Dos mujeres con voluntad luchadora enamoradas de los momentos felices

Fina Ulloa
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Santi M. Amil

Mari Carmen Cid y Tania Salgado, madre e hija, comenzaron por separado sus negocios, pero decidieron unirse

29 abr 2019 . Actualizado a las 13:51 h.

A Mari Carmen Cid y Tania Salgado las unen muchas cosas, además de los lazos materno filiales. Ambas han probado en carnes propias que la vida no es un camino de rosas y ambas han decidido no dejarse vencer. Ese espíritu luchador les llevó, por ejemplo, a no amilanarse cuando se truncó el camino profesional, y a sacar de dentro ese espíritu emprendedor del que ya hicieron antes gala sus antepasados. «A la familia de mi padre en el pueblo la llamaban los comerciantes», recuerda Mari Carmen poniendo un ejemplo.

Esta asturiana de nacimiento -y ourensana por sangre y vida-, siempre soñó con dedicarse al diseño de moda. «Me gustó siempre. Era bastante creativa y cuando me compraba ropa, la reformaba. Si tenía un vestido sencillito, yo le cambiaba cosas: le ponía detalles, botones, una flor, para llevarlo a una fiesta», rememora. Pero la vida la llevó por otros derroteros, aunque dentro del mundo de la moda. Trabajaba como encargada en una cadena, cuando llegó la crisis y la firma cerró. «Te ves con una edad, en la calle y sabiendo que lo que te gusta es lo que has hecho toda la vida y que no sabes hacer otra cosa. Así que piensas que es el momento», narra para explicar por qué se decidió por abrir su propia tienda. Hoy, dice, no está arrepentida. Y desde que su hija Tania decidió trasladar su empresa a su tienda, está encantada.

«La mejor virtud de Tania es que lo da todo a cambio de nada. Es una trabajadora incansable; tiene una capacidad tremenda y yo creo que si el día tuviera cuarenta y ocho horas, aún le serían pocas», dice la madre orgullosa de su primogénita.

Y la verdad es que, aunque no le gusta presumir, Tania acaba reconociendo que se levanta «a las siete de la mañana», y cae de nuevo en la cama «sobre las dos de la madrugada, cuando venimos terminando». Y es que esta joven no solo atiende a su negocio, sino que acaba de abrir, junto a su marido, una cafetería en A Valenzá. Es un mundo nuevo para ella, pero asegura que lo disfruta. «Me encanta el trato con la gente, por eso decidí montar una empresa de eventos», razona. Aunque hubo otros motivos. Uno de ellos fue la posibilidad de desarrollar un proyecto propio en el que no tuviese que ceñirse a las decisiones de otros. «Cuando trabajas por cuenta ajena, lo haces según las bases que te marca la empresa. No tienes la libertad como cuándo eres tú quien decide. Y por otro lado, no es lo mismo tratar al público como jefe que como empleado», explica.

En la elección de la organización de bodas -aunque en su empresa se ocupa también de otro tipo de eventos-, tuvo mucho que ver su propio enlace. «Cuando me casé no encontraba nada de lo que necesitaba, ni nadie que me ayudara. Recuerdo que pedí unos detallitos y ni se me informaba cúando me llegaban; quería hacer unos arreglos y tampoco sabía por dónde tirar». Eso la llevó a pensar que ahí podía haber un nicho de mercado y se lanzó. Hacía un año que acababa de dejar su trabajo en un centro escolar. Creó su empresa de eventos -a la que bautizó como Magic Day-, y aunque en principio tenía una ubicación independiente, más tarde, ya con la tienda de su madre abierta, decidió que ese era el lugar perfecto. «Para nosotras, el ofrecer un trato personalizado a las clientas es algo primordial y a mi muchas de las que venían por los eventos también me preguntaban por el tema de la ropa; igual que en la tienda pedían consejo sobre otros detalles», recuerda Tania. Así que pensaron que unir físicamente los dos negocios era la solución perfecta. «Al principio, cuando se montó la tienda, no teníamos muy decidido si preferíamos la línea más sport o la de fiesta, pero como empezó a funcionar muy bien la de fiesta, apostamos más por ello; y de ahí nos metimos también en lo de novias», narra.

La madre. La hija.

quiénES SON

La madre. Aunque de padre ourensano, Mari Carmen Cid Miranda nació en Avilés. Fue su matrimonio con un gallego el que la devolvió, hace 21 años, a la tierra de sus ancestros. Hace tres que montó Alma, un establecimiento en la calle Santo Domingo enfocado a la moda de novias y fiesta.

La hija. Tania Salgado Cid tiene 33 años y nació también en Avilés. Estudió el ciclo superior de Informática. Hace cuatro años creó Magic Day, una empresa dedicada a la organización de eventos.

«Nos preocupamos demasiado del ayer y del mañana; pero la vida es hoy. Es el día a día»

Cuando Mari Carmen Cid explica por qué decidió enfocar su tienda a vestir las ocasiones más especiales, saca a relucir su filosofía de la vida. «Creo que la vida tiene que ser así, como la moda de fiesta: divertida, colorida... Creo que hay que disfrutar de los momentos buenos, de la alegría. La vida me ha enseñado que es eso, el momento; y que hay que llenarla con cosas positivas», asevera. «Ya hay suficientes malos momentos -opina- y encima tendemos a preocuparnos demasiado de lo que pasó ayer y del mañana; pero la vida es hoy, el día a día», asegura. Ella lo sabe bien. Tuvo que bregar varios años con un cáncer que ha logrado superar «al menos, de momento» y perdió a su esposo hace dos años por un derrame cerebral. «Por eso quiero que la gente que viene aquí encuentre un lugar con prendas alegres. Me encanta, por ejemplo, la filosofía que tienen en Andalucía para ir a una boda o un evento; son muy coloristas», señala.