Quizás pocos recuerden que la actual Champions League, la que mueve millones en publicidad y el Real Madrid parece apresar en su galaxia, tuvo un precedente conocido como Copa de Europa, que atesora páginas legendarias.
Una de ellas fue la que protagonizaron los integrantes del Celtic de Glasgow, que al derrotar al Inter de Milán un día de mayo de 1967, se convirtieron en el primer equipo británico y -hasta la fecha- el único escocés que se ha llevado la orejona a sus vitrinas. Debido a esa gesta iniciática, la formación que presentaron los católicos en Portugal se ganó el sobrenombre de los Lisbon Lions. Un elenco comandado por mitos del balompié de las islas, como Jimmy Johnstone, Bobby Lennox, Tommy Gemmell o el ariete Stevie Chalmers, autor del gol de la victoria, remontando el que anotó para los interistas un recordado Sandro Mazzola.
El fútbol ha cambiado mucho desde entonces, como el automovilismo para los ourensanos, porque poco después de un mes de aquella sorpresa de Lisboa, Lalao Reverter se salió con la suya y sacó adelante con la comisión de fiestas de la ciudad su primer rali puntuable para el Campeonato de España. Pilotos nacionales, lusos, italianos y un ganador nacido en el la mismísima Le Mans, como Bernard Tramont, le dieron el toque de épica a una prueba que es santo y seña del deporte de nuestra provincia, después de más de medio siglo. El nacional de Asfalto, como la Champions, ya no es lo que era, pero en este caso acumula más críticas que elogios. El Rali de Ourense, eso sí, es un mito que no debería dejarse llevar por esa corriente.