Hay 33 niños en el programa en la actualidad, pero la entidad precisa más personas en reserva
14 abr 2019 . Actualizado a las 14:21 h.El bebé está a punto de cumplir los cuatro meses y lo observa todo con los ojos enormemente abiertos. Sus padres de acogida dicen que es tremendamente bueno y que casi no llora. «Nuestra hija de cinco años no se cela en absoluto. Aunque con el anterior sí estuvo algo incómoda porque debió notar que ya no era el centro exclusivo de atención», cuenta Nuria Besada sobre como es la convivencia para ellos y el nuevo integrante, aunque sea por un período breve de tiempo, de la familia. «Nosotros animamos a todo el mundo a que forme parte del programa de Cruz roja. Quizás lo más difícil es dar el primer paso, pero después descubres que es una experiencia muy gratificante. Nosotros pensamos que esto es lo más bonito que le podemos enseñar desde pequeña a nuestra hija», profundiza.
Enrique Moreiras, su marido, cuenta que el bebé que tuvieron el año pasado estuvo cinco meses y medio con ellos y que a este lo acogieron recién nacido, en diciembre. «Realmente lo único que piensas es en que los niños estén bien. Sabemos que todo el mundo dice que no podría hacerlo por miedo a cogerles cariño. Obviamente les coges cariño, pero tienes que ser adulto y aprender a gestionar tus emociones. Hay una frase muy bonita que dice que si les abrigas en la infancia nunca más pasarán frío. Cuando entras en el programa debes ser consciente de eso y nada más. A mí una vez me llegaron a decir que tenía el corazón muy duro. Y yo creo que es todo lo contrario porque para nosotros prima el bienestar de los niños», argumenta con la esperanza de poder seguir ayudando a mas niños su mujer. «El que dice que no podría porque se les coge cariño solo está amparándose en una excusa. Además, tienes que asumir que después de estar contigo el niño va a estar igual o mejor que contigo, bien porque vuelve con su familia biológica cuando ya puede hacerse cargo de él o bien porque ya ha encontrado a una adoptiva y estable», añade él.
Todos los menores proceden del sistema de tutela de la Xunta de Galicia que se gestiona a través de Cruz Roja desde hace más de veinte años. «En este momento estamos necesitados de personas. Da igual la edad del acogedor, que tenga hijos o que no, que estén casados o solteros... Lo único fundamental para participar es que no haya una finalidad adoptiva. Esto es temporal y los niños ya tienen a unos padres. Además toda la gente que convive en el núcleo familiar debe estar de acuerdo con lo que se va a hacer», explica la psicóloga del programa, Sonia López.
El perfil de los menores que necesitan un hogar es muy amplio: desde los cero hasta los 17 años y no hay un número exacto de familias que urjan. Pero deben pasar un pequeño proceso de preparación y formación y el banco de reserva a veces está funcionando al completo. «Cuanto más diferentes sean los voluntarios entre sí, mejor. Así podemos dar salida a todos los casos que nos deriva el servicio de menores. Últimamente hay mucha demanda de casos de hermanos y lo ideal es que permanezcan juntos para disminuir el trauma de la situación», resume López.
Existen familias que llevan veinte años participando en el programa. Pero es importante recordar que la capacidad de adaptación resulta imprescindible. «Primero porque introduces a una personita extraña en tu casa y tienes que facilitar el proceso. Y segundo porque la capacidad de decisión corresponde al servicio de menores y son los que marcan las visitas con sus padres biológicos. Y en este sentido se están haciendo reajustes constantemente porque las visitas se pueden ampliar, disminuir o cambiar de horario. Todo en beneficio de los niños», remata la psicóloga.
Los participantes en el programa deben pasar un período de formación
Otra de las razones que genera la necesidad constante de disponer de acogedores en reserva para bebés es que Cruz Roja es el único recurso para menores de tres años desde finales del 2016, cuando cerró la Casa de Primera Infancia, donde permanecían institucionalizados mientras no pasaban a la adopción. La normativa estipula que estos pequeños no deben permanecer en centro, y de ahí que la derivación al servicio de acogida que gestiona Cruz Roja sea inmediata. Concretamente, el servicio está en marcha desde 1996 y cuenta con un grupo de técnicos profesionales que se dedican a hacer de engranaje entre las familias de origen, las de acogida y los menores en riesgo. Todas las familias deben pasar un proceso de evaluación y formación, que puede durar dos o tres meses, puesto que el programa tiene como máxima la protección y el bienestar del menor y por tanto no pueden entregarlo sin más a quien venga en un momento de impulso. También deben pasarse unas entrevistas de evaluación que nos sirven para conocerles y confirmar que ese deseo que tienen se ajusta a sus posibilidades reales y tiene capacidad para asumir la tarea con responsabilidad. Toda la información puede consultarse por teléfono o en la sede.