El pasado año se oficializaron 817 enlaces, medio millar menos que hace una década
23 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El verano es, tradicionalmente, época de bodas. Sin embargo lejos quedan los años en los que las invitaciones se multiplicaban en los hogares ourensanos generando más de un quebradero de cabeza económico para corresponder debidamente y cumplimentar como se esperaba a los novios. Sea porque la crisis ha hecho rediseñar estas celebraciones hacia listas de invitados más discretas, porque las familias ya no son tan extensas, o por el simple declive demográfico de la provincia -el amor no tiene edad, pero el porcentaje de los mayores que se animan a dar este paso es muy testimonial-, lo cierto es que ahora no es raro pasar el estío, e incluso todo el año, sin ningún compromiso de este tipo en la agenda.
El pasado año, por ejemplo, solo hubo 817 enlaces en la provincia, frente a los 1.309 que se celebraron hace dos décadas o los 1.068 que quedaron registrados en 2008. Pero no solo hay menos bodas. También ha cambiado el modo de celebrarlas. Las ceremonias religiosas siguen perdiendo terreno en las preferencias de las parejas ourensanas que deciden dar el paso de casarse. Cada vez pesan más en el cómputo global las que prefieren un enlace exclusivamente civil.
Un repaso a la estadística refleja que si hace dos décadas los que optaban por la boda civil eran apenas el 21 %, hoy los porcentajes se han dado la vuelta y son las ceremonias por algún rito religioso las que apenas seducen a una de cada tres parejas. En concreto, según los datos del pasado año, solo el 27 % -221 de los 817 matrimonios registrados- lo hicieron cumpliendo con el precepto de la religión que profesan. El resto prefirieron cumplir únicamente con el requisito necesario para validar el enlace en el registro civil.
Con todo, los ourensanos son los gallegos que más se inclinan por la alternativa religiosa, seguidos de los residentes en la provincia de Lugo (24 %), y de los coruñeses (22%). En Pontevedra son los menos proclives y las ceremonias religiosas apenas alcanzan un 20 % del total.
El cambio en las preferencias no ha sido un fenómeno brusco, sino paulatino. Hace una década la ceremonia religiosa aún era mayoritaria entre los ourensanos. En 2008 se registraron 1.068 matrimonios, de los que 579 fueron según la liturgia católica y otros tres siguiendo otras religiones. Las otras 486 bodas fueron exclusivamente civiles; es decir el 45,5 %. Un año después ya se rozaba el equilibrio, y el 49 % de los enlaces se celebraron solo por lo civil, que en 2010 fueron por primera vez la opción mayoritaria en la provincia. Se formalizaron 478 frente a 438 religiosos; de los que 433 fueron por el rito católico y cinco según otras creencias.
En cuanto a las bodas exclusivamente civiles, la mitad de las que se celebran en Ourense se formalizan en los propios edificios judiciales en los que se ubican los registros civiles -que son los encargan de la tramitación legal necesaria para contraer matrimonio, sea cual sea el lugar elegido para la ceremonia-. En el de Ourense se fija un día a la semana para ello; los viernes. Esa limitación hace que muchos prefieran formalizar el enlace en la casa consistorial de su concello -muchos abren los sábados para ello- o, en mucha menor medida, en despachos notariales.
El mes de agosto sigue perdiendo adeptos y suben las citas en otoño
Los ourensanos no solo han cambiado las preferencias en cuanto al tipo de enlace a celebrar, también han abierto el abanico en cuanto a las fechas elegidas para la celebración. Agosto ya no es «el mes de las bodas», desde hace varios años. En 2017, por ejemplo, se registraron 132 en este mes, frente a las 140 de julio. Y en este 2018 la tendencia sigue pronunciándose. Al menos así lo reflejan los registros de ceremonias celebradas en la casa consistorial del Concello de Ourense. Si el pasado año hubo 23, en este fueron 13 las que eligieron el salón de plenos municipal como escenario y al alcalde o a algún concejal de la corporación como oficiante. Aunque este año está siendo flojo en general en cuanto a ceremonias en la consistorial ourensana, que está muy lejos de alcanzar el medio centenar que había acogido el pasado año a estas alturas.
Pese a todo, el verano sigue siendo la temporada preferida y concentrando, en su conjunto, los registros más altos en la provincia. Junio, julio y agosto sumaron 359 de las 817 que se celebraron el pasado año. Una de las razones está marcada por la alta tasa de emigrantes ourensanos. Durante décadas se hacía imposible contar con la familia asentada en el extranjero y en otros lugares de España si no se elegía fecha en el mes vacacional por excelencia. Hoy, la flexibilización de este descanso anual, el retorno de migrantes y las listas de invitados menos extensas, permiten ampliar el calendario. El otoño está sumando adeptos. En septiembre, por ejemplo, se celebraron en la provincia 105 el pasado año; y 68 en octubre, que gana, por cierto, a otro mes asociado tradicionalmente a las bodas: el de mayo, que el pasado ejercicio registró 66.