La mitad de los ourensanos formados por Cruz Roja encontraron trabajo

edith filgueira OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Miguel Villar

El programa de empleo de la entidad social atendió a 600 personas el año pasado

03 feb 2019 . Actualizado a las 19:28 h.

«Nuestra función es ayudar a las personas que están en situación de desempleo a que tengan una oportunidad laboral. Les ofrecemos orientación también sobre cómo elaborar un currículo, cómo buscar empleo y cómo utilizar las nuevas tecnologías dentro de ese proceso», explica la técnica de empleo de la entidad social María Iglesias.

Con todos estos objetivos, Cruz Roja Ourense lleva años realizando los cursos de capacitación profesional para colectivos desfavorecidos como son las mujeres, la población joven sin formación o con estudios inconclusos o las personas de más de 45 años desempleadas de larga duración. En febrero darán comienzo seis cursos de formación en las áreas de: actividades de venta, operaciones básicas de restaurante y bar, auxiliar de productos frescos, caja y reposición y ayudante de cocina. «Nos enfocamos en estos sectores porque mantenemos contacto con el tejido empresarial de la provincia para conocer lo que demandan», explica la técnica.

Miguel Villar

De las casi seiscientas personas que en el año 2018 participaron en alguna de estas preparaciones en toda la provincia -en O Barco de Valdeorras también llevan a cabo programas de empleo- trescientas consiguieron un puesto de trabajo al finalizar. La iniciativa -patrocinada por el Ministerio de Empleo y el Fondo Social Europeo- tiene abierta la convocatoria de inscripción estos días.

«Ya me llamaron varias empresas»

Olga Rodríguez es una de las caras que se esconden detrás de las seiscientas personas que el año pasado participaron en uno de los cursos de formación. «Se enteró mi marido de que existían y nos acercamos hasta aquí a pedir información. Desde que vinimos de Venezuela hace cinco años no éramos capaces de encontrar trabajo y no perdía nada por intentarlo», explica con una amplia sonrisa.

Nació en Ourense, pero cuando contaba tan solo con un año, sus padres decidieron emigrar a Venezuela. Viaje que hicieron de vuelta cuando hace un tiempo la economía y la seguridad comenzaron a empeorar. Ahora viven y trabajan en Allariz. «Estoy contenta desde que llegué, aunque nos volvieron locos el papeleo y los procesos administrativos. Lo que necesitaba era trabajar no sea algo relacionado con mi profesión allí, en el ámbito de la psicología. Tal y como salimos de Venezuela no pudimos traer toda la documentación necesaria para homologar mi título. Pero a mi limpiar se me da muy bien y siempre me gustó», cuenta la mujer.

Miguel Villar

El trabajo no llegó de forma inmediata ni indefinida, pero Olga Rodríguez ya es un poco más independiente económicamente y está convencida de que todo se andará. «Ya hubo varias empresas que me llamaron para trabajar y se quedan contentos conmigo, así que cuando tienen una vacante me avisan. Y aprendí muchas cosas que no sabía», cuenta orgullosa.

En su caso, aparte de la formación laboral en Cruz Roja se le facilitó orientación sobre procedimientos administrativos -tarea que desde la entidad social se lleva a cabo con los inmigrantes que lo solicitan-. «Menos mal que los tenemos a ellos», suspira.

Cien mujeres se capacitaron el año pasado con el programa que financia La Caixa

Las formaciones que desarrollan los once técnicos con los que cuenta Cruz Roja a nivel provincial combinan una parte teórica con otra de experiencia en empresas. En total, entre 150 y 200 horas de preparación. «Esto supone una doble ventaja para los alumnos de los cursos porque sus prácticas sirven de escaparate en aquellos casos en los que las empresas quieren ampliar la plantilla o renovar personal», señala María Iglesias.

Aparte de la formación laboral, llevan a cabo talleres prelaborales para mejorar competencias como la comunicación o la resolución de problemas de cara al público. «Desarrollamos un proyecto específico para mujeres financiado por la Obra Social La Caixa en el que atendimos a cien desempleadas, de las cuales un porcentaje bastante significativo eran víctimas de violencia de género. Con ellas tratamos de reforzar las competencias personales que tienen que ver con el autocontrol, la autoconfianza, la comunicación y el conocimiento de competencias que ya se tenían y a las que no se ponía nombre», aclara la técnica. «Cruz Roja tiene perfil de mujer en lo que se refiere al voluntariado, a las trabajadoras y a las participantes en estos programas», finaliza su compañera de la entidad Ángela Ramallo.