Norberto González: «Nos sorprende el aumento de cifras de conductores con exceso de alcohol»

p. seoane OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Agostiño Iglesias

El teniente de la Guardia Civil de Tráfico en Ourense resalta que las distracciones son una causa significativa de la alta siniestralidad en las carreteras de la provincia

09 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El verano, en sintonía con el primer semestre del año, ha dejado un notable aumento de la siniestralidad vial en Ourense. A Norberto Aser González Trigo, teniente del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil en el destacamento de Ourense, no le basta con ver estadísticas. Las estudia para extraer lecciones. Algunas conclusiones ciertamente chocan. En el primer semestre suman 597.828 kilómetros de carretera las patrullas de Ourense, tres mil más que el año pasado. Suben las labores preventivas, pero también la siniestralidad.

-¿Qué está ocurriendo? ¿Qué ha cambiado este año en Ourense?

-Es una situación distinta. Año tras año, el número de fallecidos en carretera en esta provincia había sido de los más bajos del Estado, pero desgraciadamente hemos superado el número de personas muertas en el 2017. Es un hecho que no correlaciona con nuestra actividad de vigilancia, superior a la de años anteriores, ni tampoco a la labor de control, porque hemos detectado un mayor número de infracciones en las variables consideradas objetivas: drogas, alcohol y velocidad.

-¿Hay alguna explicación?

-No existe un único motivo que explique el complejo sistema vial. Si buscamos las causas, el factor preponderante es la distracción, que en esta provincia ronda el 40 %. Si hablamos de vigilancia y control, hay evidencia empírica que demuestra que genera un impacto disuasorio sobre los conductores, pero también tiene importancia la autorregulación dirigida por el sistema de valores y la reprobación que una sociedad muestra hacia aquellos que de modo reiterado transgreden la norma. Nuestro comportamiento está muy condicionado por el entorno.

-¿Muchas distracciones, no?

-Demasiadas. Apartar la vista para atender el teléfono, o manipular el GPS, aparte de otras acciones que implican dejar de ver lo que ocurre en la carretera, puede ser fatal. Mientras un vehículo se mueve a 120 kilómetros por hora, en un segundo recorremos 34 metros, que a 60 por hora serían 17. Es importante, de todos modos, llamar la atención sobre las desatenciones cognitivas. El deterioro por envejecimiento, enfermedades sobrevenidas, o la falta de descanso, hacen que nos abstraigamos de la compleja actividad de la conducción. Unas y otras dejan sin margen ante circunstancias inesperadas, para sortear un peligro o minimizar su impacto.

-¿Se puede hacer algo para recuperar la tendencia a la baja, o hemos de resignarnos?

-Se puede. Evaluar la naturaleza de determinadas conductas y, si procede, endurecer las sanciones administrativas y penales. Las ayudas a la conducción también reducen la siniestralidad. Ahí entrarán los nuevos sistemas de seguridad que exigirá la UE: detección de somnolencia, reconocimiento y prevención de la distracción al volante...

-¿No cree que es demasiada alta la parte humana en la responsabilidad del siniestro?

-El libre albedrío, inherente a la condición humana, nos permite tomar decisiones con libertad. Pero también genera la necesidad de que nos comprometamos, es decir, que actuemos de modo responsable tanto en sociedad como con nosotros mismos. Extrapolado a la conducción, la seguridad vial protege la vida: si reducimos los riesgos que nos ponen en peligro -alcohol, drogas y velocidad alta- seremos conductores responsables. A sensu contrario, cuando dejamos de hacerlo no solo nos ponemos en peligro nosotros mismos, sino que generamos riesgos cuya consecuencia puede ser la muerte de terceras personas, fruto de la irresponsabilidad propia. Tenemos que hacer un esfuerzo conjunto, implicar a todos los actores con responsabilidad en la seguridad vial.

-¿Por ejemplo?

-Desde los centros de reconocimiento de conductores, a la hora de evaluar que se cumplen las normas mínimas en la aptitud física y mental para la conducción, hasta la comunidad educativa y todos los que, fruto de su implicación, lleven a lograr que tomemos conciencia del riesgo de determinadas conductas, que ponen en serio peligro nuestra vida.

«No es que seamos más confiados: hay una distorsionada percepción del riesgo»

En las distracciones está el origen de muchos siniestros, pero no es la única causa que se puede aislar y señalar directamente.

-Existen otras circunstancias, en efecto. Los excesos de velocidad, con el consumo de alcohol o drogas, son variables en las que hemos centrado nuestros esfuerzos de vigilancia y control. Creíamos, equívocamente, que a medida que nuestra actividad aumentaba irían disminuyendo, e incluso dejaría de estar presentes. No es así. Hemos detectado un aumento de positivos de alcohol en acciones preventivas, los excesos de velocidad son notorios e incluso existen conductores que no hacen uso del cinturón de seguridad a pesar de las incesantes campañas a favor de su uso. Es sorprendente, pero es así.

-¿Cree que cada día somos más confiados al volante? ¿O sobre una motocicleta? Porque este año la cifra de siniestros con motoristas está siendo alta...

-No es que seamos más confiados, sino que existe una distorsionada percepción subjetiva del riesgo, lo cual a su vez provoca la transgresión de las normas con mayor frecuencia. Respecto de las motocicletas, su conducción es mucho más exigente que un vehículo de cuatro ruedas, se requiere buena pericia y mayor cuidado, no hay margen para el error. Somos muy permeables a las influencias del entorno. Si el ambiente que nos rodea es muy permisivo, nos volveremos permisivos. Si es ordenado, nos contagiaremos. Creo que si no se nos ve, es como si le restáramos importancia a la carretera y la posibilidad de cometer infracciones fuera mayor. Por el contrario, nuestra presencia en la vía es primordial, como la denuncia y la sanción. Si el usuario sabe que tiene una alta probabilidad de encontrarnos, será más responsable y respetuoso con la norma. De ese modo, los niveles de siniestralidad vial tienden a la baja. No se debe restar importancia a las estrategias que endurezcan las sanciones más frecuentes.

«Necesitamos la ayuda de todos para evitar que siga creciendo la cifra de fallecidos»

González Trigo lleva años invocando la educación como la gran asignatura pendiente y el norte que debe marcar cualquier actuación para mejorar la seguridad vial y recortar la siniestralidad. Aprovecha cuantas ocasiones tiene para insistir en sus apelaciones a la responsabilidad. La evolución de las estadísticas de los últimos años le ha dejado momentos para la esperanza, pero también otros más agrios.

-De hecho, no pinta un panorama precisamente optimista con el repunte de este año.

-La realidad es la que es, pero soy optimista. No solo yo, sino los agentes que formamos parte del Subsector de Ourense y de la Agrupación de Tráfico. Nuestro trabajo de vigilancia y control no es sencillo. Tenemos que hacer frente a múltiples eventualidades, en entornos muy distintos, desde 40 grados hasta menos seis. Si no creyéramos en el valor de nuestro trabajo, difícilmente le podríamos hacer frente. Pero no basta. Necesitamos la ayuda de todo aquel que trabaje en favor de la seguridad para evitar que siga creciendo el número de fallecidos. En realidad no querría ni uno más.

-¿Se ve la carretera de un modo diferente cuando se es guardia civil, o se está trabajando?

-A lo largo de mi vida, entendí que la obtención del permiso de conducción me serviría para ofrecerme libertad, para poder desplazarme con mis amigos a determinados lugares. Luego se puede ver como medio necesario para poder trabajar. Hasta incluso, por su carácter rutinario e incluso fatigoso, me ha resultado un inconveniente. Ahora bien, como guardia civil involucrado en el ámbito de la seguridad vial, a día de hoy lo que más valoro y lo que me produce mayor respeto son los conductores que son ejemplo de responsabilidad.

-¿Dónde están esos casos prácticos de responsabilidad?

-Los hay. Quienes, ante la desgracia de una enfermedad sobrevenida que merma sus capacidades cognitivas para poder conducir, toman la decisión de no hacerlo; los jóvenes, o no tan jóvenes, que salen a divertirse pero cuando conducen no beben alcohol ni toman drogas; aquellos otros que circulan a velocidades adecuadas a las circunstancias de la vía y no ponen en peligro su vida ni de la de los demás, y a muchos otros que respetan el bien más valioso del que disponemos, la vida, por decisión propia. No puede haber tantos agentes como conductores circulen por una determinada vía.