Las suaves temperaturas propiciaron que la especie estuviera activa hasta enero
09 mar 2019 . Actualizado a las 10:16 h.Se cree que llegaron a Francia a través del transporte marítimo procedente de China, ocultas entre madera y cerámica. No se sabe cuántas colonias pudieron camuflarse en los buques ni el momento exacto en el que desembarcaron. Lo que sí se sabe es que las avispas asiáticas -más conocidas como velutinas- aparecieron al mismo tiempo en dos puntos: A Mariña y las Rías Baixas. «No son especialmente sensibles al frío, porque permanecen activas igual, y la humedad relativa que tenemos aquí las ayuda a proliferar», explica Carmen Seijo, del departamento de Biología Vegetal y Ciencia del Suelo, de la Universidade de Vigo.
«Este año, con el invierno tan suave trabajaron hasta enero. Lo que no sabemos es qué ocurre dentro de los nidos cuando hibernan: si se mueren, si solo quedan obreras, si el nido se mantiene hasta que mejore el tiempo...», afirma la investigadora que junto a un equipo de siete personas siguen la pista del insecto invasor. Entre ellas se encuentran también Shantal Rodríguez, Ana Seijo y Olga Escudero, que recientemente han publicado un estudio sobre la difusión de la velutina en el noroeste de España. «Las altas temperaturas de verano las incomodan. Si rozamos los cuarenta grados ya no salen del nido», añade.
El trabajo de laboratorio y de campo comenzó cuando los apicultores y los bomberos de Ourense se pusieron en contacto con la universidad para abordar el problema. La colaboración es transversal porque las investigadoras obtienen nidos para estudiar y a su vez formaron a apicultores y bomberos en las características de la especie para combatirla eficazmente.
Cuando la avispa asiática comenzaba a sobrevolar Galicia las estimaciones barajaban que solo se asentaría en la costa y no en las zonas de montaña. «Ya se ha demostrados que no es así», destaca la docente. «El año pasado, que empezó a reproducirse con fuerza, causó daños considerables para los apicultores en zonas bajas, y no tan bajas, de altitud. Y creemos que no tiene solución porque no hay medios para erradicar una especie que es capaz de crear 25.000 nidos al año. Y eso solo teniendo en cuenta los censados. Otros tantos habrá sin avistar», sopesa.
Los nidos primarios suelen ser del tamaño de una pelota de tenis, mientras que los secundarios pueden albergar a más de mil individuos. «Los primarios suelen aparecer debajo de tejados y en lugares protegidos y lo crean las reinas; mientras que los secundarios se hacen por reinas y avispas obreras para que la comunidad vaya creciendo y pueden alcanzar más de un metro y medio de altura», subraya.
Sobre la velutina hay mucha información que es muy similar pero falta investigación sobre aspectos tan claves como si en las condiciones en las que se desarrollan en Galicia siguen trabajando todo el año -incluso dentro del nido- o si hibernan; sobre qué cantidad de crías son capaces de reproducir por nido o si reutilizan -o no- los panales para poner más huevos. «Hay información, pero no es muy concreta y no está ceñida a nuestra comunidad autónoma. Realmente aquí llevan muy poco tiempo. En zonas de Francia han proliferado desde el 2004 y sí que hay más estudios sobre cómo se expande la avispa asiática y qué condiciones naturales frenan su avance o lo impulsan. Desde mediados del año pasado ya se están viendo más trabajos publicados», comenta.
«En esta zona no hay otro insecto que se organice en nidos de tantos individuos»
«Es cierto que en las trampas que están colocadas en los colmenares, en zonas en las que hay mucha presión de velutina, caen fundamentalmente estas avispas y en escasa medida a las abejas. Lo que ocurre es que el trampeo es muy poco selectivo y en aquellos lugares próximos a huertos o casas en los que se colocan cebos atrapan también a otros insectos, influyendo notablemente sobre la biodiversidad», profundiza Seijo. Y es que la avispa autóctona o las especies de mariposas nocturnas, moscas o mosquitos también sucumben a las trampas. En esta línea, están tratando de elaborar cebos con feromonas que solo atraigan a la especie invasora.
«Tampoco se ha comprobado que exista una disminución directa de los nidos primarios y secundarios de las avispas reinas en base al número de trampeos que se colocan en primavera para cuando salen de hibernar», ahonda la investigadora sobre el estudio que están llevando a cabo en el campus de Ourense. Estiman, además, que de cada nido del año anterior pueden salir reinas con capacidad para crear en torno a seis u ocho comunidades nuevas. «En esta zona no hay otro insecto que se organice en nidos con un número tan grande de individuos», finaliza la docente.