Las multitudinarias manifestaciones feministas del pasado 8M vinieron precedidas de una labor de concienciación, estuvieron alimentadas por movimientos como el Me Too e impulsadas por la novedosa huelga que hicieron visible trabajadoras de los medios de comunicación, analiza Victoria Diéguez, portavoz de la plataforma «Feminismo, nin un paso atrás». «La calle se convirtió en el lugar de grito y de lucha y todos se vieron identificados. El 8M fue la explosión. Fue muy significativo, una reacción muy grande no solo de las mujeres, porque también se sumaron muchos hombres. En Ourense no había visto ninguna tan grande desde las de ‘No a la Guerra de Irak’ o del ‘Nunca Máis’ por el Prestige», expone la activista.
Diéguez resalta que al mes siguiente, la gente volvió a salir a la calle de forma masiva, de forma espontánea, cuando se conoció la sentencia del caso conocido como de La Manada. «Fue una voz única de toda la sociedad, no solo hacia la violencia machista de la que venía informando el movimiento feminista, sino por la concienciación de cómo las mujeres sufrimos la sexualidad masculina», opina. «El año pasado fue muy especial para el movimiento feminista y este creo que se repetirá, aunque igual no con tanta intensidad», prevé.