez y dos de sus compañeros (ambos gallegos y con raíces ourensanas, Gabriel Vázquez y David Ferraz) negociaron su salida y fundaron su propia empresa, VPF Scandinavia As. «Hemos conseguido crear software propio de juegos para toda Noruega y una red que alcanza más de 1.500 terminales».

¿Volverá a Galicia para quedarse? «Seguiré siendo itinerante siempre», responde.

 

no tan distintos

Dice Juan Carlos que Noruega «es bella, pero su cocina no es la gallega». Remarca que el traslado desde Centroamérica supuso un cambio de 0 a 100 en lo que a seguridad se refiere. «Lo mejor es que son honestos, la corrupción política es nula y entre vecinos todos sabíamos, hasta hace poco, los datos fiscales de cualquiera; eran públicos», asegura. Dice que aunque aquí tenemos la idea de que son fríos de carácter, no es tan así.

La cuestión catalana.

trayectoria vital

La cuestión catalana. No había cumplido los 30 cuando Pérez se mudó a Madrid. «Todos los de mi generación son líderes de movimientos nacionalistas hoy allí», dice. Y añade: «En los 80 los temarios eran más de geografía e historia catalana que española... Ese plan estratégico de educación ha conducido a la situación actual, entre otras cosas». Intentaron tentarle para la política. «Un algo cargo de un partido intentó reclutarme para ser parte de una nueva generación política más global», señala. Ya había estado inmerso en distintas movilizaciones durante su etapa en el instituto y en la universidad, «cuando movimientos como Terra Lliure limitaban la bandera de España». Pero dijo que no. «Me di cuenta en 48 horas que eso no iba conmigo; todo se centraba ya en dividir esa bonita ciudad de Barcelona en apellidos catalanes y los que no... La situación no es tan distinta, pero ahora se conoce».