Alumnos del instituto Eduardo Blanco Amor homenajean al escritor Camilo José Cela

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El acto en memoria del autor de La familia de Pascual Duarte y La colmena fue organizado por la fundación pública que lleva su nombre con motivo del treinta aniversario que este año se cumple del premio que la academia sueca le otorgó en 1989

18 ene 2019 . Actualizado a las 13:39 h.

«Frente a la casa en la que sueño encerrar todo cuanto quisiera ofrecer a Galicia está el cementerio en el que yacen los restos de quienes estuvieron hechos de mi misma carne perecedera», comenzaron leyendo los alumnos del instituto Eduardo Blanco Amor frente a la tumba del escritor Camilo José Cela. 

El texto al que pusieron voz forma parte de las Instrucciones para el día final que el premio nobel dejó escritas antes de su fallecimiento el 17 de enero del año 2002. «Hace algún tiempo dejé escrito que, cuando llegara el momento, mi cadaver fuera incinerado y las cenizas arrojadas a la mar desde la borda de un barco que navegara, a no menos de cinco millas de la costa, entre el cabo Fisterra y el de Touriñán», recordaron estudiantes de cuarto de ESO en el cementerio Santa María de Adina (Padrón).

El acto en memoria del autor de La familia de Pascual Duarte y La colmena fue organizado por la fundación pública que lleva su nombre con motivo del treinta aniversario que este año se cumple del premio que la academia sueca le otorgó en 1989. En este homenaje también participó, entre otras autoridades, Anxo Angueira, presidente de la Fundación Rosalía de Castro con la que la fundación del escritor llegó a un acuerdo de colaboración mediante el cual todos los visitantes de la casa-museo de la escritora -que los alumnos ourensanos también conocieron- recibirán durante 2019 una entrada gratuita para visitar el Museo Camilo José Cela (sin incluir las visitas guiadas).

«Rectifico lo dicho entonces y declaro públicamente mi mejor deseo de fundirme con la tierra en el camposanto que rodea la antigua colegiata en la que fui bautizado. Pido respetuosamente a mi arzobispo que entienda el ruego que le expresé no ha mucho y mando a todos cuantos me oyeren o leyeren que, si mis restos llegan a descansar en Iria, tal como sería mi mejor deseo, allí los dejen para siempre y hasta el día del juicio final, porque también siempre me dieron grima el funerario trajín, la oratoria funeraria y el funerario folclore», finalizaron los estudiantes frente a su lápida, a los pies de un árbol.