La solidaridad puede estar escondida en una caja de cartón

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

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F. Ulloa

Un hostelero ourensano deja cada noche los pinchos que le sobran para que los consuma quien lo necesite

30 jul 2018 . Actualizado a las 11:39 h.

«Pinchos del día. Sírvete si lo necesitas». Ese es el mensaje escrito en rotulador rojo -y con la palabra «necesitas» subrayada-, sobre un cartel que, desde este mes de julio, sorprende a muchos viandantes de la calle Samuel Eiján, en la capital ourensana. El mensaje está colgado sobre una caja de cartón sujeta al enrejado de la puerta de Kaldi Café. Aparece por la noche. Cuando el establecimiento cierra sus puertas tras la jornada diaria. «Me parece mal tirarlo a la basura. Creo que es mejor que alguien que pueda necesitarlo, lo aproveche», explica con naturalidad Borja Micael González Losada.

Él es el propietario del local, un joven barista que tras quince años en el mundo de la hostelería decidió especializarse y montar un negocio propio que tiene como seña diferencial los cafés especiales de primera calidad. Abrió en mayo y además de las elaboraciones con esa materia prima, la carta del establecimiento ofrece muchas otras alternativas para disfrutar a cualquier hora del día, incluyendo los pinchos.

Borja está satisfecho con el resultado de su iniciativa. «Al parecer la idea fue buena, porque todo lo que dejo por la noche, al día siguiente no está», señala. Asegura, además, que no se plantea que su generosidad esté siendo aprovechada por personas sin apuros económicos. «No sé quien se lo coge, ni quiero saberlo. Eso es algo que no me interesa porque no soy nadie para juzgar. Yo confío en que lo cojan personas que lo necesitan y estoy contento con ver la caja vacía a la mañana siguiente», asegura este joven hostelero. «Pensar que lo que a mí ya no me hace falta puede ayudar a alguien, a mí me llena. Sinceramente», remarca.

Su iniciativa le ha valido más de una felicitación. Muchas han llegado a través de redes sociales y él las agradece «porque te levantan la moral». Pero hubo una que le emocionó especialmente y que no fue virtual. «Una mañana encontramos un papel en la caja. Alguien, que explicaba que no necesitaba esa ayuda, se tomó la molestia de parar y escribir un mensaje de agradecimiento», relata. Aún lo tiene guardado.

Explica que desde que comenzaron con la iniciativa, casi todas las jornadas han podido dejar algo. «Los únicos días que no me suele dar para hacerlo son los sábados», señala explicando que esos días suele terminar siempre las existencias, tanto de productos dulces como de pinchos salados. Aunque a Borja le basta con su satisfacción personal y con pensar que su gesto beneficia a alguien, reconoce que también le gustaría que la idea cuajase y otros se animaran a poner «un pequeño granito de arena para ayudar».