Los seguidores del baloncesto NBA conocen al detalle las hazañas de Giannis Antetokounmpo, ese larguirucho nacido en Atenas con genes nigerianos, que tanto destroza un aro con un mate que sale botando el balón entre sus piernas, lo que parecía impensable para un 2,11.
El último All Stars del multicultural torneo americano ya nos mostró el talante estelar del capitán del este, frente a un LeBron James que le ponía cara y nombre al oeste. Por eso, los expertos en mercadotecnia pulieron la nomenclatura helena con el apelativo de Anteto, casi más adecuado para un superhéroe de la Marvel que para un deportista de élite. En Milwaukee apuestan por su hombre franquicia y pensaron que utilizar una ficha de especialista con Pau Gasol -casi 39 años de competitividad en persona- era un lujo y el aval necesario para que Giannis siguiera creciendo. Lástima de fractura que dejará al de Sant Boi limitado a emitir consejos desde la banda, mientras aguardan en semifinales los Raptors de su hermano Marc.
En Ourense, no hay Antetos ni Gasoles, pero el COB la lía en cuanto puede, pese a acumular ya varios años apretándose el cinturón. Tiene mucho que ver un García de Vitoria, que es figura muy cercana a un Pat Riley de la LEB Oro. Su experiencia es un grado al rehacer plantillas cada verano y, si el cuadro técnico que configuró puede repetir con jugadores del carisma de Zamora o Rozitis, ahí los tenemos a todos dando alegrías como el 0-2 de Oviedo y mirando de reojo a una final a cuatro. Ba-lon-ces-to, que silabeaba un alcaldable de Madrid.