Trescientas personas necesitaron ayudas básicas de Cruz Roja

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La mayoría son familias y sigue creciendo el porcentaje de trabajadores precarios

11 may 2019 . Actualizado a las 10:02 h.

En lo que va de año, el servicio del Punto de Atención Inmediata (PAI) de Cruz Roja en Ourense, que se ocupa de la primera acogida para los casos de emergencia social, atendió a cerca de 300 personas. La cifra de atenciones es similar a la que se contabilizó en el mismo período del 2018, lo que refleja que la crisis, al margen de lo que digan las grandes cifras macroeconómicas, sigue siendo una realidad para muchos vecinos de la provincia. Otro dato a destacar del balance de los primeros meses del año es que la mitad de esas personas nunca antes habían requerido de ayudas de la entidad.

Las peticiones con las que llegan estas personas a la entidad son muy variadas. Hay desde quien necesita apoyo para pagar el alquiler o algún recibo de suministros del hogar, hasta casos más extremos de vecinos que ni siquiera pueden asumir el coste de una cesta de la compra básica para alimentarse en condiciones.

Cruz Roja dispone de varias líneas de ayudas para cubrir necesidades urgentes, pero la labor del PAI va mucho más allá de satisfacer esas demandas puntuales. «A veces vienen demandando empleo, otras veces alimentación o ayudas puntuales para otras necesidades, pero no saben que aquí tenemos otros programas con los que podemos ayudarles a mejorar globalmente», explica Paula Casado, la educadora social que forma parte del equipo técnico del proyecto de ayudas urgentes a las necesidades básicas. Precisamente para ofrecer esa ayuda global «les hacemos al principio una serie de preguntas que nos ayudan a analizar la situación, a saber más de su situación personal, económica y social. Con sus respuestas te vas haciendo un esquema de qué puede necesitar esa persona, más allá de esa ayuda puntual que viene pidiendo por la urgencia del momento en que se encuentra», dice.

El programa de acogida pretende ser la gran puerta de entrada a una solución más duradera para las personas en situación de precariedad. «Para cada caso podemos movilizar distintos recursos, tanto de nuestros propios programas como de los de otras entidades y organizaciones, públicas o privadas, con las que mantenemos un contacto permanente y que pueden colaborar para mejorar la situación de esa persona», señala Paula Casado.

Familias y con trabajo

El perfil de los atendidos por Cruz Roja en esta unidad de primera acogida ha variado poco en los últimos años. Sigue siendo mayoritario el de familias con hijos «aunque hay un poco de todo, también personas que viven solas», señala esta educadora social.

En cuanto a su situación, un grupo importante de los que solicitan apoyo urgente son personas que, a pesar de tener ingresos, estos son inestables o claramente insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. «Ese es uno de los aspectos que ha cambiado con respecto a las personas que recibíamos en la parte más dura de la crisis. En ese momento había muchos que acudían porque se habían quedado sin trabajo, se le terminaba el paro y las ayudas y no encontraban otra ocupación. Ahora tenemos muchos trabajadores en activo, pero pobres. Ese cambio en el mercado laboral, con sueldos que no les dan para llegar a fin de mes después de pagar el alquiler y los gastos básicos, es cada vez más común», dice.

También acuden personas que carecen por completo de ingresos, muchos de ellos recién llegados al país. «Aunque la mayoría de la gente a la que atendemos son españoles, en los últimos tiempos, ha crecido algo el colectivo de inmigrantes, sobre todo los procedentes de Venezuela. Es la nacionalidad de donde más personas nuevas estamos recibiendo, y no suelen ser personas solas, sino familias», apunta Paula Casado.

Se ofrecen talleres para mejorar la administración de los recursos disponibles

Además de las ayudas puntuales y la orientación hacia otros recursos, Cruz Roja ofrece también a quienes acuden a la entidad en busca de ayuda, la participación en talleres que tocan aspectos diversos; desde los orientados a su situación anímica a los que se enfocan a la gestión económica. La necesidad de los primeros es indiscutible ya que las personas que entran en una situación de riesgo de exclusión social pueden caer con facilidad en una dinámica de pérdida de autoestima que no les ayudará a salir del problema. No menos importante es el segundo capítulo. «En ocasiones es necesario ayudarles a planificar el presupuesto del que disponen, priorizando aquellos gastos que deben cubrirse para evitar males mayores, como el alquiler o los suministros, además de la alimentación, por supuesto. Y les orientamos sobre ayudas públicas que pueden tramitar en otros organismos», explican en el PAI. Media docena de voluntarios complementa la labor del equipo de técnicos. «Su trabajo es esencial. Ellos son los que atienden a la persona que entra por la puerta y los primeros en hacer esa escucha activa que es esencial para poder definir la situación y las necesidades reales y diseñar luego, de acuerdo con esa persona, un itinerario adecuado», dice Paula Casado.