El Seminario Mayor aúna culturas de diferentes países

edith filgueira OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

Latinoamérica es el principal lugar de origen de los que se preparan para diáconos en Ourense

19 mar 2019 . Actualizado a las 13:32 h.

«De broma decimos que somos como la ONU porque tenemos seminaristas de muchos países diferentes: Colombia, Italia, República Dominicana, Cuba, Bolivia, Venezuela...», explica el que es rector del Seminario Mayor, Ángel Feijóo Mirón (Os Peares, 1960), desde hace once años. La broma esconde una realidad casi palpable: la población rural de Ourense adolece de falta de sacerdotes.

La Iglesia Católica celebra hoy san José, patrón del clero. En todo el país está marcado en el almanaque como el Día del Seminario y además de ser motivo de celebración es una buena oportunidad para promocionar los valores que quieren difundir en la sociedad. «Llevamos todo el mes acercándonos a los colegios y las parroquias para dar a conocer lo que hacemos entre estas paredes y tratar de difundir la vocación a través de testimonios.

En el Seminario Mayor se levantan cada jornada a las siete menos cinco de la mañana para la primera oración del día. «Lo primero que hacemos es ir a la capilla para meditar y algunas veces es un sacerdote el que nos guía con un tema de actualidad o palabras recientes del Papa para mantenernos próximos a la realidad de la sociedad. Acto seguido asistimos a misa», resume Humberto García, que se prepara para diácono en la institución católica.

Él es uno de los nueve que actualmente se preparan para ser curas en la provincia. Estudian Filosofía, Teología, Lengua, Latín y Griego pero dejando tiempo para la siesta después de rezar el rosario. «Los lunes también jugamos al fútbol y otros días caminamos, corremos o montamos en bicicleta para no caer en el sedentarismo», relata sobre la rutina que siguen para cuidar el cuerpo y la mente. «Por la tarde también rezamos antes de cenar y de noche tenemos un pequeño encuentro para charlar sobre cómo nos ha ido el día», enumera García junto a Francisco López, que ya se ha ordenado.

«En Ourense tenemos dos realidades: el Seminario diocesano y el Redemptoris Mater de misioneros que vienen de fuera y que funciona desde hace cinco años, aproximadamente. La realidad va cambiando y ahora, como somos pocos, se nos hace complicado lo de jugar al fútbol porque no somos suficientes como para formar un equipo de once. De vez en cuando se animan los formadores y somos más, pero cuesta mantener algunas costumbres», bromea el ya diácono.

La dedicación es prácticamente exclusiva porque resulta difícil compatibilizar los estudios del Seminario con una carrera universitaria u otro tipo de formación. «A veces sí entra alguno que ya se ha graduado fuera, pero si no se hace complicado porque el programa que tenemos implantado es muy denso y requiere muchas horas», apunta el rector.

Formación individualizada

 En el Seminario Menor el ámbito pastoral y el académico están un poco más desligados el uno del otro. Hay espacio para la oración desde primera hora del día hasta la noche, pero los contenidos académicos son más amplios puesto que la mayoría de ellos no terminará ejerciendo como párrocos. «Intentamos personalizar la educación de cada estudiante partiendo de sus múltiples inteligencias y sus niveles de autonomía. Las clases no son clases al uso ni de estructura inamovible porque el profesor los atiende uno a uno. Trabajan por proyectos diversos contenidos que supervisa el tutor para ver cómo evolucionan», profundiza el rector de la entidad académica y religiosa desde hace tres años, Segundo Fernández (Baños de Molgas, 1986).

Natación, defensa personal, diseño gráfico, ajedrez, percusión o piano son otras de las opciones que pueden escoger los alumnos para completar su formación extracurricularmente. «También participan los martes en la escuela de oratoria para mejorar sus habilidades comunicativas y de argumentación», profundiza sobre el abanico de posibilidades de las que disponen los 93 chicos que este año están matriculados en el centro religioso.

«La misión fundamental de esta entidad debe ser formar jóvenes comprometidos y buenas personas. También ayudarles a que descubran su verdadera vocación porque no todos serán curas, pero puede que en el futuro formen una familia y que alguno de sus hijos sí quiera dedicarse al sacerdocio», destaca el diácono ordenado sobre la brújula por la que se guían.