La casa en la que fue agredida la víctima del Viñao fue limpiada tras los hechos

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Los agentes hallaron 95 indicios, muchos estropeados por el agua y los detergentes

30 abr 2019 . Actualizado a las 08:12 h.

Antes de caer, o ser arrojado, a las aguas del canal del Viñao en la mañana del 19 de diciembre del 2014, Alexandru Walter Boghio estuvo en una vivienda de Cameixa, Boborás. Allí habría sido golpeado de forma brutal por los acusados, no se sabe con certeza si por uno de ellos o por los dos, pero cuando los agentes acudieron a ese lugar para realizar la inspección ocular se encontraron con un escenario que había sido lavado, lo que dificultó el hallazgo de pruebas sobre lo ocurrido allí la madrugada de autos, después de que imputados y víctima hubieran estado de juerga por los bares de O Carballiño.

Así lo aseguró este lunes en la Audiencia provincial una de las integrantes del laboratorio de criminalística de la comandancia de la Guardia Civil de Ourense que hizo la inspección ocular en la casa, en la que residía el acusado Eduardo L. P. junto con su mujer y sus tres hijos cuando ocurrieron los hechos. «La zona había sido regada y limpiada», explicó la agente, que ratificó que se recogieron 95 indicios en un patio exterior y una cocina de la planta baja de la casa, incluidas 70 colillas. De ellos solo se pudieron mandar al laboratorio central 55 porque había muchos estropeados por el agua y los detergentes utilizados en la limpieza, cuyo uso se detectó con las luces forenses. Las pruebas, pese a todo, evidenciaron ADN tanto de Alexandru como de los dos imputados, Eduardo L. P. y Óscar E. L., así como de Brais P. V., otra de las personas que estuvo en la vivienda. También hallaron los agentes evidencias de salpicaduras de sangre en una pared y restos orgánicos de la víctima en la manilla de una puerta. Apareció en el lugar también una servilleta con Betadine, que tras ser analizada resultó tener ADN del joven rumano, lo que ratificaría la versión de Eduardo, quien asegura que él y su mujer le limpiaron las heridas que, según ellos, le causaron Óscar y Brais, este último detenido en un primer momento y luego descartado como acusado.

Un fuerte golpe en la cabeza

La perito también participó en el reportaje fotográfico que se hizo a la víctima, cuyo cadáver se localizó en la mañana del 20 de diciembre en la presa de Albarellos, en la que desemboca el río Viñao. Aseguró que su ropa estaba intacta, en los bolsillos solo llevaba unas llaves y un mechero, si bien presentaba un fuerte golpe en la cabeza, tenía una oreja desgarrada y le faltaban varias piezas dentales. Testificó también la agente sobre la inspección en el canal. Allí recogieron, en medio de la carretera, ADN de la víctima, al igual que restos suyos en la barandilla, situada a una altura de siete metros.

En el coche del acusado no había restos de sangre y se encontraba lleno de ropa

Las horas y días posteriores al hallazgo del cuerpo de Alexandru Walter en las aguas de la presa de Albarellos fueron muy intensas para los investigadores de la Guardia Civil, que desde el primer momento sospecharon de una «muerte homicida». Tras llegar hasta los acusados después de hablar con testigos que los habían visto con la víctima la noche del 19 de diciembre, se ordenó su arresto y se practicaron inspecciones oculares en la casa en la que fue golpeada la víctima, en el lugar desde el que fue, presuntamente, arrojado al canal y en el coche de uno de los acusados, un Peugeot 205 blanco en el que se habrían desplazado los tres desde la casa de Cameixa hasta el canal del río Viñao. «Nos llamó la atención que estaba limpio», declaró una agente del laboratorio de criminalística. A primera vista, y resultado de esa limpieza, no había vestigios, pero con las luces forenses se localizaron restos de Alexandru y de Óscar, dueño del coche. Lo que no había fue sangre, un hecho que contradice la versión de este acusado, quien alega que durante el trayecto en el vehículo la víctima sacó una navaja y le pinchó, por lo que él le pidió a Eduardo que parara el coche, casualmente en el canal. Precisó la agente que aunque hubiesen limpiado la sangre, sus restos se hubiesen encontrado con los medios de los que disponen.

Esta funcionaria del instituto armado también explicó que dentro del coche del acusado se encontraron numerosas prendas de ropa, tiradas en el asiento trasero y algunas con las perchas. Camisetas, cazadoras, calzoncillos se localizaron en el interior del vehículo, lo que podría indicar que tenía intención de escapar antes de ser detenido. Dentro de la guantera, estaba la cartera con su documentación. Estaba mojada, según se observó.

Un agente que inspeccionó el puente: «No era fácil que alguien se cayese por debajo de la valla»

El primero en declarar en la que ha sido la quinta sesión del juicio por el crimen de A Esmorga fue un agente de la Guardia Civil que estuvo en la reconstrucción de los hechos que se hizo el 24 de diciembre del 2014 en presencia de los acusados, que habían sido detenidos horas antes. Enseguida detectaron contradicciones entre las versiones que Eduardo y Óscar aportaban sobre lo que allí había ocurrido -alegaron ambos que Alexandru había caído al canal accidentalmente y tras un forcejeo-, y las evidencias que se encontraron en el lugar. «Los vestigios no se ajustaban a lo que ellos decían», explicó el testigo, quien refirió que se encontraron restos de la víctima, que tenía 22 años, en la valla de protección. «Ellos decían que había sido una caída fortuita, pero había restos de ADN del joven en la valla, lo que indicaba que se había resistido», explicó ante el tribunal del jurado. También contó que a unos metros de la zona en la que se aparcó el coche en el que fue trasladado el joven desde la vivienda de Cameixe, en el medio de la carretera, se encontraron otros restos suyos. En opinión del agente esas evidencias, que a priori parecieron de sangre, demostrarían que Alexandru habría tratado de huir de aquel lugar, otro detalle que tampoco aparece en la versión que los acusados aportaron sobre los hechos. Describió además la zona como un lugar «bastante aislado» y aseguró que las dimensiones y forma de la valla de protección hacían difícil la caída accidental. «No era fácil que una persona se cayese por debajo, la valla podía frenarlo», aseguró el agente.