Otra vez con el ladrillo...

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez MATICES

OURENSE

23 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace diez años cualquiera podía comprarse un piso. No hacía falta más que tener un contrato, ni siquiera un gran sueldo, para que los bancos diesen luz verde a una hipoteca de muchos miles de euros a pagar en 45 años. Con los padres de avalistas eso sí, en un intento de la entidad por buscar seguridad a una operación que, en muchos casos, resultó ser de riesgo, como prueban los desahucios ejecutados cuando estalló la crisis.

Ahora todo es distinto. Ya pocos jóvenes piensan en ir al banco a pedir una hipoteca porque ya no solo hay que tener un trabajo y un buen sueldo, sino también ahorros. Comprar un piso es algo con lo que pocos sueñan así que el alquiler se ha convertido en la alternativa para quienes buscan la independencia, pero también en el nuevo objeto de deseo para los que buscan hacer dinero con el ladrillo. Otra vez.

Y así estamos, con los precios subiendo poco a poco debido a la escasez de oferta y con la amenaza de que también el arrendamiento se convierta ahora en una alternativa solo para los que tienen más dinero. Eso sin contar con que muchos propietarios de viviendas en las que no residen se han pasado al negocio del alquiler turístico -en muchos casos sin declarar- para sacar aún más pasta por su propiedad, reduciendo aún más las posibilidades para quienes buscan un lugar para vivir a un precio razonable.

Seguramente no se equivocan, visto lo visto, quienes advierten que estamos a punto de vivir una nueva burbuja. Y tampoco dudamos de que los perjudicados volverán a ser los de siempre.